Mujeres encarrilan a los hombres en El Cairo

Nihal Saad Zaghloul, cofundadora de Basma, en la estación del metro en El Cairo, donde realizó las primeras campañas de concientización. Crédito: Cortesía de Magali Corouge/Documentography

La egipcia Nihal Saad Zaghloul, de casi 30 años, enfrenta como otras jóvenes el riesgo cotidiano de ser acosada sexualmente en las calles de El Cairo. Pero la revolución en su país la hizo darse cuenta de que la gente puede unirse y de que ella misma puede marcar la diferencia.

En Egipto aumentan las violaciones perpetradas por pandillas, en el marco de la inestabilidad política y la pérdida de seguridad desde la revolución. Junto con una amiga, Zaghloul fundó una organización llamada Basma para crear conciencia sobre el acoso sexual en las calles de esta metrópolis de 30 millones de habitantes.

Tras congregar a decenas de voluntarios, el año pasado se movilizaron por primera vez en las calles cercanas a la plaza Tahrir y dentro de las estaciones céntricas del subterráneo. Zaghloul cree fervientemente que la educación es el principio de todo, y a eso se dedica.

“Nuestro sistema educativo está fallando. Las escuelas del gobierno funcionan mal, y las privadas son demasiado caras. Esto hace que la mayoría de los jóvenes egipcios no se eduquen. Y es exactamente a este grupo al que encontramos en las calles. Están aburridos de la vida, maltratando a las mujeres”, dijo.

El acoso a las mujeres es batante normal y hasta aceptado en Egipto. Según un estudio realizado en abril por ONU Mujeres, 99,3 por ciento de las egipcias consultadas dijeron haber sido acosadas sexualmente.

Pero con Basma, Zaghloul empezó a luchar contra esto. Cada vez que ven a una niña víctima de acoso, ella y su equipo de voluntarios se acercan a los muchachos o niños para sensibilizarlos.

Los primeros meses fueron una lucha para la organización. La policía, algunos de cuyos efectivos suelen participar activamente en el acoso, no se tomó en serio la iniciativa y causó más problemas, en vez de ofrecer apoyo.

Pero Zaghloul observó un cambio en los últimos meses. Por primera vez, la policía está apoyando la iniciativa y participa activamente en la prevención.

Otro fenómeno clave es el aumento de mujeres policías que patrullan el metro. La coronel Manal y sus nueve colegas mujeres están especialmente ansiosas por promover la seguridad en las estaciones.

El acoso es un problema cotidiano, pero con El Eid, una de las principales festividades musulmanas, que se celebra esta semana, están en pleno funcionamiento iniciativas públicas y privadas de prevención.

El centro de El Cairo siempre fue un lugar donde el fenómeno alcanzó sus máximos niveles. Y al recordar la gran cantidad de ataques sexuales que tuvieron lugar durante el mismo período del año pasado, muchas mujeres temen caminar por las calles de su propia ciudad.

Apenas se registró una pausa en el acoso durante los primeros días de la revolución de 2011, cuando la plaza Tahrir estaba repleta de familias y la atmósfera era jovial.

Pero para cuando fue derrocado Hosni Mubarak (1981-2011), el acoso sexual había vuelto a su punto máximo. El problema no se relaciona directamente con ninguna corriente política o religiosa específica, sino que más bien se ha vuelto una característica de la cultura egipcia a lo largo de las últimas décadas.

Desde hace dos semanas, Manal patrulla el metro de Egipto para crear conciencia sobre esta situación. Muy influenciada por la iniciativa Basma, dijo que ahora la policía tiene más autoridad y puede arrestar a los perpetradores. En contraste con los primeros días de Basma, actualmente esa fuerza está dispuesta a cooperar. Esta semana, Zaghloul y Manal trabajan codo a codo.

Desde los años 90, las mujeres pueden viajar en metro por la ciudad en vagones reservados para ellas.

Pero esta norma se viola con frecuencia. Los hombres aprovechan la oportunidad justo antes de que se cierren las puertas del metro para saltar hacia los vagones que son solo para mujeres. Ocasionalmente los abordan por accidente, pero la mayoría lo hace a propósito, a sabiendas de que están llenos de mujeres.

“Si un hombre se sube al vagón justo antes de que se cierren las puertas, ¿qué podemos hacer? A veces las mujeres se enojan, pero principalmente sienten temor y miran para el otro lado mientras él acosa a una de sus compañeras de viaje”, explicó Zaghloul.

“Pero cuando una de ellas se defiende, todas las demás la siguen. Es por esto que creamos esta iniciativa, para hacer que todas se defiendan”, agregó.

Hace apenas un año, y por primera vez en la historia reciente de Egipto, una joven llamada Samira presentó cargos contra uno de los perpetradores tras haber sido atacada por varios hombres durante una protesta contra el régimen militar. Y ganó el caso judicial.

“Estas historias todavía son inusuales. Se sigue viendo a las mujeres como las instigadoras y no como a las víctimas de estas acciones. Por lo tanto, prefieren mantener en secreto lo que les ocurrió”, dijo Zaghloul.

“Además, si una muchacha recurre a la policía, a menudo es acosada por los propios oficiales.Así que tener mujeres policías a cargo de este problema es un deber absoluto”, añadió.

Hasta hace poco no se veía mujeres policías en las calles de El Cairo. Ese era un trabajo reservado exclusivamente para los hombres.

Durante meses, Zaghloul y una decena de voluntarios de Basma patrullaron el hacinado metro y las atestadas calles de la capital. Actualmente, la coronel Manal les brinda plena asistencia.

Los periodistas son vistos con sospechas, en particular los extranjeros. El régimen interino que gobierna al país tras el derrocamiento del presidente Mohammad Morsi, en julio, lanzó una campaña contra los medios de comunicación, presentándolos como espías y colaboradores de la Hermandad Musulmana.

Por eso Manal ve también con recelo a IPS. Pero una referencia a Basma sirve para romper el hielo.

“Hace 50 años había tantas mujeres como hombres en la policía. Tenemos que volver a ese equilibrio”, dijo Manal. “Solo de esta manera las egipcias se sentirán seguras en las calles de El Cairo”.

Como las leyes no son claras, todavía es difícil combatir el acoso sexual. No obstante, Manal urgió a todas las víctimas a presentar cargos.

No todas las mujeres creen que se han logrado avances. Hend Elbalouty, de 25 años, fue testigo del ataque sexual que a comienzos de este año una pandilla cometió contra su hermana en la plaza Tahrir. Los cargos que presentó contra los perpetradores nunca recibieron el tratamiento debido.

“Estamos de nuevo en el punto de partida”, se lamentó Elbalouty. “(Tenemos) un Estado policial que es disfuncional. El hecho de que las mujeres tengan más poder ahora no cambiará el caos que domina el sistema legal de Egipto”.

Mohammad Jamees, un pasajero que viaja en el vagón de los hombres, no está a favor de esta iniciativa. “Combatir la delincuencia no es un trabajo de mujeres. Incluso para sus colegas hombres estas situaciones a menudo son incontrolables, así que ¿cómo pueden abordarlas las mujeres?”, planteó.

Las normas y los valores tradicionales, así como una división de tareas para hombres y mujeres, todavía están profundamente arraigados en la sociedad egipcia.

Pero Zaghloul es optimista. “La policía finalmente está asumiendo la responsabilidad. Llevará un tiempo que los hombres acepten la autoridad de las mujeres, pero esto es, definitivamente, un paso en la dirección correcta”, aseguró.

 

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