Con la ampliación de su playa y la construcción de una doble calzada en las avenidas que bordean el norte de esta ciudad del Caribe colombiano, el histórico y turístico bastión consolida su adaptación al cambio climático.
La obra, en las cercanías del aeropuerto internacional Rafael Núñez, comenzó en agosto de 2010 y está previsto que quede lista en 2014, pero ya despierta recelos entre pescadores que faenan en el área, quienes la perciben como una amenaza para su actividad.
El proyecto incluye la ampliación de la Avenida Santander y tiene entre sus fines el "mejorar la movilidad, crear una ciclo-ruta y ayudar a la protección del borde costero", según un documento público de la alcaldía del Distrito de Cartagena de Indias, de diciembre de 2009.
La ampliación de la vía y de la playa va a representar "el mínimo de afectación, de acuerdo con lo establecido por más de 100 profesionales de distintas disciplinas, incluidos biólogos marinos", dijo a IPS el ingeniero Jaime Silva, coordinador general de la obra ejecutada por el privado Consorcio Vía Al Mar.
La construcción de la doble calzada se extiende por siete kilómetros de esta ciudad con un millón de habitantes, y a la altura del sector de Crespo incorpora un túnel de 600 metros, más 400 distribuidos entre el ingreso y la salida a la superficie.
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En esta parte de Cartagena, con casi 49 kilómetros de costa sobre el Caribe, el ancho de la playa será ampliado en 60 metros y protegida con un muro marginal en roca, en una extensión de 2,3 kilómetros. Además, nueve nuevos espolones se ubicarán a lo largo de esa franja marítima, en el sector que rodea las avenidas Santander y Primera de Bocagrande.
"En ciudades costeras como las nuestras, cuando se necesita material de arrastre, que se extrae mar adentro, es necesario pedir autorización a las entidades públicas" de ámbito nacional, explicó a IPS el biólogo marino Francisco Castillo, asesor de la Secretaría de Planeación de Cartagena de Indias.
Esos permisos facilitaron el dragado del lecho marino y sus dunas a varios kilómetros de la costa, para traer su arena y extender así la profundidad de la playa
El proyecto forma parte del plan de "Integración de la adaptación al cambio climático en la planificación territorial y gestión sectorial de Cartagena de Indias", dirigido a afrontar hechos como la paulatina elevación del nivel del mar, la creciente intensidad de las lluvias, el frecuente alto oleaje, inundaciones y otras alteraciones climáticas constatable en lo que va de siglo.
"Las autorizaciones se basan en estudios técnicos en las dunas, mediante estudios de batimetría, a través de los que se identifican las profundidades del suelo marino. Algo así como un préstamo al lecho marino, para disponer de la línea costera, y lograr la protección blanda que garantice la amplitud de la playa", complementó Castillo.
Los pescadores no necesitan estudios o reportes para considerar que el proyecto los afecta. Se basan en su experiencia en la cotidiana búsqueda del sustento.
"Con las obras nos perjudican porque antes teníamos playas. Hasta aquí llegaba el agua", dijo a IPS uno de ellos, Pedro Pineda, mientras señalaba un límite ahora cubierto de arena y maquinaria pesada, al borde de viejos espolones.
Pero estos perdieron fuerza y capacidad por efecto del tiempo y "la falta de mantenimiento" y deben sustituirse, dijo Castillo.
También Eduardo Jiménez, con 40 de sus 50 años de vida dedicados a la pesca, sostuvo que "las obras nos han perjudicado, porque imagínese, ya con los actuales espolones, cuando hay mareta (oleaje) uno no puede hacer las faenas de pesca. Y la mareta aparece en cualquier momento".
"Sabíamos que iban a realizar obras pero no nos consultaron a tiempo. En los últimos días nos han hablado, allá en La Boquilla (sector aledaño) donde vivo, pero la gente se muestra inconforme. Igual, ahora, toca salir a pescar más lejos", concluyó Jiménez.
El pescador detalló que ahora, "en un día bueno", saca el equivalente a 10 dólares.
"A los pescadores y vendedores en la playa, como a todos los residentes del sector, se les informó de manera eficiente y oportuna", aseguró el ingeniero Silva.
Además, "seguimos atentos a responder cualquier inquietud de unos y otros", enfatizó, mientras destacó la contratación para trabajar como obreros de construcción, aseo o vigilancia, a quienes viven de la pesca en el mar o de dar masajes y vender productos en la playa.
Pero "a veces son trabajos muy duros, o aburridos para nosotros, acostumbrados al mar y al aire libre, Por eso, muchos de los que contrataron primero, ya se salieron", detalló Pineda.
Silva, explicó por su parte, que a los pescadores y otras personas del área se ofrece un trabajo estable, hasta que concluya la obra.
También aseguró que el proyecto ha dado respuesta a los planteamientos de trabajadores, incluidos los informales, residentes y comerciantes, en una de las zonas de de mayor pujanza de Cartagena en la última década.
"La oposición y la incertidumbre se han dado, en buena parte, por falta de información suficiente. Pero esto se viene solucionando de manera efectiva, planificándose y corrigiéndose en la parte social", afirmó Castillo.
El asesor en planeación subrayó que solo a principios de este siglo, la ciudad comenzó a mirar, aunque con timidez inicial, su desarrollo frente al mar, de la manera integral que se requiere, incluyendo la variable del sobrecalentamiento global.
"En la revisión de los planes de ordenamiento territorial para los próximos años, trabajaremos muy fuerte en el tema de cuota de inundación", explicó.
Así que "de manera adicional a las obras, se establecerán referentes claros y contundentes para evitar la construcción de edificios en líneas de riesgo, prácticamente sobre la playa, como sucede hoy", dijo.
"Ojalá lo terminen, porque es para bien", observó a IPS un transeúnte, mientras paseaba por el borde de la playa.
"Es cierto que existe desazón, por la demora en distintas obras, como la instalación del sistema masivo de transporte y la del emisario submarino (conducto de residuos urbanos hasta alta mar), que presentó retardos por más de un año", reconoció Castillo.
"Pero es normal que en obras de gran magnitud, teniendo el mar como actor, y condiciones marinas agrestes, hacen que la planeación no siempre se cumpla, pero en este caso, el cronograma va bien", enfatizó.
"Cartagena es una ciudad rodeada de mar, compuesta de islas como Manga, Manzanillo, Barú, lo que complejiza la actuación urbanística y social", recordó el biólogo marino.
Pero se mostró convencido de que "la realidad de estos proyectos permitirá a la comunidad confirmar que Cartagena de Indias está saliendo de ser una ciudad parroquial, para convertirse en una verdadera estrategia geopolítica en el Caribe".