«Tres policías me interrogaron durante tres horas. Me tenían esposado. Me pegaron, abofetearon, patearon, dieron puñetazos y me acusaron de arrojar piedras», relató Zein Abu-Mariya, de 17 años, sentado en un sillón con su padre.
"Pasaron un vídeo sobre una manifestación. Dije que no había estado ahí y otra vez me pegaron", añadió.
"Lo presionaron para que confesara", interrumpió su padre, Hisam. "Si no firmas, te trataremos como a un animal, te amenazan", apuntó, y Zein asintió.
Una noche de marzo de 2012, Zein fue detenido por soldados israelíes. Treinta y seis horas después, fue conducido ante un juez. Compareció a 35 audiencias judiciales, estuvo nueve meses en sección de menores de la cárcel de HaSharon, pero nunca fue condenado.
En enero, su padre finalmente logró pagar la fianza. En su casa y a la espera de una audiencia inminente, Zein tiene una actitud desafiante. "No quiero volver a la cárcel, pero no tengo miedo. Me acostumbré", aseguró.
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Regresó a la escuela, pero perdió un año. "Mis amigos me preguntan cómo es la cárcel, por si acaso", apuntó.
El testimonio de Zein, como el de muchos otros adolescentes, revela una de las experiencias más dolorosas y permanentes de la ocupación a la que están sometidos los territorios palestinos.
"Pónganse en los zapatos de ellos", dijo a los israelíes el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en su visita del mes de marzo al estado judío.
Pero la situación de los menores palestinos en los centros de detención de Israel son un crudo ejemplo de lo lejos que está de cumplirse el pedido de Obama.
En febrero, 236 menores palestinos fueron encarcelados, 39 de ellos de entre 12 y 15 años, denunció la organización de derechos humanos Defence of Children International.
Desde hace 10 años, 700 menores de entre 12 y 17 años, la mayoría varones, son detenidos por las autoridades israelíes anualmente, un promedio de dos por día, según estimaciones del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) publicadas en un informe divulgado en febrero.
Unicef concluye que los malos tratos sufridos por menores detenidos "parecen estar generalizados, ser sistemáticos y estar institucionalizados" a lo largo del proceso de detención, interrogatorio, procesamiento y acusación y condena final.
El informe de Unicef señala que hay prácticas que suponen violaciones a la Convención sobre los Derechos del Niño y a la Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, ratificadas por Israel.
No siempre se notifica a los padres sobre la detención de sus hijos. La mayoría de los arrestos son nocturnos. Durante los interrogatorios, los menores no suelen tener un abogado ni contar con la presencia de un familiar. La mayoría son acusados de lanzar piedras a soldados y vehículos israelíes.
"Esas piedras pueden ser mortales", alegó la portavoz de la cancillería israelí, Ilana Stein. "Pero poner menores en prisión no es algo que nos guste", añadió.
Las 38 recomendaciones del informe para mejorar la protección legítima de los menores palestinos reciben una atención diligente, aseguró.
"De hecho, trabajamos en el informe con Unicef porque queríamos mejorar el trato de los niños palestinos", indicó Stein.
"Esa reacción israelí es buena", aplaudió Adli Daana, funcionario de Unicef en Hebrón del área de educación. "Pero el 20 de marzo detuvieron a 27 menores en la ciudad vieja de esta localidad, así como así, de una sola vez. ¿Esto es lo que llaman reconsiderar su política?", cuestionó.
Las leyes militares son especialmente duras con los menores.
El sitio de Internet alternativo 972.com comparó las consecuencias judiciales para dos supuestos niños de 12 años, un colono israelí y otro palestino, que protagonizan una pelea.
Un menor israelí es llevado ante un juez dentro de las primeras 12 horas de su detención, mientras que el palestino puede llegar a estar hasta cuatro días sin ver a un magistrado.
Antes de entrevistarse con un abogado, el niño israelí puede pasar dos días detenido, el palestino hasta 90. El primero puede estar 40 días sin cargos en su contra, en cambio el segundo puede llegar a 60.
Además, un niño israelí de 12 años no puede estar detenido durante el juicio, en cambio uno palestino puede permanecer hasta 18 meses en prisión antes del mismo.
La probabilidad del pago de fianza antes del juicio es de 80 por ciento para los niños israelíes y de 13 por ciento para los palestinos. La legislación civil israelí no prevé la reclusión de menores de 14 años, pero un niño palestino de 12 años puede permanecer detenido bajo la ley militar del estado judío.
"El cambio más urgente es asegurarse que los niños pasen el menor tiempo posible en la cárcel", urgió Naama Baumgarten-Sharon, investigador de la organización de derechos humanos israelí Btselem. "Los niños tienen que comparecer ante un juez en mucho menos tiempo", remarcó.
Una orden militar implementada a partir del 2 de abril para supuestamente reducir el tiempo de detención antes del juicio estipula que los niños palestinos menores de 14 años deben comparecer ante un juez dentro de las primeras 24 horas de su arresto, y los que tienen entre 14 y 18, dentro de las primeras 48 horas.
"Aun cuando se dan cuenta de que las cosas tienen que cambiar, es un proceso lento", indicó Baumgarten-Sharon. "La única forma de castigo es la cárcel. No hay otra alternativa", se lamentó.
Smain Najjar vive en la parte de Hebrón controlada por los israelíes. Tiene solo 17 años, pero ya estuvo cuatro veces detenido por ser sospechoso de tirar piedras.
"La primera vez fue mientras jugaba al fútbol con mis amigos. Tenía nueve años. Me encerraron seis horas en una cámara de frío y luego me dejaron libre", relató.
"La segunda vez, tenía 11, me mantuvieron por tres horas en un puesto de control cercano porque discutí con un colono de mi edad", continuó. "La tercera, me llevaron a la comisaría del asentamiento (colonia judía) vecino, tenía 14 años", apuntó.
"La cuarta vez fue en noviembre, durante la operación militar de Israel contra Gaza. Estuve cuatro días en el centro de detención de Ofer. Me detuvieron cuando regresaba a casa tras un turno nocturno en una cafetería", añadió.
Nerviosa, su madre Suad llamó varias veces a su celular. Después de un rato, respondió una voz que le ordenó: "Deje de llamar a este número, arrestamos a su hijo", relató.
Smain dejó la escuela. "Quizá sea entrenador deportivo", señaló.
A Smain le gusta refugiarse en su palomar. Las palomas son un escape de la oscuridad de su vida.