Betty Amollo estuvo entre los millones de ciudadanos que se volcaron a las urnas en las primeras elecciones de Kenia tras los controvertidos comicios de 2007, que desataron un periodo de violencia durante el que murieron 1.200 personas.
Los centros de votación abrían oficialmente el lunes 4 a las 6:00 de la mañana, pero la gente comenzó a hacer cola dos horas antes, y Amollo fue una de ellas.
"Llegué a la fila a las cuatro de la mañana, pero voté a las 11. Hubo algunas complicaciones técnicas con el sistema biométrico de registro, que iba y venía", dijo a IPS.
Este martes 5 aún no había resultados definitivos sobre la primera vuelta electoral, en que tal como anticipaban los sondeos los dos candidatos favoritos, el actual primer ministro Raila Odinga y el viceprimer ministro Uhuru Kenyatta, se mantenían cercanos en el lento recuento.
El estruendo de las vuvuzelas (cornetas de plástico) resonaba en distintos lugares a medida que ciudadanos entusiastas despertaban a sus compatriotas en las primeras horas de la jornada electoral.
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Prácticamente todos los comercios permanecieron cerrados, con excepción de algunos restaurantes que quedaron abiertos para atender a los votantes.
Las filas serpenteaban a lo largo de las calles de Nairobi, habitualmente agitadas.
En algunas zonas, muchos electores debieron esperar pacientemente durante horas debido a los fallos técnicos del sistema biométrico, que permite identificar a los votantes de manera confiable por las huellas dactilares y las características faciales.
"Las largas hileras de gente me recuerdan a las elecciones generales de 2002, donde votamos en forma abrumadora por el cambio. De forma contundente terminamos con los 24 años del régimen presidencial de (Daniel Arap) Moi", recordó Amollo, quien votó en el gigantesco asentamiento irregular de Kibera, en Nairobi.
Moi encabezó un régimen de mano dura de 1978 a 2002.
Si las largas colas expresan algo es que la ciudadanía keniata vota para asegurar una victoria decisiva en estas elecciones, opinó el politólogo Peter Otondo.
"Según lo visto este lunes, es obvio que los keniatas apuestan a un triunfo decisivo para evitar que se repita el pasado", cuando no todo el mundo concurrió a sufragar, dijo a IPS.
Cuatro millones de personas habilitadas para votar no concurrieron a las urnas en 2007, informó entonces la hoy extinta Comisión Electoral de Kenia.
Según la legislación de entonces, el candidato con más votos era declarado presidente.
"La falta de papeletas en 2007 fue considerada responsable de la disputa posterior, pues el margen (entre los candidatos) fue muy escaso", explicó Otondo.
Entonces, Odinga también fue candidato, pero resultó derrotado por el actual presidente, Mwai Kibaki, con una diferencia de solo dos por ciento de los sufragios.
Para estos comicios, la normativa cambió. Para que un candidato sea declarado presidente, él o ella deben obtener 50 por ciento más uno de los votos emitidos. Además, el aspirante debe reunir 25 por ciento de los sufragios en la mayoría de los condados del país.
Ahora, el principal rival de Odinga para conquistar la Presidencia es el viceprimer ministro Kenyatta, requerido por la Corte Penal Internacional, con sede en la holandesa ciudad de La Haya, por crímenes de guerra.
De origen kikuyu, Kenyatta está acusado de financiar represalias contra las comunidades kalenjin y lou.
La nueva comisión electoral independiente (IEBC, por sus siglas en inglés) debió extender el plazo de votación hasta las 5:00 de la tarde en las zonas que sufrieron fallos técnicos.
El plazo de votación también se extendió en la sureña provincia Costera, donde hubo denuncias de que el secesionista Consejo Republicano de Mombasa (MRC, por sus siglas en inglés) había intimidado a los votantes.
Presuntos miembros del MRC mataron al menos a nueve personas en distintos incidentes en la región, entre ellos un oficial de policía y el presidente del centro de cómputos de Chumani, en el distrito de Kilifi Norte, el domingo 3, informó el agente Aggrey Adoli, de la provincia Costera.
Pero esos incidentes no disuadieron a la gente de concurrir a las urnas. Al cierre de la jornada electoral, la IEBC estimó que 70 por ciento de los 14 millones de ciudadanos habilitados para sufragar habían emitido su voto.
La cifra podría ser mayor, pues muchos circuitos extendieron el plazo de votación, informó la IEBC.
Joyce Nyambura, del condado de Kiambu, en la provincia Central, estaba confiada en que la ciudadanía votaría en paz y, además, que aceptaría el resultado.
Ella perdió su puesto en el mercado de Mombasa, en la provincia Costera en 2007, en plena violencia postelectoral. Se mudó luego a la provincia Central, donde ahora trata de reconstruir su vida.
Además de los muertos, la violencia postelectoral forzó el desplazamiento de 600.000 personas.
"Me salvé de morir y de sufrir una grave lesión en la columna porque tropecé, me caí (durante los disturbios) y fui pisoteada por la gente que salía huyendo", contó a IPS.
Pero está vez será diferente, según ella, "porque los keniatas aprendieron del dolor, todos perdimos en aquel momento".
Jennifer Riria, directora de Tuvuke, una organización que trabaja para tener elecciones justas y pacíficas, coincidió con ella.
"La educación cívica arrojó sus frutos, y los keniatas aceptan un enfoque pacífico de las elecciones. Hay más conciencia de que es solo un acontecimiento, y de que hay vida después de él", añadió.
Pero las agencias de seguridad de Kenia no dejaron nada al azar. Se intensificaron las patrullas policiales, en especial en las zonas más afectadas por la violencia de 2007-2008.
En Nairobi fue común ver policías armados todo el día.
"Más de 99.000 agentes de seguridad vigilan las más de 33.400 urnas para evitar el fraude electoral", dijo a IPS el presidente de la IEBC, Isaack Hassan.
El Centro Electoral, donde se realiza el recuento de votos, también cuenta con una fuerte presencia policial.
En los comicios pasados, miles de personas se concentraron fuera del centro de recuento de votos, donde las papeletas se contaban a mano.
Lo que debió ser un foro ordenado y transparente se convirtió en una pelea a gritos entre funcionarios electorales y delegados partidarios.
La situación es muy distinta esta vez, pues la IEBC adoptó una nueva tecnología.
"La IEBC adoptó una forma electrónica de dar los resultados, que mejoró la transparencia y la responsabilidad en estos comicios", dijo a IPS el periodista y estadista Charles Onyango.
Sea cual sea el resultado, el guardia de seguridad Dominic Mango, de la compañía Brinks Security, con sede en Nairobi, dijo estar seguro de que tanto la jornada electoral como las postelectorales serán pacíficas.
"Es una contienda y quienquiera que gane será un triunfo para todos los keniatas", dijo a IPS.