Violencia en Siria también paraliza tratado de armas químicas

El acosado gobierno sirio de Bashar Al Assad, acusado de preparar armas químicas contra los rebeldes que lo combaten, es uno de los tres de Medio Oriente que rehúyen el convenio internacional para prohibir ese tipo de armamento de destrucción masiva.

Los otros dos, Egipto e Israel, también tomaron distancia de la Convención sobre la Prohibición del Desarrollo, la Producción, el Almacenamiento y el Empleo de Armas Químicas y sobre su Destrucción, por razones políticas y militares.

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), hay ocho países –Angola, Birmania, Egipto, Israel, Corea del Norte, Siria, Somalia y Sudán del Sur– que se rehúsan o son renuentes a comprometerse con las prohibiciones vinculantes que entraña la Convención, también conocida por las siglas CAQ.

Debido a estas resistencias, la CAQ no tiene carácter universal, al contrario que la mayoría de los tratados y convenciones internacionales sobre asuntos clave.

Interrogado sobre si esto indica que todos o la mayoría de esos ocho países poseen este tipo de armas, el investigador John Hart, que dirige el proyecto sobre seguridad del armamento químico y biológico en el Stockholm International Peace Research Institute (Sipri), dijo a IPS que hay varias razones que explican la renuencia de esos estados.
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En Medio Oriente, una causa es el vínculo político construido durante años por algunos estados, según los cuales todos los gobiernos de la región deberían renunciar de modo verificable a todas las armas de destrucción masiva, incluyendo las nucleares, biológicas y químicas.

En concreto, esos estados insisten en que todos los países de Medio Oriente deberían suscribir el Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares. Hasta que la región no esté a punto de convertirse en una zona libre de armamento atómico, algunos argumentan que es mejor posponer la adopción de la CAQ, explicó Hart.

Pero este argumento ha perdido peso en los últimos años, en parte porque varios países de Medio Oriente se sumaron igualmente a la CAQ.

Estados Unidos arguye que las armas químicas constituyen una "línea roja" que el gobierno de Siria no debería cruzar.

En un discurso ante una conferencia sobre no proliferación nuclear celebrada el lunes 3 en Washington, el presidente Barack Obama dijo que "el empleo de armamento químico es, y debe ser, totalmente inaceptable".

"Y si uno comete el trágico error de usarlo, habrá consecuencias ante las que deberá responder", dijo dirigiéndose directamente a Al Assad.

La CAQ, de cuyo cumplimiento se ocupa la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), tiene actualmente 188 estados partes, que representan más de 98 por ciento de la población mundial y de la industria química.

En octubre, la CAQ cumplió 15 años de vigencia. Y el mes pasado, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, reclamó su vigor universal y exhortó a los ocho renuentes a sumarse a la Convención destinada a eliminar el uso, desarrollo, producción y transferencia de estos peligrosos armamentos.

De todos modos, "el uso de este armamento es tabú", dijo a IPS el profesor George A. Lopez, del Instituto Kroc para Estudios Internacionales sobre la Paz de la estadounidense Universidad de Notre Dame.

Este tabú "está sostenido con firmeza en todo el mundo e incluso articulado por los principales poseedores de este armamento, Estados Unidos y Rusia", agregó.

Su empleo tiene implicaciones y resonancias que van más allá de la cantidad de víctimas, sobre todo por el horror de sus efectos, explicó Lopez.

Cuando el entonces presidente iraquí Saddam Hussein las empleó en la guerra contra Irán (1980-1988), la opinión pública de Occidente se volvió contra Bagdad, si bien fue muy escasa la respuesta aplicada entonces por la comunidad internacional, describió Lopez, exasesor de la ONU y experto en sanciones militares del foro mundial.

"Sospecho que si Al Assad usa armas químicas, creará una justificación para la intervención internacional", dijo.

El daño abrasador del agente VX o de otros gases nerviosos que probablemente posea Siria podría alcanzar a cientos o a miles de personas si es arrojado desde el aire, agregó Lopez.

Según la proximidad y la dirección de los vientos, a quienes se encuentren cerca les aguarda una muerte horrenda; una más lenta alcanzará a los que estén a media distancia –y que posiblemente tengan acceso limitado a atención médica–, mientras otros quedarán con cicatrices de por vida y morirán más tarde por desórdenes en el sistema inmunitario.

Para Hart, otro motivo para no ratificar la CAQ yace en las prioridades políticas. Esas podrían ser las motivaciones de Sudán del Sur y de Somalia, conjeturó.

Israel firmó la convención, participó en las reuniones de la comisión preparatoria de su entrada en vigor y envió observadores a la conferencia anual de los estados partes.

"Esto podría indicar que, según ciertas consideraciones geopolíticas amplias, Israel podría acceder a ratificar la convención", evaluó Hart.

Corea del Norte no responde a los intentos de diálogo de la OPAQ, lo cual "obedece a las dinámicas geopolíticas de esa región. Buena parte de la discusión sobre las motivaciones, capacidades y políticas es especulativa", subrayó.

Angola asistió como estado observador a la conferencia de las partes, celebrada en noviembre en La Haya. Lo mismo hizo Birmania.

Dos años y medio atrás, hubo contactos informales entre la OPAQ y Siria para explorar los parámetros necesarios para que ese país ratificara la convención.

"Estas acciones se enmarcaron en los permanentes intentos de la OPAQ de lograr la membresía universal. La actual inestabilidad desde luego tiene un efecto negativo en ese proceso", agregó Hart. Siria soporta ya 21 meses de una violenta insurgencia.

Por otra parte, indicó Hart, la Unión Europea ha suministrado apoyo financiero para promover la implementación efectiva de la CAQ.

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