Las primeras protestas contra el gobierno de Etiopía en ocho años, ocurridas este mes, están lejos de ser una señal de una mayor tolerancia política en este país, aclararon analistas y líderes de la oposición.
“No ha habido cambios desde (el gobierno del fallecido primer ministro) Meles (Zenawi, entre 1995 y 2012). Todavía son dictadores totalitarios que gobiernan este país como maniáticos del control”, dijo a IPS el presidente del opositor Partido Azul, Yilkal Getnet.
“El gobierno no quería darnos permiso, pero cedió ante la oportuna y estratégica planificación de los líderes del Partido Azul, que fueron capaces de romper el silencio, desafiar el sistema y abrir la puerta a la expresión pública”, añadió.
Yilkal explicó que su agrupación le advirtió al gobierno que, si no le permitía realizar una movilización que tenía prevista para principios de este mes, la llevaría a cabo de todas formas durante las celebraciones del 50 aniversario de la Unión Africana, entre el 25 y el 27 de mayo.
“Les dijimos: ‘Si no nos dan permiso, lo haremos de todas maneras. Pueden hacer lo que quieran. Pueden matarnos, pueden arrestarnos, pueden tomar la medida que quieran. Este es nuestro derecho constitucional. Es el derecho fundamental de todos los etíopes”, dijo Yilkal.
Finalmente, la protesta se realizó el 2 de este mes, y fue la primera movilización antigubernamental desde 2005. Miles de personas acudieron exigiendo una mayor apertura y la liberación de periodistas y prisioneros políticos.
El Partido Azul, fundado hace tan solo un año, también demandó reformas para crear empleos y poner fin a la interferencia del Estado en los asuntos religiosos de la población. Asimismo, exigió al gobierno que pague compensaciones a las comunidades locales desplazadas por el desarrollo urbano.
Según el Informe Anual 2012 de la organización humanitaria Amnistía Internacional, el gobierno de Etiopía ha “usado acusaciones penales y de terrorismo para silenciar el disenso”.
Muchos periodistas y políticos de oposición fueron arrestados y acusados por diferentes delitos, incluyendo terrorismo y traición.
“La legislación es represiva e impide en los hechos que funcionen organizaciones de derechos humanos. Grandes porciones de tierra son arrendadas a compañías extranjeras, provocando un desplazamiento a gran escala de poblaciones locales”, denuncia el informe.
“Todavía continúan las obras de construcción de una represa que podría afectar la vida de medio millón de personas”, añade.
Las protestas, que se realizaron sin interferencia de la policía, dejaron a algunos analistas especulando sobre si podían tratarse de una señal de mayor tolerancia hacia la oposición en este país del Cuerno de África.
Sin embargo, según el politólogo Hallelujah Lulie, del Instituto para Estudios de Seguridad en Etiopía, es aún muy pronto para afirmar que haya un cambio en la postura del gobierno.
“Es posible que este sea el comienzo de una liberalización y de un avance en la era post-Meles”, dijo el analista a IPS. “Pero en este momento es demasiado pronto para saberlo. Tenemos que esperar a ver cómo reacciona el gobierno ante futuros intentos del Partido Azul de realizar protestas y a las actividades de la oposición”, puntualizó.
“Las demandas no son diferentes a las de anteriores protestas, pero el momento es extremadamente significativo. Nada pasó durante ocho años, pues no hubo movilizaciones desde las elecciones de 2005”, recordó Hallelujah.
“No es seguro que el gobierno vaya a permitir que sigan las protestas, pero lo cierto es que el Partido Azul irrumpió en la escena política en un momento en que todas las organizaciones no gubernamentales, la sociedad civil y los medios están en su momento más débil”, añadió.
Luego del anuncio en 2005 de que el gobernante Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (FDRPE) había ganado otro mandato, miles de personas tomaron las calles para expresar su descontento con los resultados de las elecciones.
El FDRPE está en el gobierno desde 1991, y en los comicios de 2005 parecía que podía ser derrotado por la opositora Coalición para la Unidad y la Democracia o por las Fuerzas Democráticas Etíopes Unidas.
Tras el anuncio de los resultados, se desataron fuertes enfrentamientos entre opositores, policías y simpatizantes del gobierno. Miles de personas fueron arrestadas.
Muchos líderes posteriores del Partido Azul emergieron de las protestas de 2005. Yilkal, quien se graduó como ingeniero, era entonces un activista juvenil que apoyaba a otra fuerza opositora.
El gobierno lo mantuvo tres meses en un campo de concentración militar, y luego otros tres en una prisión.
“Fue un momento muy difícil para nosotros”, recordó. “Nos torturaban, estaba muy caluroso, y nos interrogaban todos los días, nos hacían infinidad de preguntas y no teníamos idea qué responder”, recordó.
Pese a todas estas denuncias, Getachew Reda, portavoz del primer ministro Hailemariam Desalegn, aseguró que siempre hubo manifestaciones en este país, y que para ellas no es necesario un permiso del gobierno.
Solo se debe notificar a las autoridades para que estas puedan organizar la logística y las medidas de seguridad necesarias, señaló.
“Es muy cínico solicitar el poder protestar durante el aniversario del 50 aniversario de la Unión Africana, cuando necesitábamos concentrar toda nuestra seguridad en esas celebraciones”, dijo a IPS.
El funcionario dijo que la afirmación de que las protestas estaban prohibidas era resultado de un malentendido, y aseguró que solo se restringieron durante un mes en 2005 para la celebración de las elecciones.
También adelantó que el gobierno no tomará en cuenta las demandas del Partido Azul. “Nunca vamos a considerar esas escandalosas demandas. Primero tienen que dar lugar a que actúe la justicia y agotar todas las vías legales antes de salir a gritar por la calle”, dijo Getachew.