Diplomacia para Siria ayuda a sacudir el orden mundial

Barack Obama conversa con el primer ministro de Italia, Enrico Letta, durante la cumbre del G-20 en San Petersburgo. Crédito: White House Photo / Pete Souza.

Cuando el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, intentó obtener apoyo para atacar Siria a fin de castigar al régimen de Bashar al Assad y disuadirlo de usar armas químicas, no consiguió muchos seguidores.

En la cumbre del Grupo de los 20 (G-20) países ricos y emergentes celebrada los días 5 y 6 de este mes en San Petersburgo, Rusia, Estados Unidos propuso una declaración para condenar el uso de armas químicas por parte de Siria. Pero alrededor de la mitad de los otros participantes –del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), la Unión Europea, Argentina, Indonesia, México y Alemania- optaron por no firmar.

En lo interno, una gama de encuestas de opinión pública reflejaron el creciente disgusto de los ciudadanos estadounidenses por las intervenciones militares. El periódico The New York Times y la cadena CBS, por ejemplo, preguntaron a 1.011 personas entre el 6 y el 8 de este mes si Estados Unidos debería asumir un rol de liderazgo en el intento por solucionar conflictos internacionales, y 62 por ciento dijeron que no.

“Uno ve señales de que se está produciendo un cambio gradual”, dijo Charles Kupchan, del Council on Foreign Relations.

[pullquote]3[/pullquote]Desde la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Estados Unidos ha sido un “proveedor de último recurso”, actuando solo o con una coalición para abordar problemas internacionales, dijo Kupchan a IPS. Pero ahora, el público estadounidense está más centrado en cuestiones internas y es cada vez más cauto ante la posibilidad de una intervención en el exterior.

“Estados Unidos simplemente no tiene la misma influencia que antes”, dijo Kupchan, señalando que esto es parte de un proceso en el cual la gobernanza mundial ya no se concentra en unas pocas potencias. “En varios sentidos, Siria es emblemática de estas tendencias a más largo plazo”, agregó.

Además, cuando Obama y el primer ministro británico David Cameron impulsaban la intervención militar en Siria, representantes en los respectivos Congreso y Parlamento la frenaron.

“No veíamos una influencia tan decisiva de las bases en la política internacional desde la era de la Guerra de Vietnam”, dijo James Paul, ex director ejecutivo del Global Policy Forum.

“Washington no se impuso sobre las creencias o las preocupaciones de la opinión pública mundial… Los gobiernos (de Estados Unidos y Gran Bretaña) querían proceder, pero no podían hacerlo sin apoyo (de la población). Incluso las monarquías del Golfo tienen que pensar cómo recibirá el público sus políticas”, señaló Paul a IPS.

¿Liderazgo de Estados Unidos?

En la sociedad estadounidense predomina la idea de que Washigton no está logrando asumir un rol de liderazgo uniltaeral, mientras sus principales rivales en el planeta promueven conceptos como la diplomacia y el multilateralismo.

El presidente chino Xi Jinping, por ejemplo, iniste en la adopción de un modelo de cooperación que sea beneficioso para todas las partes y en el que los países se comprometan entre sí como socios. Mientras, el presidente ruso Vladimir Putin criticó la noción de “excepcionalismo estadounidense” en un artículo de opinión que publicó el 11 de este mes en The New York Times.

“Hay países grandes y países pequeños … (pero) no debemos olvidar que Dios nos creó como iguales”, esciribió Putin.

El ministro ruso de Relaciones Exteriores, Sergey Lavrov, asumió la iniciativa de mediar un acuerdo diplomático entre Estados Unidos y Al Assad, que obligue a este último a entregar su arsenal de armas químicas a la comunidad internacional a cambio de no ser atacado militarmente. Pero Obama fue criticado en su país por respaldar ese arreglo.

“Estados Unidos tiene hoy menos influencia y menos flexibilidad, y es menos respetado que otrora”, dijo Paul. “Pero debemos ver lo que ocurrió con Siria no como un fracaso estadounidense, sino más bien como una suerte de éxito, en el que el gobierno de Obama reconoció sus límites y estuvo dispuesto a cambiar de rumbo en vez de encaminarse hacia una muy riesgosa opción bélica”.

No obstante, muchos funcionarios estadounidenses miran con recelo a Putin, quien concedió asilo en su país a Edward Snowden, exempleado de la empresa privada de inteligencia Booz Allen Hamilton y quien filtró información secreta de Estados Unidos.

Las leyes contra la “propaganda homosexual” aprobadas en los últimos tiempos en Rusia también afectaron la imagen de Putin en Occidente.

Comprometerse diplomáticamente con Rusia a propósito de Siria puede mejorar las relaciones bilaterales. Por ejemplo, puede permitir que Washington y Moscú renueven las negociaciones por el desarme nuclear.

“Pero si este acuerdo da un traspié, y parece que Rusia actuó de mala fe, hará más mal que bien”, advirtió Kupchan.

[related_articles]Paul dijo que el arreglo alcanzado entre Estados Unidos y Rusia le devuelve la posta a la diplomacia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), lo cual prepara el camino para que el enviado especial del foro multilateral, Lajdar Brahimi, vuelva a intentar negociar un acuerdo político para poner fin a la mortal guerra civil de Siria.

“Cuando las grandes potencias apelan a la ONU, podemos respirar aliviados”, opinó Paul.

“Con suerte, el pueblo sirio podrá esperar la paz y la renovación política. El público de Occidente, al oponerse a la guerra, lo ha hecho posible” esta oportunidad, agregó.

El mundo multipolar

Poco después de la cumbre del G-20 en Rusia hubo otra reunión en Bishkek, Kirguistán, en la que se dieron cita los jefes de Estado de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), integrada por ex naciones soviéticas y China.

Los líderes de la OCS también promovieron nuevas ideas para el desarrollo y el comercio en Europa oriental y Asia. Cuando en 2006 Estados Unidos se postuló al estatus de observador en la OCS, su solicitud fue rechazada.

La OCS refleja el rol cada vez más importante de las organizaciones y alianzas regionales para abordar asuntos internacionales en un mundo “multipolar”. Entre esas entidades figuran la Unión Europea, la Unión Africana, la Unión de Naciones Suramericanas, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático y el Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo, entre otras.

Ante la pregunta de si en un mundo multipolar la norma será la diplomacia o la coerción, Kupchan respondió: “Pienso que puede ser de cualquiera de las dos maneras. Podría decirse que en un mundo en el que hay múltiples centros de poder, estos pueden abordar los desafíos mundiales solo mediante la cooperación multilateral. A concecuencia, se puede esperar más de ella”.

“Un punto de vista alternativo sería: en un mundo en el que hay una dispersión del poder, habrá más competencia por la primacía y el estatus, y a consecuencia se verá menos multilateralismo y más rivalidad geopolítica”, planteó.

“Pero soy suficientemente realista para decir que la posición por defecto será de una creciente rivalidad, y solo mediante políticas realmente buenas y esfuerzos constantes domesticaremos esa rivalidad a través de la cooperación multilateral”, añadió Kupchan.

 

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