Más de tres décadas después de la independencia de Zimbabwe, el desarrollo del ámbito rural sigue siendo una cuenta pendiente. Los llamados “puntos de crecimiento”, creados en los años 80 para fomentar la urbanización, se convirtieron en simples centros donde funcionan tabernas.
En todo el país, los habitantes demandan la reactivación de esos puntos, aun cuando el gobierno de este país de África austral admitió en enero que no tenía dinero ni siquiera para financiar las próximas elecciones generales.
Los comicios están previstos para fines de este año, pero la fecha exacta aún no ha sido fijada.
Según explicaron analistas, los puntos de crecimiento eran zonas que tenían el objetivo de convertirse en poblados, con sus propias industrias y complejos habitacionales.
Su propósito era ofrecer empleo en las áreas rurales y mejorar las economías locales, sin obligar a las personas a emigrar a las grandes ciudades para conseguir trabajo.
“En los años 80, el gobierno creó muchos puntos de crecimiento. Inversores ayudaron a poner las estructuras y a iniciar negocios viables”, explicó a IPS el sociólogo Wisedom Ncube, de la Universidad de Zimbabwe.
Pero la mayoría “no lograron atraer inversiones significativas, salvo para la construcción de unas pocas oficinas de gobierno y silos de la Junta de Comercialización de Cereales, que gradualmente se convirtieron en elefantes blancos”, indicó.
Zimbabwenses con los que habló IPS dijeron que, aun cuando el gobierno está en crisis financiera, debe hacer algo para reactivarlos.
En enero, el ministro de Finanzas, Tendai Biti, aseguró a periodistas que el Estado solo tenía la ínfima suma de 217 dólares en sus arcas, luego de haberles pagado a los funcionarios públicos.
James Mazazi, jefe de la aldea de Zvimba, en la Provincia del Mashonaland Occidental, es uno de los que apoyan la idea de reactivar los puntos de crecimiento.
“A lo largo de los años no hubo cambios significativos. Los bares siguen siendo populares. Muchos de nuestros hijos cruzaron la frontera buscando una vida mejor, porque los negocios ya no reciben asistencia del gobierno”, dijo a IPS.
“El gobierno prometió traer inversiones y crear empleos para nuestros jóvenes, pero en estos años no ocurrió nada creíble, y nuestros jóvenes siguen dependiendo de la agricultura”, añadió.
Los zimbabwenses han sufrido décadas de inestabilidad económica y política, que ha causado el gradual cierre de muchas industrias en las ciudades más importantes, como Harare, Bulawayo y Gweru.
Entre 2003 y 2009, este país registró una de las peores tasas de hiperinflación en el mundo, que este año llegó a 231 por ciento. Esto se vio agravado con el deterioro del transporte aéreo y ferroviario. Poco a poco, los puntos de crecimiento fueron olvidados.
“Los puntos de crecimiento fueron propuestos por el gobierno zimbabwense en los años 80 con el objetivo de descongestionar las ciudades y los poblados, así como para frenar la migración interna mediante la creación de empleos y asegurando servicios básicos a los habitantes en las zonas rurales”, indicó.
“Casi tres décadas después, la mayoría de esos puntos están a medio desarrollar, en donde los puestos de venta de cerveza son el negocio más lucrativo”, dijo a IPS el analista y planificador urbano Innocent Chakanyuka, de la Universidad de Zimbabwe.
Por su parte, Mathew Nyawasha, concejal de Mrewa, en la Provincia de Mashonaland Oriental, subrayó la importancia de crear empleo para los jóvenes.
“Si los puntos de crecimiento se transformaran efectivamente en centros industriales y se crearan empleos, la mayoría de nuestros jóvenes que ahora viven como refugiados en tierras extranjeras podrían regresar y tener un mejor futuro, viviendo junto a sus familias”, dijo a IPS.
En tanto, Silvester Candiero, de la aldea de Nhongo, en la provincia de Midlands, dijo a IPS que en los puntos de crecimiento se deberían instalar las fábricas de algodón y las oficinas de venta de tabaco.
Esto, explicó, les ahorraría a los agricultores un agotador viaje a Harare para vender sus productos.
“Los cultivadores de tabaco viajan considerables distancias para llegar a Harare, y algunos quedan varados en la capital, donde pasan semanas o meses sin conseguir un techo. Después de recibir su paga, muchos son víctimas de algún robo, y regresan sin dinero”, dijo Candiero.