Refugiados malienses en Níger esperan luz verde para volver

Los refugiados malienses en Mangaize, en el noroeste de Níger, están deseosos de regresar a su hogar y mantenerse otra vez con su propio trabajo.

"Tenemos comida y agua, aunque el alimento no es variado. Nuestros hijos pudieron volver a clase", reconoció Aissa Hama, de 39 años y madre de cinco escolares. "Pero es difícil estar exiliado y depender de la ayuda de otros", dijo a IPS. Ella es una de las muchas personas de Malí que cruzaron la frontera hacia los países vecinos antes y después de la ocupación del norte del país por grupos armados islamistas, aliados de la red extremista Al Qaeda, en abril de 2012. Los rebeldes se quedaron en la región hasta febrero de este año, cuando una intervención francesa ayudó al ejército nacional a recuperar el territorio. El campamento de Mangaize fue montado en mayo de 2012, tras la llegada de una gran cantidad de familias malienses, indicó Idrissa Abou, integrante de la Comisión Nacional para los Refugiados de Níger. Además de raciones de alimentos mensuales, los refugiados tienen agua potable gracias a tres pequeños pozos y asistencia médica primaria. Hay también instalaciones sanitarias con 250 duchas y retretes, así como un sistema de gestión de residuos. Los refugiados, además, tienen servicios administrativos, una escuela y, con la apertura de una comisaría, también seguridad. "Por ahora, hay 1.522 familias, que representan unas 6.037 personas, pero también hay nigerinos repatriados", dijo Abou a IPS. Añadió que la gran mayoría de los refugiados proceden de Menaka, el pueblo maliense más cercano a la municipalidad de Ouallam, departamento del sudoeste de Níger. La población del campamento aumentó en febrero, cuando fueron trasladados unos 1.700 refugiados de Bani Bangou a Mangaize. La transferencia obligó a ampliar Mangaize otras 11 hectáreas, de sus 52 originales, según Ibrahim Kebé, coordinador local de la organización Islamic Relief Worldwide (http://www.islamic-relief.com/) (Alivio Islámico Internacional) y director del campamento. "Pero con el apoyo permanente del gobierno de Níger y la cooperación de otras agencias humanitarias, podremos superar los desafíos", dijo a IPS.

La disponibilidad de alimentos ha sido uno de esos desafíos.

Según la oficina de la agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) en Niamey, cada residente de Mangaize recibe unos 1.849 kilocalorías y 10,8 litros de agua al día, menos que las 2.100 kilocalorías y los 20 litros recomendados.

Para algunas personas, los insumos no son suficientes.
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Aissata Yindou, de 36 años, quien vive con sus cuatro hijos en el campamento de Mangaize desde marzo de 2012, dijo a IPS que era necesario aumentar las raciones de alimentos.

"Solo recibimos 50 kilogramos de arroz para la familia y una lata de 750 gramos de aceite por persona. No tenemos especies para condimentar la comida. Tienen que aumentar la ración", reclamó.

También se quejó de que el acceso a los medicamentos era limitado.

"La infección a la vista es a veces tan dolorosa que no puedo dormir. No me puedo tratar porque el campamento no tiene la medicación y no tengo dinero para comprarla", señaló Yindou afligida.

La enfermera Hadiz Issaka Abdou dijo a IPS que lo mejor posible por atender a los pacientes con la medicación que tenían disponible.

"Recibimos muchas quejas, pero hacemos lo que podemos en lo que respecta a la atención in situ. No tenemos medicamentos para todas las enfermedades. Las principales son malaria (paludismo), diarrea y afecciones cutáneas", especificó.

Pero Akiline Agbogoli, de la Comunidad de Refugiados Malienses en el campamento, dijo a IPS que los trataban bien.

"Estando lejos de casa, no podemos tener todo lo que necesitamos, pero en términos de alimentos y necesidades básicas, nos tratan bien", explicó.

Pero para muchos refugiados no es suficiente. Saddam Moussa era carnicero en Menaka, en la región maliense de Gao, hasta que el Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad, el grupo rebelde tuareg, tomó el control de la ciudad.

"Estoy harto de no hacer nada esperando que otros se ocupen de mí. Quiero trabajar y vivir del fruto de mi trabajo", dijo a IPS.

Mohammed Lamine Aghabass, funcionario de la aduana de Menaka, coincidió con él.

"Aplaudimos el apoyo militar de los aliados de Malí para liberar nuestras ciudades de los delincuentes que nos expulsaron", dijo Aghabass a IPS. "Estamos ansiosos por regresar a nuestra vida normal, pero no podemos sin el visto bueno del gobierno de Níger y de las agencias que nos ayudan", explicó.

Según Acnur, en enero de este año había 53.135 refugiados malienses en Níger.

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