Casi 20 años después de la histórica conferencia de la ONU sobre población y desarrollo, a los países latinoamericanos se les abre la oportunidad de avanzar en una nueva agenda en la materia dado el nuevo contexto económico favorable, que ha permitido reducir las históricas desigualdades sociales.
El debate sobre la situación en la región estuvo en la mesa del encuentro preparatorio en Río de Janeiro de la I Conferencia Regional sobre Población y Desarrollo de América Latina y el Caribe, que tendrá lugar del 12 al 15 de agosto en Montevideo auspiciada por dos agencias especializadas de la ONU (Organización de las Naciones Unidas).
Demógrafos y representantes de gobiernos de la región están convocados desde el lunes 15 y hasta el miércoles 17 por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) para hacer un balance sobre los desafíos de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (CIPD), celebrada en septiembre de 1994 en El Cairo y que aprobó un plan de acción hasta 2014.
“El contexto actual de crecimiento económico y de mejoras distributivas abre una oportunidad para avanzar en la eliminación de los desequilibrios socioeconómicos y calidad de vida”, dice el documento base del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
El conferencista Juan José Calvo, de la Comisión Sectorial de Población del gobierno de Uruguay, coincide con ese análisis para una población latinoamericana que en las últimas seis décadas pasó de 167 millones de personas a 596 millones, según datos de 2010.
“En los últimos 20 años hemos tenido avances extremadamente significativos, en algunos casos a pasos de gigante, lo cual no significa que no continuemos teniendo desafíos relevantes incluso en las mismas áreas. Es decir que hemos sacado a decenas de decenas de latinoamericanos de la pobreza y de la indigencia, pero ello no quita que siga siendo aún el problema principal a resolver”, dijo Calvo a IPS.
[related_articles]El programa de acción de la CIPD recomendaba un conjunto de metas cuantitativas entrelazadas, como el acceso universal a la educación primaria, con énfasis en las niñas, la promoción de la salud y los derechos reproductivos, incluyendo la planificación familiar, la reducción de índices de mortalidad y morbilidad materno-infantil, la igualdad de género y el aumento de la expectativa de vida.
Contemplaba, en el marco de un “desarrollo sustentable”, temas más generales como la reducción de la pobreza y de las desigualdades sociales, generacionales y étnicas.
Algunos países mejoraron esos indicadores y, junto a eso, otros que inciden en la interrupción del ciclo histórico de la desigualdad, como la educación. En Argentina, Chile y Uruguay, por ejemplo, casi toda la población menor de 15 años permanece en el sistema educativo, pero el promedio en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua es que un cuarto de jóvenes de esa edad están afuera, apuntó el experto.
Otro avance fue el de una acelerada caída de la fecundidad, iniciada en la primera mitad del siglo XX. La región de América Latina y el Caribe tenía índices reproductivos que figuraban entre los más altos del mundo, de casi seis hijos por mujer.
Cuatro décadas después, la fecundidad ya estaba debajo del promedio mundial, de 2,9 hijos por mujer, y en las últimas décadas se redujo hasta 2,17 hijos por mujer.
Asimismo, esta población consiguió desde 1950 hasta la actualidad 23 años más de promedio de vida, lo cual permitió que en el quinquenio actual la esperanza de vida al nacer sea de 75 años. En el mismo período, la mortalidad infantil cayó de 138 a 18 muertes por cada 1.000 nacidos vivos.
Pero esas mejoras no se reflejan de la misma manera por países, regiones o grupos étnicos. “América Latina y el Caribe continúa siendo la zona que tiene la mayor desigualdad de todo el planeta y ese es el desafío probablemente prioritario”, señaló Calvo.
“Si bien hemos avanzado significativamente en la mayoría de los indicadores que determinan mejoras en las condiciones de vida, aún hay brechas inaceptables en temas como salud sexual y reproductiva, en situación de pobreza y educación dependiendo del sexo o edad de la persona”, agregó al referirse, por ejemplo, a los pueblos indígenas.
Calvo precisó que los problemas de base se remontan a los años 90, cuando una “predominancia de gobiernos con orientación neoliberal abandonaron la planificación como instrumento de las políticas públicas”.
En la actualidad, “varios gobiernos progresistas retoman el tema de la planificación”, entre las que se cuenta “la demográfica”, apuntó.
“Muchos han creado ministerios “de desarrollo social”, instituciones de jóvenes y de mujeres, por ejemplo, “que son mecanismos operativos para llevar adelante marcos normativos de un “carácter más avanzado”, opinó.
Sin embargo, ni siquiera esos gobiernos han podido superar posiciones conservadoras internas, que les impiden avanzar en cuestiones como los derechos sexuales y reproductivos, considerados “fundamentales” por el demógrafo brasileño George Martine.
Conceptos “fundamentalistas”, según la brasileña Elsa Bercó, tampoco permitieron en El Cairo discutir libremente temas como preferencia sexual, aborto, embarazo de adolescentes. Asuntos que “no se materializaron en políticas públicas o por decisiones de cortes superiores de justicia”, ejemplificó Sonia Correa, fundadora de la organización feminista brasileña “SOS Corpo”.
“En El Cairo hubo avances respecto del desarrollo, equidad de género y derechos reproductivos, pero no se cumplió toda la agenda y quedaron cosas más delicadas afuera que no se discutieron por razones ideológicas”, analizó Martine en entrevista con IPS.
Martine atribuyó esa carencia a la “oposición religiosa”, que es “capaz incluso de influenciar gobiernos” que tienen “una agenda propia más progresista”.
En tanto, la especialista Magdalena Chu, fundadora del programa de posgrado de Demografía y Población de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, resaltó avances en la región en las áreas de derechos sexuales y reproductivos.
“En esta época hay más nociones de que las personas son libres de decidir para planificar su familia o utilizar tal o cual método de planificación familiar”, ilustró. Pero también responsabiliza a sectores conservadores por el hecho de que muchos gobiernos no hayan podido implantar abiertamente esas políticas.
Los ponentes en la conferencia de Río de Janeiro plantearon otros temas pendientes, como los procesos de urbanización y sus consecuencias ambientales.
Son procesos “inevitables”, según Martine, pero “con falta de políticas por parte de los administradores”.
“Hemos avanzado en el camino del desarrollo, pero todavía nos queda mucho más por hacer”, resumió Calvo.