Mientras los habitantes de esta ciudad turca celebraban la reapertura del Parque Gezi, el céntrico espacio verde que desató las protestas de junio contra el gobierno, otra demolición estaba en ciernes… y también otra protesta.
Esta vez, el motivo fueron los jardines ubicados dentro de las murallas de la parte antigua de Estambul, que datan del siglo VI. Pero, ¿acaso el Parque Gezi dejó una lección que ahora puede influir en la respuesta de funcionarios y manifestantes?
Las protestas del mes pasado obedecieron a que en Gezi, uno de los últimos espacios verdes de la ciudad, se quería construir un centro comercial.
Después de que las autoridades cerraran el parque por varias semanas, este fue abierto brevemente al público el lunes 8, rebosante de flores nuevas. Un tribunal de Estambul dictaminó en junio que la renovación de Gezi propuesta por el gobierno no era de interés público, aunque todavía se prevé una apelación.
Pero el parque no estuvo abierto por mucho tiempo. Luego de tres horas, la policía volvió a clausurarlo previo a una movilización nocturna de la Plataforma de Solidaridad con Taksim, la coalición que antes había ocupado el lugar.
Cientos de manifestantes contra el gobierno intentaron llegar al sitio y a la adyacente Plaza Taksim, pero la policía antidisturbios los frustró, acordonando el lugar y usando gas lacrimógeno para dispersarlos hacia las calles laterales.
Ciudadanos comunes que salían de sus trabajos e intentaban volver a sus casas caminando también fueron dispersados junto a los manifestantes.
Pero ni los manifestantes ni la policía, que sienten que cuentan con el respaldo del gobierno, parecen estar dispuestos a abandonar su cometido, lo que convierte al pánico y al gas lacrimógeno en la nueva normalidad para este barrio de Estambul.
Esa resolución ya parece tener algún efecto en un grupo mucho más pequeño pero no menos determinado. En la mañana del lunes 8, unas 50 personas se congregaron para defender los jardines de Yedikule, un área de verdes terrenos que se amplió a lo largo de las murallas de la era bizantina, sitio protegido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
La Municipalidad de Fatih, dueña de los jardines, planea construir un parque en por lo menos cuatro de los aproximadamente 10 predios que hay dentro de las murallas. No está claro el alcance del proyecto, que fue aprobado el 5 de este mes.
Los críticos sostienen que la demolición de los jardines, luego de las protestas del Parque Gezi, son otro ejemplo de la primacía de los programas de construcción del gobierno por sobre todas las demás consideraciones.
“Cuando uno hace algo como esto, es como talar los árboles del Parque Gezi. Es el mismo concepto”, dijo Alessandra Ricci, una arqueóloga italiana que estudió el sitio y criticó a la Unesco por no manifestarse sobre la destrucción de los jardines.
“Las autoridades están destruyendo el patrimonio cultural de la ciudad”, agregó.
Günhan Börekçi, profesor adjunto de historia en la Universidad Sehir de Estambul, dijo que, “en términos generales, en la municipalidad hay personas orientadas a los proyectos, pero no les importa realmente lo que se pierde”.
Börekçi asistió a la manifestación de Yedikule. Por lo menos un jardín ya estaba parcialmente cubierto de basura.
[related_articles]El sector de la construcción es clave en el crecimiento económico de Turquía, y también ayuda a expandir su influencia regional. Las empresas turcas del rubro operan en unos 100 países, levantando desde edificios de blanco marfil en Ashgabat, la capital de Turkmenistán, hasta aeropuertos en múltiples capitales balcánicas.
En territorio turco, Estambul, la ciudad más conocida del país, es escenario de la mayor parte de la construcción.
El analista político Cengiz Aktar, de la Universidad de Bahçeşehir, cree que el gobierno turco todavía no ha podido equilibrar nuevas obras, renovación y preservación del pasado de la ciudad.
En cambio, se hace énfasis en las ganancias a corto plazo, señaló.
“No hay un plan para la ciudad. No hay planificación urbana. Cada espacio que existe es bueno para construir” a los ojos del gobierno, dijo. “Hay apetito por el dinero rápido”.
Sin embargo, al mismo tiempo, los políticos creen que están haciendo de Estambul un lugar mejor, dijo Aktar. “Entienden la modernidad urbana de un modo muy particular. Están imitando lo que probablemente se hizo hace 100 años en Estados Unidos… Es un concepto totalmente anticuado”, planteó.
Mustafa Demir, alcalde de la municipalidad de Fatih, dio la impresión de creer realmente en su proyecto de renovación cuando se reunió con quienes protestaban contra la destrucción de los jardines de Yedikule. En medio de una discusión entre residentes del lugar, llegó con un séquito que portaba pancartas que mostraban un río artificial y espacios verdes en vez de los jardines.
Los residentes que apoyaron la renovación creen que el cambio aumentará la seguridad y los valores de las propiedades en este barrio. Quienes disienten temen por sus ingresos, que proceden de la venta de verduras cultivadas en los jardines.
Cuando estallaron una discusión y una pequeña refriega, los manifestantes se retiraron.
La multitud se disipó gradualmente mientras un viejo autobús de la municipalidad, lleno de policías, circulaba a través de un polvoriento terreno hacia el jardín. Un residente repitió varias veces el nombre del área, y luego se encogió de hombros.
Caroline Finkel, una historiadora experta en la era del Imperio Ottomano que vive en Estambul, dijo que, según registros bizantinos, los jardines datan del siglo VI, y que deben preservarse no solo por su valor histórico, sino también porque proveen a la población local de su sustento.
La municipalidad está expulsando a las personas de sus tierras de un modo muy cruel y sin darles ninguna ayuda, sostuvo. Por lo menos el inquilino de un jardín ya pagó el alquiler por todo el año.
No se sabe si la municipalidad considerará o no compensar a los residentes afectados. No fue posible obtener declaraciones de representantes del gobierno de Fatih.
Estos proyectos están en marcha desde hace años, observó Aktar, pero el movimiento del Parque Gezi cambió el modo como el público percibe estas iniciativas de “gentrificación” o aburguesamiento.
El movimiento del Parque Gezi “sin duda ayudó a crear conciencia sobre la potencial destrucción (que pueden acarrear) estos enormes proyectos de construcción”, dijo.
* Justin Vela es un periodista independiente radicado en Estambul. Este artículo fue publicado originalmente en EurasiaNet.org.