La joven pareja que llegó a la Clínica de Fertilidad del médico Bassem Elhelw sabía exactamente lo quería: concebir un hijo varón por fecundación in vitro (FIV).
Solo llevaban cuatro meses de matrimonio y ya tenían bastante experiencia en esto. Habían hablado con otros dos médicos expertos en fertilización, y la joven se había sometido ya a dos inducciones de ovulación.
Si les hubiera aconsejado paciencia y probar procedimientos menos invasivos, la pareja habría acudido a un cuarto médico, señaló Elhelw.
Las técnicas de reproducción asistida han explotado en Egipto. Según especialistas como Elhelw, es un campo fructífero para médicos que quieren hacer mucho dinero. Los tratamientos de FIV aumentaron significativamente desde la revolución de enero de 2011.
Con el derrocamiento de Hosni Mubarak (1981-2011) se terminaron muchas restricciones a la publicidad en televisión, y clínicas de FIV en El Cairo y en la norteña ciudad de Alejandría pueden promocionar mejor sus servicios.
Elhelw agregó que los infomerciales (comerciales televisivos de larga duración) se pueden ver incluso en zonas rurales antes aisladas, y ello ha generado expectativas desmesuradas sobre lo que puede lograr la reproducción asistida.
Pero además de esos cambios específicos, trabajadores de la salud advierten que los hechos de 2011 y la inestabilidad que ha vivido Egipto desde entonces también generaron una nueva dinámica. Con la revolución llegaron el vacío gubernamental y un cambio social mayor.
“Lo que cambió es la actitud hacia la infertilidad”, dijo Elhelw a IPS. “Las actitudes cambiaron porque en los últimos dos años las cosas pasaron muy rápidamente. El ritmo de vida en El Cairo solía ser muy lento”.[related_articles]
La cuenta espermática de los egipcios es baja, como documentó la investigadora Marcia Inhorn, de la estadounidense Universidad de Yale, en su estudio de 2004 Middle Eastern Masculinities in the Age of New Reproductive Technologies: Male Infertility and Stigma in Egypt and Lebanon (Las masculinidades de Medio Oriente en la era de las nuevas tecnologías reproductivas: La infertilidad masculina y el estigma en Egipto y Líbano).
Además, la prevalencia del síndrome de ovario poliquístico entre las mujeres de Medio Oriente es superior al promedio, y la obesidad tiene una gran incidencia en la infertilidad de las egipcias, dijo Inhorn a IPS.
Esos problemas se exacerbaron desde la revolución, según personal médico.
El desempleo y las tensiones sociales generaron un rápido cambio en las costumbres. Los hombres y las mujeres jóvenes pasan hoy más tiempo en cafés fumando shisha (o narguile, pipa oriental), encerrados muchas horas en ambientes llenos de humo. El tabaco es una conocida causa de infertilidad.
“El tabaco es hematotóxico. No es bueno para la calidad del esperma”, explicó Inhorn, y añadió que al menos 50 por ciento de los hombres en Medio Oriente fuman.
Ashraf Sabry, director de tres clínicas de fertilidad epónimas en El Cairo, dijo que entre 60 y 70 por ciento de los casos que atiende son sobre infertilidad masculina. El médico lo atribuye en parte al consumo de cigarrillos y a que los jóvenes pasan más tiempo en cafés de shisha.
Hoy “es muy fácil fumar. Estos chicos pasan mucho tiempo en esos cafés, pueden fumar dos o tres shishas cada vez”, señaló.
Ahora funcionan muchos cafés sin licencia, y sus dueños permiten que los jóvenes pasen muchas horas allí, indicó.
Estos factores están llevando a que cada vez más egipcios busquen ayuda médica para concebir.
“El número de parejas que vienen en busca de tratamiento para la infertilidad masculina está aumentando”, dijo Gama Serour, director de la Unidad de FIV de la Universidad Al Azhar de El Cairo, y experto en derecho reproductivo islámico.
La infertilidad masculina y femenina afecta a entre 10 y 15 por ciento de las parejas egipcias, agregó.
La regulación y el control de tratamientos médicos han estado fuera del radar de las autoridades desde la caída de Mubarak. Un proyecto de ley presentado en 2010 para reglamentar ciertos aspectos de la FIV, como la elección del sexo del bebé, quedó por el camino.
Mohammad Fathalla, portavoz del Ministerio de Salud, se rehusó a precisar si el gobierno considera adoptar alguna ley para controlar los centros de fertilidad.
El sector está bajo una muy liviana supervisión del Ministerio y del Sindicato Médico Egipcio, y teóricamente se guía por la ley islámica.
Mientras el gobierno se dedica a otros problemas, las malas prácticas florecen. Los pacientes se someten a procedimientos caros e innecesarios. A veces reciben un tratamiento completo de FIV cuando solo se requeriría una regulación hormonal.
Elhelw señaló que no le ha tocado atender a muchas mujeres con daños físicos causados por otros médicos, pero reconoció que estos casos no son inusuales en su clínica. Por su parte, Sabry dijo que haber atendido a “muchas” egipcias afectadas física, mental y financieramente por médicos inescrupulosos.
“Estaría feliz (con mayor regulación). Estos aventureros están dañando nuestro negocio”, afirmó Sabry.
Sus clínicas no aceptan la donación de óvulos, dijo. Esta práctica está prohibida por la ley islámica, aunque no la FIV.
La fecundación asistida fue introducida en Egipto en 1986, y entonces se establecieron una serie de pautas para implementarla, de acuerdo con la fe islámica.
Pero los reclamos de un registro de clínicas, un sistema de acreditación para los médicos, el nombramiento de un supervisor nacional y una ley que regule al sector han caído en oídos sordos, mientras la sociedad está absorta en otros temas políticos y sociales más acuciantes.
Por tanto, no se conoce el número preciso de clínicas de fertilidad que funcionan en el país ni de los médicos que las atienden.
Ragaa Mansour, uno de los pioneros de fecundación asistida en este país y director del Egyptian IVF&ET Centre, dijo a IPS que “no hay una acreditación nacional específica para la FIV y no hay organismo que supervise la práctica en cada centro” de fertilidad.
Serour no cree que se necesite una ley, que inhibiría la necesaria flexibilidad de las nuevas tecnologías.
El costo de un tratamiento básico de FIV varía entre 6.000 y 12.000 libras egipcias (entre 870 y 1.740 dólares). Si se quiere elegir el sexo del bebé, el precio asciende a entre 25.000 y 30.000 libras (entre 3.600 y 4.300 dólares).
Las sumas son bastante accesibles, según los estándares del Norte industrializado, pero no para Egipto, donde el salario mínimo equivale a 105 dólares. No obstante, las parejas se las arreglan para obtener el dinero de alguna forma, dijo Sabry.
“Es fácil para los ricos, pero la fertilidad es tan importante para todos los egipcios que los pobres piden prestado para hacerlo”, añadió.