Campaña contra el dinero de sangre en Kenia

Cuando faltan menos de dos meses para los comicios generales en Kenia, que se perfilan como los más competitivos y polarizados de su historia, muchos temen otro estallido de violencia similar al de 2007 y 2008.

Además, dos dirigentes políticos, Uhuru Kenyatta y William Ruto, todavía aguardan sentencia de la Corte Penal Internacional por cargos de delitos contra la humanidad por hechos perpetrados tras las elecciones de 2007.

La violencia postelectoral, de la que se los considera instigadores, dejó miles de personas muertas, unas 3.000 heridas y cientos de miles desplazadas en este país con 40 millones de habitantes.

"Dirigentes inescrupulosos siguen propagando sus tentáculos a través de los asentamientos irregulares en expansión. Allí, por uno o dos dólares, o incluso menos, la gente amenaza, mutila o incluso mata a un opositor político", dijo a IPS el analista Peter Mugar, rediente de Nairobi.

El desempleo y la pobreza dejaron a millones de ciudadanos en varios asentamientos, vulnerables al encanto de dirigentes políticos sin escrúpulos que no dudan en tomar medidas extremas para silenciar a sus oponentes.
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"Pero como esos políticos no tienen el coraje de enfrentar a sus oponentes en las urnas, le pagan a los jóvenes de asentamientos irregulares para que hagan su trabajo sucio", añadió Muga.

Campaña del no

En un intento por evitar las consecuencias desastrosas del soborno vinculado a las elecciones y la violencia que agravó la crisis de 2007-2008, residentes del gran asentamiento de Mathare comenzaron un movimiento llamado "Tia Rwabe Zi" ("di no a los 200 chelines kenianos", kes).

"Los políticos nos dan 200 kes (unos dos dólares) para hostigar a los que no los apoyan", dijo a esta agencia Julia Njoki, fundadora de Tia Rwabe Zi.

"Los candidatos enfrentados suelen ser de diferentes tribus. La animosidad pronto se vuelve un asunto tribal. Mathare ya fue dividido en zonas, hay grupos étnicos que no pueden vivir o disputarse posiciones políticas en ciertas áreas", añadió.

El movimiento nació de la muerte y la destrucción dejada por la anterior violencia postelectoral. La peor parte se la llevaron los residentes de los tugurios, según Njoki.

"En este movimiento le decimos no a la coima. La mayoría somos jóvenes, de ambos sexos, y mujeres. Estamos llegando también a otros asentamientos como el de Kibera", apuntó, refiriéndose al mayor tugurio de Nairobi y también de África.

La pobreza alimenta simpatías políticas

Pero la campaña tiene por delante una tarea titánica y no será fácil lograr su objetivo.

Ni siquiera los recuerdos del sangriento episodio de 2007-2008 van a disuadir a las personas pobres y desesperadas de hacer lo que puedan para aliviar la carga de sus condiciones de vida miserables.

Cuando los residentes de Kibera inventaron los "retretes voladores", muchos compatriotas con casas de material y buenas condiciones sanitarias se lo tomaron con humor.

Pero para sus residentes, obligados a defecar y orinar en bolsas de plástico y lanzarlas al aire por falta de saneamiento y de otra forma de deshacerse de ellas, el asunto no es gracioso.

"La gente sigue usando los retretes voladores porque las letrinas comunitarias no son gratis. El dinero se usa para su mantenimiento", dijo a esta agencia Verónica Wamaitha, residente de Kibera.

En un buen día, la gente de los asentamientos puede hacer entre dos y tres dólares, pero puede pasar una semana sin que ganen un penique.

"Pero la gente tiene que comer", señaló Rob Wangai, de Mathare. "Nada es gratis en los asentamientos. Incluso estamos conectados a la electricidad de forma ilegal, y rara vez pasa una semana sin que se desate un incendio en algún lugar", dijo a IPS.

En este contexto en que la gente vive hasta el cuello en condiciones miserables, los dirigentes políticos encuentran las soluciones a sus problemas.

"La población de Kenia está mayoritariamente dividida en dos, los pobres y la clase media. Los primeros no acceden a la educación y no comprenden el concepto de autodependencia, si los segundos", dijo a IPS el analista político Ken Ochiel, de Nairobi.

Las personas pobres creen que los dirigentes políticos tienen la clave de un futuro mejor.

"Esta es la enfermedad que carcome a nuestra sociedad. Políticos con dinero con capacidad de sobornar son elegidos fácilmente. Pero en realidad, no mejoran las condiciones de vida de los pobres que los votan en masa", explicó Vesca Kangongo, candidata a gobernadora de la región del Valle del Rift.

La candidata a la Presidencia, Hon Martha Karua, coincidió con ella: "Mis hermanos que se presentan para altos cargos tienen mucho dinero, parte del cual fue robado a las arcas públicas. Urjo a los keniatas a votar por dirigentes que puedan mejorar el estándar de vida en el país".

Karua también denunció que hay dirigentes políticos detrás de la actual ola de violencia y asesinatos en Mathare, que despierta recuerdos de la pasada crisis electoral en la que ese asentamiento, al igual que el de Kibera y otros, se transformaron en guaridas de muerte y destrucción, mientras las tribus se enfrentaban entre sí.

Pero este año, el grupo Tia Rwabe Zi está decidido a marcar la diferencia. Organiza reuniones regulares y pregona contra la violencia y la holgazanería. "Alentamos a que acepten trabajos y a que se avisen cuando saben de una vacante. La gente debe estar activa para alejarse de los problemas", explicó Njoki.

Si bien reconoció que esperar que la gente rechace sobornos en un contexto de hambre y pobreza es una tarea difícil y que el cambio no ocurrirá de la noche a la mañana, Njoki remarcó que el grupo está convencido de que dan un paso en la dirección correcta.

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