Los intereses comunes de Estados Unidos e Irán en Asia podrían servir de base para que ambos países trabajen juntos con vistas a superar décadas de hostilidad.
“Si Irán y Estados Unidos son capaces de superar sus diferencias en relación al programa nuclear iraní, si empieza a haber cierto avance en ese sentido, entonces veo oportunidades de diálogo y cooperación sobre una gama más amplia de temas, incluidos los que me competen, es decir Afganistán”, dijo a IPS el embajador James F. Dobbins, representante especial de Estados Unidos para Afganistán y Pakistán, en una conferencia de prensa realizada el lunes 16 en Washington.
A la elección del nuevo presidente de Irán, Hasán Ruhaní, un clérigo moderado con un respaldo centrista y reformista, así como con estrechos vínculos con el líder supremo Ali Jamenei, siguieron más señales de que ese país puede estar posicionándose para llegar a un acuerdo sobre su controvertido programa nuclear.
El hecho de que Ruhaní nombrara como su ministro de Relaciones Exteriores a Mohammad Javad Zarif, quien tendrá a su cargo el tema nuclear, fue recibido con beneplácito por las principales elites de la política exterior en Washington, que lo consideran un socio valioso para las negociaciones.
Este exembajador iraní ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), educado en Occidente, tiene previsto reunirse con su par británico William Hague en la Asamblea General a fines de este mes, lo que podría conducir a la reanudación de los vínculos diplomáticos que se interrumpieron luego de que manifestantes atacaran en 2011 la embajada británica en Teherán.
Dobbins, quien trabajó cerca de Zarif en 2001 tras ser designado por el gobierno de George W. Bush (2001-2009) para ayudar a establecer un gobierno en Afganistán luego de que desalojar del poder al Talibán, dijo a IPS que “Irán fue bastante útil” en esa tarea.
“Es de lamentar que nuestra cooperación, que pienso que en 2001 era genuina e importante, no pudiera mantenerse”, agregó Dobbins.
Estados Unidos interrumpió los esfuerzos oficiales hacia una mayor cooperación con Irán tras un discurso pronunciado en 2002 por Bush, en el que categorizó a Teherán como parte de un “eje del mal” con Iraq y Corea del Norte.
Aunque el discurso “Un nuevo inicio”, que el presidente Barack Obama ofreció en 2009 en El Cairo, señaló un alejamiento de la retórica de la era Bush sobre Medio Oriente, la política de Estados Unidos sobre Irán está centrada en las sanciones, lo que fue uno de los principales puntos de controversia en las conversaciones nucleares del año pasado.
Señales positivas de ambas partes
Varios hechos recientes, que continuaron incluso cuando Estados Unidos parecía estar posicionándose para atacar a Siria –aliada de Irán-, condujeron a especulaciones de que estos adversarios históricos pueden estar acercándose a unas conversaciones directas, aunque la Casa Blanca negó que vayan a tener lugar en la Asamblea General de la ONU.
Obama confirmó el domingo 15 los informes sobre un intercambio de cartas con Ruhaní.
La portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Irán, Marziyeh Afjam, también verificó el intercambio pero negó las especulaciones de que Siria fuera uno de los temas.
“La carta de Obama fue recibida, pero no era sobre Siria y era de felicitaciones (a Ruhaní), cuya respuesta se envió”, dijo Afjam a periodistas en Teherán, en declaraciones publicadas en la semioficial Agencia de Noticias Fars.
Que ambos líderes hayan reconocido públicamente un contacto tan inusual es un hecho importante en sí mismo, según Robert E. Hunter, quien integró el Consejo de Seguridad Nacional en el gobierno de Jimmy Carter (1977-1981).
“Este es un esfuerzo, más que nada, para probar las aguas de la política interna estadounidense en relación a las conversaciones directas, en relación a la posibilidad de ver si se puede hacer algo más productivo que en el pasado. Y exceptuando a las de Israel, no he visto muchas protestas con fuerza”, dijo Hunter a IPS.
“Los iraníes ya se han distanciado del asunto (sobre la negación) del Holocausto (judío a manos de los nazis) diciendo que fue ‘el otro’”, señaló, en alusión al expresidente Mahmoud Ahmadineyad. Pero, “como dice el refrán, el camino entre Teherán y Washington pasa por Jerusalén”, dijo Hunter, quien fue embajador de Estados Unidos en la Organización del Tratado del Atlántico Norte entre 1993 y 1998.
Pero para que Washington y Teherán mejoren sus relaciones también se necesita que Irán calme la preocupación de Israel sobre su programa nuclear y sobre el movimiento chiita libanés Hezbolá, sostuvo.
Hunter agregó que los “intereses compatibles” entre los dos países, como la seguridad y al estabilidad en Iraq y Afganistán, y la libertad de navegación en el estrecho de Hormuz, vital ruta de transporte petrolero, también podrían cimentar el camino hacia unas mejores relaciones.
Un cambio en Irán
Incluso Jamenei, quien siempre tuvo profundas sospechas sobre la política estadounidense hacia Irán, dio permiso a Ruhaní para ingresar en conversaciones directas con Washington, según un artículo de opinión publicado por el Project Syndicate y escrito por el exnegociador nuclear iraní Hossein Mousavian.
Durante una reunión celebrada el lunes 16 con el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, Jamenei también dijo que no se opone “a la diplomacia correcta”, y que cree en “una flexibilidad heroica”, según una traducción de Al-Monitor.
En otro comentario sorprendente, Jamenei se hizo de eco de declaraciones anteriores de Ruhaní en cuanto a que la Guardia Revolucionaria no necesita tener una injerencia directa en la política.
“No es necesario que actúe como guardia en la escena política, pero debería conocerla”, dijo Jamenei, quien durante años cultivó relaciones cercanas con la poderosa rama de las Fuerzas Armadas de Irán.
Irán tantea el terreno
El 12 de este mes, el titular de la Organización de Energía Atómica de Irán, Ali Akbar Salehi, anunció que el país había reducido su arsenal de uranio de bajo enriquecimiento (20 por ciento), convirtiéndolo en combustible para el Reactor de Investigaciones de Teherán.
El Instituto para la Ciencia y la Seguridad Internacional (ISIS, por sus siglas en inglés) describió esto como “engañoso”, en base a la poca cantidad de uranio de bajo enriquecimiento que Irán había convertido en combustible.
“Como tal, esta acción no puede verse como una medida significativa de creación de confianza”, sostuvo el ISIS en un comunicado de prensa.
Pero Paul Pillar, un ex alto analista de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos que entre 2000 y 2005 se desempeñó como encargado de inteligencia nacional para Medio Oriente y Asia austral, sostuvo que esto es “un ejemplo de un reduccionismo demasiado extendido que busca convertir cuestiones políticas y psicológicas en cuestiones técnicas”.
“Las medidas de creación de confianza… son gestos de buena voluntad e intención. No son muros contra una posible ‘rotura’ futura. Si lo fueran, no serían medidas de creación de confianza, (sino) una solución a todo el problema”, dijo Pillar a IPS.