Prosper Muripo es una de las muchas personas que se ganan la vida en el Zimbabwe rural vendiendo llamadas telefónicas y recargando baterías de teléfonos celulares con energía solar.
Muripo trabaja en un pequeño espacio que alquila a un tendero de la zona comercial de Gatora, en la provincia de Mashonalandia Oriental, en el noreste de este país de África austral.
“Cobro 50 centavos por recargar una batería durante 30 minutos y un dólar por una hora. A quienes no tienen teléfono les cobro 50 centavos por una llamada de un minuto”, contó Muripo a IPS.
Las zonas rurales de Zimbabwe no tienen casi infraestructura; el suministro eléctrico es deficiente y los caminos malos.
Por eso, las comunicaciones desde y hacia esas áreas siempre fueron limitadas.
Pero desde hace cinco años, la telefonía móvil permite conectar a la población rural con las ciudades.
La penetración de los teléfonos celulares en este país es de 97 por ciento, según la Autoridad de Regulación Postal y de Telecomunicaciones de Zimbabwe (Potraz, por sus siglas en inglés), encargada de emitir licencias de operaciones.
“El aumento de inversiones en infraestructura de comunicaciones en zonas urbanas y rurales permitió que las poblaciones marginadas ahora puedan usar teléfonos celulares”, dijo a IPS el director de Potraz, Alfred Marisa.
Los teléfonos móviles se convirtieron así en el modo más simple y barato de comunicarse.
El desempleo afecta a 7,7 por ciento de la población económicamente activa, según una encuesta sobre gastos, consumo e ingresos, realizada por la Agencia de Estadísticas de Zimbabwe entre 2011 y 2012 y publicada en junio.
Este es un cambio drástico respecto de mediciones anteriores que situaban el desempleo ente 85 y 90 por ciento.
Se estima que viven en el campo 72 por ciento de los 12,7 millones de habitantes de este país.[related_articles]
El estudio también indica que 8,2 millones de residentes rurales son pobres y que 10,7 por ciento no tienen trabajo.
A pesar de la pobreza, el uso de telefonía móvil aumenta con rapidez en las zonas rurales.
Según Frost and Sullivan – Growth Partnership Services, una compañía que realiza investigación corporativa para acelerar el crecimiento, «la cantidad de clientes de teléfonos móviles en Zimbabwe aumentó de menos de dos millones a fines de 2008, a más de 10,9 millones en 2013”.
Se prevé que en 2015 haya 13,5 millones de usuarios y que en 2016 la industria genere 1.340 millones de dólares.
Gran parte de este crecimiento se atribuye a la caída del precio de las tarjetas SIM (siglas de Subscriber Identity Module o módulo de identificación del suscriptor), que se utilizan para almacenar de forma segura la información que le permite al cliente identificarse en la red.
En 2008, costaban unos 90 dólares, y ahora menos de uno.
Desde 2009, cuando Zimbabwe permitió la circulación de varias divisas para combatir la hiperinflación, los aparatos chinos se volvieron muy accesibles. En promedio cuestan unos 21 dólares.
Los vendedores de celulares que ofrecen productos chinos en Harare aseguran que están haciendo un gran negocio.
“El negocio florece, en especial durante la temporada de cosecha de tabaco, cuando muchos agricultores venden sus productos en la ciudad. Desde que la medida de apertura estabilizó la economía, la gente tiene ingresos regulares y puede ahorrar para comprarse aparatos como teléfonos celulares, antes solo estaban reservados a los ricos”, dijo el vendedor Sylvester Mbirimani a IPS.
Telecel Zimbabwe, el segundo operador de telefonía móvil del país, amplía y mejora su red desde hace dos años para atender a más clientes en zonas rurales.
“Fuimos los primeros en bajar el precio de las tarjetas SIM y apuntamos a satisfacer a nuestros clientes y a promocionar el crecimiento en todas las áreas desconectadas”, señaló el director de mercadeo de Telecel, Octivius Kahiya, a IPS.
Son muchos los campesinos a quienes un teléfono móvil les abrió posibilidades.
Miriam Chauke, de Mutare, en la oriental provincia de Manicalandia, está desempleada y hace trabajos de medio tiempo, pero pudo ahorrar para comprar una tarjeta SIM y un teléfono móvil barato.
“Parece que el uso de teléfonos celulares se vuelve un derecho humano básico porque permite superar las barreras de comunicación”, observó.
“Los avisos de empleo se pueden mandar por esta vía. No tengo trabajo y cuando aparece una oferta en la capital o en otras ciudades, me puedo enterar» gracias a un mensaje de texto, dijo Chauke a IPS.
Los celulares también compensan la falta de servicios bancarios en las zonas rurales gracias a la banca móvil. Ahora la gente puede sortear las rígidas normas del sector y hacer giros de dinero. Pero todavía es un sector nuevo, pues la mayoría de la gente usa los móviles para hacer llamadas o enviar mensajes de texto.
El analista económico Eric Shabangu cree que la banca móvil tiene posibilidades de convertirse en la mayor plataforma bancaria de Zimbabwe.
“La rápida penetración celular, a diferencia de lo que ocurre con los servicios bancarios, creó un terreno fértil para el crecimiento del dinero móvil”, indicó Shabangu a IPS.
“La banca móvil podría ser la base de una rápida inclusión económica de personas que solo necesitarían teléfonos celulares para acceder a cierto tipo de servicios esenciales que antes les estaban vedados”, explicó.
Josham Gurira, economista de la Universidad de Zimbabwe, cree que esta transformación seguirá generando cambios en las zonas rurales del país.
“El acceso a las tecnologías de la información y la comunicación se considera ahora como un derecho humano básico, y los celulares ofrecieron la mejor oportunidad para reducir la brecha digital”, afirmó Gurira.
“El uso de la tecnología móvil empoderó a mucha gente y es una herramienta clave para ayudar a aliviar la pobreza”, puntualizó.
“La adaptación de la tecnología móvil redefinió la forma en que la gente se comunica y creó otras maneras de participación y conexión”, explicó Gurira.
“Los teléfonos móviles ofrecen una oportunidad de desarrollo para Zimbabwe”, añadió.