Todas las miradas se dirigen a Libia desde que el presidente de Níger, Mahamadu Isufu, declaró que los últimos ataques en el norte de su país habían sido obra de terroristas malienses ubicados en el sur libio.
Algunos analistas de seguridad afirman que hay campamentos de grupos islamistas de Malí en el sur de Libia, pero otros aseguran a IPS que eso es imposible.
El director del Centro de Estudios Africanos de Trípoli, Faraj Najem, dijo a IPS que Malí no comparte frontera con Libia, lo que impide el desplazamiento de combatientes hacia el sur de este país.
“A su vez, Trípoli podría acusar a sus vecinos argelinos y nigerinos, pues si los terroristas malienses están en Libia, tuvieron que pasar por esos países antes de llegar aquí”, planteó.
El grupo yihadista Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), encabezado por el argelino Mojtar Belmojtar, se atribuyó la autoría de dos atentados suicidas perpetrados el 23 de mayo en Níger, en la base militar de Agadez y en la mina de uranio de Arlit.
Los insurgentes explicaron que los ataques fueron un castigo por el apoyo de Níger a la intervención francesa en Malí.
Una coalición de organizaciones islamistas, entre ellas AQMI, el Movimiento por la Unicidad y la Yihad en África Occidenal y Ansar Dine, ocuparon el norte de Malí a principios de 2012, hasta que la intervención de Francia, a principios de enero de este año, permitió que el ejército local recuperara el control de la zona.
Según el gobierno de Níger, los ataques en su país se planificaron en Libia. Pero el primer ministro libio Ali Zeidan rechazó las acusaciones, que calificó de “infundadas”.
“El sur de Libia está controlado por los tubus, que no están relacionados con los movimientos islamistas. Los tuaregs del Azawad y de Ansar Dine de Malí están requeridos en Libia porque lucharon con las fuerzas del (fallecido coronel Muamar) Gadafi, así que no pueden regresar”, explicó Najem.
Gadafi gobernó Libia desde 1969 hasta que las fuerzas rebeldes libias lo capturaron y asesinaron en octubre de 2011. El nuevo gobierno asumió en noviembre del año siguiente.[related_articles]
“No tengo información de ninguna presencia terrorista en el sur de Libia”, dijo Hussein Hamed al-Adsari, miembro tuareg del parlamento en Ubari, en el sudoeste de Libia, en entrevista con IPS en Trípoli.
Abu Azum, diputado de la región de Fezzan, en el sur de Libia, dijo que el caso no está claro.
“No creo que los terroristas provengan de aquí. Al mismo tiempo, es totalmente posible que consigan armas en el sur. Están dispuestos a pagar un alto precio por ellas y hay muchas circulando en Libia”, dijo a IPS.
Agila Maju Uled, representante de la comunidad slimane en Sebha, también en el sur libio, observó que a pesar de que “las fronteras con Chad, Níger y Sudán están oficialmente cerradas” desde diciembre de 2012, “todo el mundo las cruza como si nada”.
Pero él no cree que haya campamentos de rebeldes armados en esa región.
“Es posible que los terroristas hayan atravesado Libia rumbo a Níger, desde Malí, para cubrir sus huellas. Pero no es posible que sigan aquí. Todo el mundo sabe todo en el desierto. Si llega alguien nuevo se sabe de inmediato”, dijo Maju Uled a IPS.
Pero un analista de seguridad de Trípoli que pidió reserva de su identidad no estuvo de acuerdo. “Es cierto que las tribus del sur controlan todo el territorio. Y por eso saben muy bien que AQMI está en la zona”, opinó.
Samuel Laurent, autor de “Sahelistan”, un libro sobre los movimientos yihadistas de la región, coincidió con él. “Los tuaregs, quienes controlan el sudeste de Libia esconden a insurgentes islámicos. Como regla general, las razones son principalmente económicas más que ideológicas”, explicó.
“Belmojtar es millonario”, apuntó.
Laurent, consultor en temas de seguridad, señaló que los islamistas malienses se establecieron en Libia en noviembre de 2012, mucho antes de la intervención francesa. “El verdadero núcleo de AQMI se reagrupa en el sudeste de Libia desde hace meses”, observó.
Según él, Trípoli nunca accederá a una intervención occidental, a diferencia del gobierno de Malí.
“Es más, gracias al alijo de armas del régimen de Gadafi, las armas están en circulación. Por lejos, Libia es un refugio más rentable para los terroristas que Malí”, aseguró.
A principios de este mes, París y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ofrecieron ayuda al gobierno de Libia contra los combatientes de Al Qaeda, expulsados del norte de Malí.
El ministro de Defensa de Francia, Jean-Yves Le Drian, dijo que su país estaba “listo” para ayudar a Libia a “asegurar sus fronteras” del sur.
La OTAN anunció el 4 de este mes que enviaría a un equipo de expertos a Libia. Su secretario general, el danés Anders Fogh Rasmussen, fue categórico al afirmar que, de ninguna manera, la misión era un despliegue de tropas en el terreno.
El gobierno de Libia solicitó asistencia a la OTAN y a algunos países occidentales para asegurar sus fronteras, pese a que algunos miembros del gobierno tienen reservas.
“La intervención de la policía y del ejército libios en el sur es la opción preferida”, indicó Al Adsari. “Si bien estas instituciones no están totalmente formadas, los libios tienen que hacerse cargo de la situación”, añadió.
Maju Uled agregó: “No me agrada la idea de una intervención externa. Si Occidente quiere ayudarnos, debe entrenar a nuestro ejército, no venir y hacer cumplir la ley en nuestro territorio”.
En una conferencia de prensa, el 3 de este mes, Zeidan anunció medidas para reforzar la presencia del ejército libio. Entre ellas aumentar los salarios y los beneficios a 1.200 dólares como incentivo para que los soldados y los exrebeldes accedan a trabajar en el difícil sur del país.