Avistar ballenas, no comerlas

Muerta y ya sin su aleta, una ballena es devuelta al puerto en Reykjavik. Crédito: Lowana Veal/IPS.

Tras una pausa de dos años, Islandia reanudó la caza de ballenas de aleta. Pero ambientalistas de otros países se esfuerzan por frenarla.

Un consorcio de cuatro organizaciones ambientalistas divulgó en mayo un comunicado relativo al fabricante japonés de alimentos para mascotas Michinoku Farms, en que reclaman a esa firma dejar de producir golosinas para perros hechas con aletas de ballena desecadas de origen islandés.

El consorcio lo conforman el Instituto de Bienestar Animal (AWI, por sus siglas en inglés), la Agencia de Investigación Ambiental (EIA), Whale and Dolphin Conservation y la japonesa IKAN.

Los productos denunciados habían aparecido en el sitio web de la empresa a comienzos de este año.

La publicidad funcionó. El director de Michinoku, Takumo Konno, anunció en un plazo de horas que los manjares caninos serían retirados del mercado, dado que aunque estos eran legales en Japón no querían herir los sentimientos de nadie.

En mayo, una coalición de organizaciones estadounidenses dedicadas al bienestar animal y la conservación, incluidas AWI y EIA, pidieron al gobierno de Barack Obama que impusiera sanciones económicas a Islandia porque había reanudado la caza de ballenas.

Antes, en septiembre de 2011, al final de la última temporada de caza de ballenas para obtener sus aletas y por instigación de 19 organizaciones no gubernamentales de Estados Unidos, Obama decidió imponer sanciones diplomáticas a Islandia por sus actividades balleneras.

Pero esos grupos señalan que ahora se necesitan medidas más fuertes.

“Dada la decisión de reanudar la caza de ballenas para obtener sus aletas en Islandia, creemos que ahora está absolutamente claro que estos esfuerzos diplomáticos no han logrado su objetivo”, dijeron las organizaciones en la carta que enviaron a los secretarios de Estado, Comercio e Interior.

Hasta ahora no se han impuesto sanciones comerciales.

El grupo de activistas globales por Internet AVAAZ lanzó a fines de mayo una petición dirigida al primer ministro de Holanda, Mark Rutte, para intentar impedir que carne de ballenas islandesas ingresara a puertos de ese país en su camino a Japón. El objetivo era juntar un millón de firmas.

AVAAZ logró su meta, y presentó su petición a el secretario de Estado holandés para los Asuntos Económicos, Sharon Dijksma.

[related_articles]Como consecuencia, Dijksma prometió trabajar con las autoridades del puerto de Rotterdam para frenar la transferencia de carne de ballena. Además, anunció que se contactaría con sus pares europeos para desarrollar un exhaustivo código europeo de conducta.

La presión antiballenera también es creciente dentro de Islandia. Dos mujeres, que resultan ser las nietas de uno de los miembros fundadores de la empresa ballenera Hvalur y que ahora integran la junta directiva de la compañía, se han manifestado públicamente contra las actividades de esa firma.

En la reunión general anual de la compañía, el 1 de junio, una de las mujeres, Audur Kristin Arnadottir, reclamó que la empresa se dividiera en dos, dado que la sección ballenera no pagaba a causa de las restricciones internacionales a la carne de esos mamíferos acuáticos.

La propuesta de Arnadottir fue una enmienda a una propuesta de otro accionista para disolver completamente la firma Hvalur.

Aunque no se aprobó ninguna de las propuestas, parece haber cierto grado de disenso dentro de la empresa.

A comienzos de este mes, la hermana de Audur, Birna Björk Arnadottir, escribió un artículo de opinión en el periódico Frettabladid en el que explicó que originalmente había estado a favor de la caza de ballenas, pero que ahora había cambiado de parecer.

Según planteó, un motivo probable para la menguante popularidad del consumo de carne de estos cetáceos en Japón fueron las campañas de organizaciones contrarias a esta práctica.

IKAN (Red de Acción Delfines y Ballenas) asegura que la carne de ballena islandesa constituyó 26 por ciento del mercado en Japón en 2012, y se vende a un precio particularmente bajo.

Kristjan Loftsson, dueño de Hvalur y principal protagonista detrás de sus actividades balleneras, había atribuido antes la suspensión de las capturas por dos años a una reducción de las ventas de carne de ballena, causada por un cambio en los patrones de consumo japoneses luego del terremoto y tsunami de 2011.

Pero en su artículo, Birna Arnadottir dijo que parte de la carne de ballena correspondiente a las zafras 2009-2010, cuando se reanudaron las capturas, todavía está en almacenes frigoríficos en Japón. La caza comercial para aletas de ballenas se retomó en junio de 2009.

Los cazadores de ballenas minke también enfrentan oposición dentro de Islandia. En su último día en el cargo, hace un mes, el ministro saliente de Industria, Steingrimur J. Sigfusson, extendió el área de santuario de la bahía de Faxafloi (cerca de Reykjavik), en la que no está permitida la caza de esa variedad.

Esto significa que los cazadores de minkes han perdido 80 por ciento de su principal área de capturas, por lo que también están recurriendo a otras áreas.

“El cambio ha tenido un efecto muy negativo sobre nuestras operaciones. Pero esperamos que el nuevo ministro (de Agricultura, Pesca y Ambiente) vuelva a cambiar la legislación de inmediato”, dijo Gunnar Bergmann Jonsson, de la Asociación de Cazadores de Ballenas Minke.

Kjartan Sveinsson, de la empresa Seawatching, que organiza viajes en barco para observar ballenas desde Hvammstangi, 200 kilómetros al norte de Reykjavik, se quejó hace una semana de que los cazadores de la variedad minke estaban perturbando a las focas y a sus crías en el área. Pero esto ocurrió una sola vez.

“Hablamos con ellos y se lo tomaron muy bien. Desde entonces no han estado cerca de nosotros”, dijo a IPS. Agregó que el conflicto había sido sobre cuán lejos estaban de la colonia de focas.

La Asociación de Cazadores de Ballenas Minke anunció ese día que dos cetáceos de esa variedad habían sido atrapados en aguas de Hvammstangi. Jonsson dijo que continuarán sus operaciones en el norte, por lo menos por el momento.

El Fondo Internacional para el Bienestar de los Animales (IFAW) acaba de lanzar en Reykjavik su campaña “Conózcanos, no nos coma”, contra la caza de ballenas, por tercer año consecutivo.

Sigursteinn Masson, del IFAW, dijo que ha tenido un impacto decisivo.

“Un estudio realizado a bordo de embarcaciones de avistamiento de ballenas en 2009 mostró que hasta 40 por ciento de los turistas probaban la carne de estos cetáceos cuando estaban en Islandia. En una investigación que el IFAW hizo el verano boreal pasado, la proporción había caído a 22 por ciento”, declaró a IPS, agregando que esto coincide con la cantidad de ballenas minke capturadas en esos años, 81 en 2009 pero 52 en 2012.

“Ahora estamos iniciando una campaña llamada ‘Restaurantes Libres de Ballenas”. Los casi 200.000 turistas que se espera participen en el avistamiento de ballenas en Islandia este año son alentados a ir a uno de estos restaurantes, que prometen no vender carne” de esos animales, señaló.

El barco Hvalur 8 acaba de volver a Islandia luego de capturar 11 ballenas de aleta. La cuota para esta zafra es de 154, aunque la anual nunca se alcanzó desde que se reanudó la caza comercial, en 2006.

Lo mismo se aplica a las minkes. Para este año se podrá capturar hasta 229 ballenas.

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