En 1992, el minero suazi Benson Maseko, de 50 años, comenzó a sentir dolores en el pecho y sufrió una persistente tos, pero durante una década no recibió tratamiento.Debido a su enfermedad, Maseko fue despedido sin los beneficios que le corresponden por haber trabajado en una mina en Johannesburgo. Y cuando regresó a su casa en la pequeña aldea de Mahlangatsha, en las afueras de Manzini, la capital comercial de Swazilandia, optó por acudir a curanderos en vez de médicos profesionales.
"Solo fui a un hospital en 2005, y me diagnosticaron tuberculosis", dijo a IPS.
Fue gracias a la organización internacional Médicos Sin Fronteras que Maseko pudo trasladarse todos los meses al hospital. Le suministraron el dinero para el transporte y unos 5,50 dólares para raciones de comida.
Pero luego de concluir su tratamiento de seis meses, recayó en dos ocasiones. "Ahora, un año después de haber completado el tratamiento, me siento enfermo otra vez", señaló.
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Este padre de cinco hijos también es portador del VIH (virus de inmunodeficiencia humana), causante del sida, y su recurrente tuberculosis desconcertó en principio a los trabajadores de la salud, porque estaba recibiendo terapia antirretroviral.
Pero cuando les informó que era minero, todo se hizo claro.
"Me diagnosticaron MDR-TB (tuberculosis multirresistente)," señaló. Maseko finalmente concluyó su tratamiento en enero pasado, y tiene previsto un chequeo este mes.
Según Samson Haumba, director ejecutivo de la organización no gubernamental University Research Co. (URC), que provee apoyo técnico en la lucha contra el VIH y la tuberculosis en Swazilanida, estas situaciones son muy comunes entre los mineros.
URC, en sociedad con la Asociación de Mineros y Migrantes Suazis (SWAMMIWA), inició este mes un registro nacional de exmineros y sus familias. Además, comenzó a realizarles pruebas de tuberculosis y enviarlos a tratamiento.
Esta nación de África austral no cuenta con una base de datos de sus mineros, muchos de los cuales viajan a Sudáfrica para trabajar. Pero el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social estima que serían unos 100.000.
"Queremos saber dónde están los mineros y cuán lejos se encuentran de los centros de salud", dijo Haumba. "Si es necesario, nos movilizaremos por recursos con el fin de fortalecer la capacidad de esos centros".
Haumba señaló que identificar a los mineros en sus comunidades les ayudaría a detectar la enfermedad antes de que se propague.
"La tasa de abandono del tratamiento es también muy alta, porque los mineros no quieren tomarse tiempo de su trabajo para recibir la medicación, pues temen ser despedidos, ya que son los que sustentan sus hogares", explicó.
Es un problema no solo en Swazilandia, sino en toda la región. Los jefes de Estado y de gobierno de la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC, por sus siglas en inglés) firmaron una declaración comprometiéndose a combatir la tuberculosis en el sector minero en 2012. El rey suazi Mswati III fue uno de los signatarios.
Según un informe de febrero de la Organización Mundial de la Salud (OMS), África superó a Asia como el continente con mayor tasa de muertes por tuberculosis, con más de 600.000 en 2011.
La OMS señaló que, en todo el mundo, 1,5 millones de personas murieron por tuberculosis ese año y más de 95 por ciento de los casos se produjeron en hogares con medianos ingresos.
Haumba detalló que un mal común entre los mineros es la silicosis, enfermedad respiratoria provocada por la inhalación de partículas de sílice del oro.
"La silicosis debilita el sistema pulmonar y por eso es fácil contraer la tuberculosis", señaló.
A esto se añade que los mineros trabajan en un área cerrada sin circulación de aire, indicó Haumba.
Maseko dijo que los mineros con los que ha trabajado no usaban máscaras para protegerse del polvo. "Solíamos ir bajo tierra sin máscaras. Además de tener sufrir el intenso olor del oro derritiéndose, el calor era insoportable, porque no circulaba el aire", contó.
Muchos mineros con tuberculosis, a diferencia de Maseko, no viven para contar su historia, señaló el secretario general de la SWAMMIWA, Vama Jele.
"Los mineros sufren enfermedades pulmonares debido al polvo que inhalan en las minas de Sudáfrica", dijo a IPS.
El 21 de marzo, líderes de la salud de la región se reunieron en Swazilandia y renovaron su compromiso con la lucha contra de la tuberculosis y el VIH.
"Si el VIH/Sida y la tuberculosis fueran una serpiente, les puedo asegurar que su cabeza estaría en Sudáfrica", dijo entonces el ministro de Salud de ese país, Aaron Motsoaledi.
"Vienen trabajadores de toda la región a nuestras minas para terminar contagiándose de tuberculosis y VIH, y así regresan a sus familias y comunidades", añadió.
Hasta ahora, 160 mineros y sus familias de comunidades del sur de Swazilandia han sido registrados en el programa de dos años de URC y la SWAMMIWA.
Solo 42 por ciento de estos siguen vivos, y 15 por ciento están infectados con tuberculosis, indicó a IPS la enfermera coordinadora de URC, Nokuthula Mdluli.
"Es importante registrar incluso a los fallecidos, porque queremos hacerles pruebas de tuberculosis a sus familias y derivarlas a tratamiento si es necesario", explicó.