El comercio de diamantes no es algo nuevo para los israelíes, pero sí su explotación. Inspirada por las palabras de un respetado rabino que profetizó que había piedras preciosas en la «tierra prometida», la primera compañía de exploración y extracción de Israel, Shefa Yamim, emprendió la búsqueda de grandes depósitos.
En los tributarios del río Kishon, que nutre al Monte Carmelo, en el norte de Israel, se lleva a cabo una fascinante búsqueda de depósitos de diamante. La tarea, en la que la ciencia y la fe se encuentran, no se vio frenada por la última ofensiva israelí contra Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica) en el territorio palestino de Gaza, 170 kilómetros al sur.
"Es la divina Providencia, un milagro si encontramos diamantes aquí", señaló Vered Toledano, directora de operaciones de Shefa Yamim.
"¡Amén! Larga vida a nuestro Señor, a nuestro maestro, a nuestro rabino, el rey mesías por siempre", señaló la mujer, profundamente religiosa.
Desde hace una década, la empresa hurga la zona con la esperanza de confirmar la profecía realizada a más de 9.000 kilómetros de distancia y hace más de dos décadas por un rabino, venerado por sus seguidores como el mesías.
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En 1988, en Nueva York, el ahora fallecido Rebe de Lubavitcher, Menachem Mendel Schneerson, también conocido como "El Rebe", le dijo al pasar al entonces alcalde de Haifa que, por voluntad divina, había piedras preciosas enterradas en los valles y cursos de agua que rodean esa norteña ciudad israelí. "El Santo, bendito sea, hizo algo asombroso: las ocultó en las profundidades de la tierra", dijo.
"Él es Moisés. Se revelará y nos guiará hacia un mundo mejor", señaló Abraham Taub, director general de Shefa Yamim, quien conoció muy bien a Schneerson.
Inspirado por El Rebe, Taub lo siguió fielmente como a un decreto. Fundó Shefa Yamim ("La abundancia de los mares", en hebreo) en 1999 con una misión concreta: cumplir su revelación y "explorar y ubicar el tesoro escondido y enterrado en el valle".
Y, de hecho, ocurrió "algo asombroso". "Todos los minerales que suelen rodear a las minas de diamantes están aquí", indicó Taub.
En la zona indicada por El Rebe, Taub y su equipo encontraron kimberlita, una roca volcánica que estaría indicando que en la "tierra prometida", de la que "fluye leche y miel", según la Biblia, también podría haber diamantes y piedras preciosas.
Los diamantes se forman en el manto de la Tierra a unos 200 kilómetros de profundidad, o más, debido a la presión y el calor extremos del magma.
Con las erupciones volcánicas, la kimberlita es expulsada a la superficie terrestre a través de conductos verticales llamados chimeneas de kimberlita, aunque solo uno por ciento suelen contener diamantes.
Las excavaciones fluviales encontraron no solo cientos de piedras preciosas, rubíes, zafiros, granates, sino también 77 micro-diamantes, entre ellos uno blanco natural puro de 0,8 quilates, así como la rara e invalorable moissanita, el mineral más parecido al diamante por su dureza y brillo.
En agosto se halló una muestra de 4,1 milímetros de moissanita natural, "una marca mundial", indicó Toledano.
Desde la prospección hasta la extracción en más de 30 sitios, desde la perforación y la excavación hasta la carga, la descarga y el tamizado, desde la búsqueda, el lavado y el tamizado hasta el secado, otra vez tamizado y otra vez lavado, el proceso para la obtención de diamantes es como buscar una aguja en un pajar.
O, más bien, "una cereza en un pastel de chocolate", pues se debe procesar un denso compuesto de minerales duros de color marrón oscuro, indicó Toledano.
"Cada grano es revisado meticulosamente bajo el microscopio en nuestro laboratorio", añadió.
Las minas de diamante de África fueron el campo de batalla del siglo XX. Una serie de normas y regulaciones internacionales, elaboradas en forma conjunta por gobiernos, la industria y la sociedad civil, y conocidas como el Proceso de Kimberley, prohíben actualmente el comercio de los llamados "diamantes de sangre".
Conocido a escala internacional por su experiencia en cortar, pulir y comerciar diamantes, Israel pasó a presidir el Proceso de Kimberley en 2010.
Por entonces, Shefa Yamim se propuso operar en la bolsa de valores de Tel Aviv.
En abril de este año, la primera y única exploradora de diamantes de Israel comenzó a cotizar en bolsa. "El valor de nuestra compañía es de 100 millones de dólares", aseguró Shimon Heiblom, presidente de la junta de directivos de Shefa Yamim.
Hace 15 años que no se descubre una gran mina de diamantes, y estas se están agotando mientras abunda la demanda, motivada por la prosperidad de países asiáticos, como China e India, así como por la especulación.
"Ya sea en 24 o en 2.400 horas, estamos muy cerca de encontrar diamantes. De ser así, y esperamos que así sea, las gemas israelíes sacudirán considerablemente el mercado", pronosticó Heiblom.
El consultor geoquímico de Shefa Yamim, Mark Fedikow, de Mount Morgan Resources en Winnipeg, Canadá, cree con una "probabilidad de 20 a 30 por ciento" que, en "tres a cinco años", la compañía podría alcanzar una producción a gran escala.
Pero la firma necesitará una inyección sustancial de capital además de los 15 millones de dólares colocados al principio si quiere excavar a mayor profundidad y sacar diamantes más grandes. El eslogan de Shefa Yamim para alentar a los accionistas es: "La fe se da la mano con la ciencia".
La confianza en lo que un rabino predijo puede haberse encontrado con la ciencia. Pero, en esta etapa, la fe ya necesita una confirmación.