La decisión del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, de nominar al exsenador Chuck Hagel como nuevo secretario (ministro) de Defensa pone al poderoso lobby israelí frente a una disyuntiva.
Si el grupo de presión Comité Israel-Estadounidense de Asuntos Públicos (AIPAC, por sus siglas en inglés) decide oponerse a la confirmación de Hagel por parte del Senado, podría poner en riesgo sus relaciones con el presidente, quien comienzo su segundo periodo de gobierno.
Además, si lanza la campaña y pierde, su imagen de supuesta invencibilidad, que se ganó en los últimos 30 años logrando la aprobación en el Congreso legislativo de resoluciones de apoyo a las políticas de Israel, recibirá un duro golpe.
Pero si no interviene, permitirá que un puesto clave para los intereses de Israel sea ocupado por un hombre que se enorgullece de su independencia.
Hagel ha expresado un fuerte escepticismo, si no oposición, sobre los llamados a atacar a Irán y, a pesar de haber apoyado en el pasado las necesidades militares de Israel, no vaciló en criticar públicamente al gobierno israelí y a sus partidarios por haber llevado adelante acciones que, en su opinión, dañaron los intereses estratégicos de Washington en Medio Oriente.
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«La nominación de Hagel presenta para AIPAC y para otros grupos de mentalidad similar un difícil dilema», sostuvo Stephen Walt, profesor de la Universidad de Harvard y coautor del libro «The Israel Lobby and U.S. Foreign Policy» (El lobby israelí y la política exterior de Estados Unidos), de 2007.
«Seguramente no les guste su enfoque racional sobre Irán y su disposición a decir la verdad sobre ciertas políticas israelíes, pero es un héroe de guerra condecorado y difícilmente se muestre hostil a Israel», añadió.
Varias fuentes y periodistas bien conectados han informado en las últimas horas que Hagel, exsenador del opositor Partido Republicano de parte del central estado de Nebraska y quien copresidió la Junta Asesora sobre Inteligencia Exterior desde 2009, siempre fue el candidato preferido del mandatario, a pesar de la campaña en su contra de medios como The Wall Street Journal y de la Coalición Republicana Judía.
También se oponen a su designación el editor de Weekly Standard, William Kristol, y la blogera Jennifer Rubin, de The Washington Post.
Kristol, quien también lidera el Comité de Emergencia por Israel, Rubin y otros acusan a Hegel, héroe de la Guerra de Vietnam, de ser antisemita y de mostrar hostilidad hacia el Estado judío.
También han intentado incluir en su campaña, con algún éxito inicial luego disipado, a la comunidad LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transgénero), citando, entre otras cosas, sus dudas sobre las iniciativas para permitir el alistamiento de militares abiertamente gays, así como su oposición en los años 90 al nombramiento de un embajador homosexual.
Hagel luego ofreció su disculpa tanto al embajador como a la comunidad LGBT, la mayor parte de la cual la aceptó.
La campaña contra Hagel es dirigida principalmente por los neoconservadores republicanos, cuyas opiniones políticas se acercan a las del derechista Partido Likud israelí, y en algunos casos a los del movimiento de colonos judíos, mientras que los grupos del lobby israelí participan de forma más discreta.
Entre estos se encuentran AIPAC, la Liga Antidifamación (ADL, por sus siglas en inglés) y el Comité Judío Estadounidense (AJC), así como numerosos grupos cristianos sionistas, como Cristianos Unidos por Israel.
Por ejemplo, Abraham Foxman, quien fue por mucho tiempo presidente de la ADL, sostuvo que las opiniones de Hagel eran «perturbadoras», pero aclaró que su grupo no necesariamente se opondría a su designación.
AIPAC no ha comentado oficialmente la nominación de Hagel, aunque su exportavoz Josh Block, quien lidera el The Israel Project pero sigue vinculado estrechamente a su antigua organización, es uno de los participantes más activos en la campaña.
A pesar de ganar el apoyo de la página editorial de The Washington Post, que también expresó preocupación por las posiciones generalmente no intervencionistas de Hagel y su apoyo a la reducción del presupuesto de defensa, la campaña neoconservadora ha recibido una dura respuesta.
Es resistida particularmente por los republicanos que pertenecen al ala más moderada e internacionalista del partido.
La campaña también es resistida por altos mandos militares, de inteligencia y de la diplomacia que comparten una perspectiva «realista» en política exterior y se oponen al belicismo de los neoconservadores como Kristol, que promovió la invasión a Iraq hace 10 años y ahora hace sonar los tambores de guerra contra Irán.
Tres exconsejeros de seguridad nacional de administraciones demócratas y republicanas, Brent Scowcroft, Zbigniew Brzezinski, James Jones, y un ex secretario de Defensa, Frank Carlucci, así como varios exjefes del Comando Central, firmaron cartas de apoyo a Hagel.
Analistas cercanos al Pentágono creen que las posturas de Hagel, particularmente hacia Irán e Israel, reflejan las ideas predominantes entre los militares.
Cuatro exembajadores estadounidenses en Israel también respaldaron su nominación, al igual que Ryan Croker, quien fue en su momento muy elogiado por los neoconservadores por su desempeño como embajador en Afganistán e Iraq y quien también fue enviado especial de Washington a Líbano, Kuwait, Siria y Pakistán.
Hasta ahora, solo tres senadores republicanos dijeron que se opondrían a la designación de Hagel, mientras que otros muy vinculados con el lobby israelí, como John McCain y Lindsay Graham, expresaron fuertes reservas para se negaron a anunciar oficialmente cuál sería su voto.
* El blog de Jim Lobe sobre política exterior puede leerse en http://www.lobelog.com.