Críticas y sospechas por envío de tropas sudafricanas a la RDC

La oposición sudafricana cuestionó al gobierno por su intención de enviar tropas a la RDC. Crédito: GovernmentZA/ /CC by 2.0
La oposición sudafricana cuestionó al gobierno por su intención de enviar tropas a la RDC. Crédito: GovernmentZA/ /CC by 2.0

Kholekile Dlamini quedó devastada con la muerte de su hijo, Xolani Dlamini, soldado de la Fuerza de Defensa Nacional de Sudáfrica abatido en la República Centroafricana.Como muchos sudafricanos, ella ni siquiera estaba al tanto del despliegue de tropas en esa nación.

Xolani Dlamini, de 27 años, murió a manos de la alianza rebelde centroafricana Séléka, que dio un golpe de Estado el 24 de marzo. Los enfrentamientos dejaron 13 soldados sudafricanos muertos, 27 heridos y uno desaparecido.

Entre llantos, su madre dijo a IPS que los miembros de su familia estaban «entristecidos e impactados» por la muerte de «Rifleman» (El hombre rifle), como le decían con cariño.

Desde que anunció el repliegue de todas sus fuerzas de la República Centroafricana el 9 de este mes, el gobierno de Sudáfrica mantiene un fuerte hermetismo en torno a las razones de fondo que le llevaron a enviar soldados para evitar que el presidente François Bozizé fuera derrocado por los rebeldes de Séléka.
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Pero, mientras el público sigue sin conocer detalles de la misión en República Centroafricana, se anunció que Pretoria también tiene previsto enviar pronto tropas a la República Democrática del Congo (RDC).

La oposición sudafricana cuestionó la decisión y exigió al presidente Jacob Zuma que informe al parlamento detalles sobre el nuevo despliegue.

El profesor Shadrack Gutto, experto en derecho constitucional de la Universidad de Sudáfrica, sostuvo que «los rebeldes en la RDC sacarán provecho de que (lo ocurrido en la República Centroafricana) todavía está fresco en la mente de todos».

Sudáfrica decidió enviar tropas luego de una resolución en marzo del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que llamó a intervenir en la RDC.

La ofensiva tiene el propósito de neutralizar a los insurgentes, incluyendo al grupo M23, que operan en el este de ese país.

«El presidente (Zuma) debe ser claro en este tema. Está obligado a decirle al público las razones del despliegue de las fuerzas en la República Centroafricana, y no esconderse tras el argumento de proteger los intereses nacionales», sostuvo Gutto.

Sin embargo, el portavoz de la Presidencia sudafricana, Mac Maharaj, dijo a IPS que el parlamento había sido informado oportunamente del despliegue en la República Centroafricana, y aseguró que siempre se tuvo en cuenta el derecho del público a estar informado.

Añadió que, en cada ocasión de envío de tropas, el presidente siguió lo establecido en la Constitución.

Mientras, el portavoz de las Fuerzas de Defensa Nacional de Sudáfrica, Xolani Mabanga, confirmó a IPS que más uniformados de este país serán enviados a la RDC a fines de abril, pero no precisó cuántos.

El M23 alertó que tomaría represalias si era atacado por las fuerzas de Sudáfrica.

Pero Mabanga respondió que las fuerzas sudafricanas no serán «disuadidas de cumplir con sus obligaciones internacionales» y aseguró que estarán siempre «listas para ejecutar cualquier tarea que se les asigne».

Mientras, partidos de oposición acusaron al gobierno de Zuma de intervenir en países vecinos simplemente para proteger sus intereses mineros.

Durante cinco años, un número nunca precisado de soldados sudafricanos asistieron al frágil gobierno de la República Centroafricana. La administración de Zuma arguyó que eso era parte de un acuerdo bilateral con ese país, firmado en 2007 y renovado en 2012.

David Zunmenu, especialista en temas de la República Centroafricana para el Instituto para Estudios de Seguridad, dijo a IPS que muchos analistas consideraban que ese argumento estaba «fuera de la realidad», y que la verdadera razón de los envíos de tropas eran los intereses mineros.

«Es difícil verificar la exactitud de esas observaciones. El contexto en el que se realizó el despliegue fue problemático», señaló.

«Bozizé fue atacado por una coalición de grupos rebeldes, y aun cuando socios regionales como Chad, Gabón y Camerún actuaron tempranamente para detener al movimiento y obligaron a una negociación, el presidente perdió confianza en los mecanismos regionales», señaló Zunmenu.

«Su iniciativa de llamar a Sudáfrica (para defenderse de los rebeldes) no fue bien valorada. De hecho, con la presencia de Sudáfrica pensó que ya no era vulnerable, se volvió arrogante y despreció el acuerdo de paz», añadió.

Séléka lanzó su ofensiva contra el régimen de Bozizé en diciembre pasado, que frenó temporalmente tras suscribir el Acuerdo de Libreville en enero.

Pese a las críticas, Zunmenu cree que Sudáfrica todavía tiene un rol que jugar en las misiones de mantenimiento de paz en el continente.

Pero advirtió que el país debía esperar un mandato internacional de la ONU antes de enviar tropas, y subrayó que siempre debía operar en el marco de los acuerdos regionales.

En cuanto a la República Centroafricana, Zunmenu dijo que ese país tenía la oportunidad de fijar un nuevo rumbo que rompiera con su pasado golpista e iniciar una etapa de gobiernos elegidos democráticamente.

El 4 de este mes, la Comunidad Económica de Estados de África Central se negó a reconocer al líder rebelde centroafricano, Michel Djotodia, quien se autoproclamó presidente e hizo promesas de restaurar el orden constitucional.

 

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