Consulta popular divide a Egipto

Los egipcios acudirán este sábado 15 a las urnas para decidir sobre un polémico borrador de la nueva Constitución. El referendo divide a la nación, que aún vibra con el fervor del movimiento popular que derrocó al régimen de Hosni Mubarak (1981-2011).

La mayoría de los partidos y grupos islamistas apoyan el texto propuesto, mientras que los liberales, los de izquierda y los llamados "revolucionarios", además del considerable grupo de la población aún partidario del antiguo régimen, se expresan en contra.

"La crisis por la Constitución egipcia posterior a la revolución llevó a una polarización sin precedentes, que ya ha desatado violencia", explicó a IPS el analista político Tawfiq Ghanem.

La situación "es muy precaria. Los dos campos son capaces de movilizar vastos números de personas, lo que hace que ambos se atribuyan legitimidad popular", añadió.

El martes 11 se realizaron masivas manifestaciones en El Cairo: una en respaldo al borrador y otra, realizada frente al palacio presidencial, que exigió la postergación del referendo. Ambas manifestaciones reunieron a cientos de miles de personas.
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Los opositores a la Constitución propuesta sostienen que el documento otorga demasiados poderes presidenciales y no garantiza las libertades personales.

También se quejan de que la Asamblea Constituyente de 100 miembros que elaboró el texto estaba dominada por representantes del sector islamista.

"La anterior Constitución de Egipto (de 1971) era mucho mejor que el documento que será sometido a votación este sábado", dijo a IPS el profesor de derecho constitucional Gaber Gad Nassar, exintegrante de la Constituyente.

"El borrador no refleja las demandas del levantamiento popular del año pasado, que puso fin a 30 años de corrupción y dictadura", agregó.

El mes pasado, Nassar y otros constituyentes abandonaron la Asamblea en protesta por lo que consideraron una "dominación islamista" del proceso. Los miembros remanentes, casi dos tercios del órgano, aprobaron el borrador luego de una maratónica sesión de 20 horas.

"Dejé la Asamblea para protestar contra los artículos relacionados con los poderes presidenciales, así como contra los cambios hechos a último minuto de los artículos relacionados con las libertades civiles", dijo Nassar.

El exconstituyente agregó que las propuestas presentadas por los sectores seculares y liberales fueron ignoradas.

Magdi Hussein, prominente analista político de tendencia islamista, defendió el borrador, señalando que los constituyentes seculares se retiraron en masa justo antes de una votación final de la Asamblea sobre el documento, con el objetivo deliberado de boicotear el proceso.

"Además, nunca puede haber un consenso total en ninguna Constitución del mundo", dijo Hussein a IPS. "Cierto grado de disenso es inevitable".

"La única forma de salir de la actual crisis y de alcanzar las metas de la revolución del año pasado -a saber, la transición democrática- es someter a votación popular la Constitución propuesta", agregó. "La oposición puede votar ‘No’ si lo desea".

Si más de la mitad de los votantes registrados apoyan el "Sí", se realizarán nuevas elecciones parlamentarias dentro de 60 días. Si el borrador es rechazado, será formada otra Asamblea Constituyente, cuyos miembros serán elegidos en forma directa y tendrán la tarea de presentar otro texto en seis meses.

El 8 de este mes, el presidente Mohammad Morsi, de la Hermandad Musulmana, llamó a la oposición a hacer una lista de los artículos del borrador que consideraban objetables, para ser discutidos en la próxima sesión de apertura del parlamento.

El mismo día, Morsi, a pesar de las demandas de la oposición de que se postergara el referendo, emitió un decreto señalando que la votación se realizaría como estaba previsto. El decreto reemplazó uno anterior muy polémico, del 21 de noviembre, que impedía que las decisiones del presidente fueran sometidas a revisión judicial.

Fue ese decreto que desató la última crisis política, con protestas de cientos de miles de personas en las calles de todo el país.

Los críticos de Morsi señalaban que el decreto, que también protegía a la Asamblea Constituyente y al Consejo Shura (cámara alta del parlamento) de ser disueltos por orden judicial, era "dictatorial" y constituía un "descarado acaparamiento de poder".

Sin embargo, los partidarios del presidente consideraban que era una medida necesaria para enfrentar a un sistema judicial hostil que había servido al régimen de Mubarak, en especial la Suprema Corte Constitucional (SCC).

Ese tribunal jugó un papel fundamental en la disolución este verano boreal de la Asamblea Popular (cámara baja del parlamento), tres cuartas partes de la cual estaba formada por candidatos islamistas. La SCC se basó en un tecnicismo legal para declarar a ese órgano "inconstitucional".

"Morsi y sus partidarios consideran que el sistema judicial, en especial la SCC, intenta socavar las decisiones presidenciales a cada momento y amenaza con disolver los organismos democráticamente electos", dijo Ghanem.

Además, señaló que el controvertido decreto del 21 de noviembre "tenía la intención de anticipar fallos de la SCC contra la Asamblea Constituyente y el Consejo Shura".

Los opositores al texto constitucional están reunidos ahora en el recientemente formado Frente de Salvación Nacional (FSN), liderado por Mohammad ElBaradei, premio Nobel de la Paz, y los excandidatos presidenciales Amr Moussa y Hamdeen Sabbahi.

Este grupo reúne a extraños compañeros de cama, como liberales, izquierdistas y representantes del movimiento "revolucionario" que derrocó al régimen de Mubarak.

"Paradójicamente, los revolucionarios que se deshicieron de Mubarak ahora son apoyados por miembros del viejo partido" del exmandatario, reconoció ElBaradei, exdirector general de la Agencia Internacional de Energía Atómica, en un editorial el 3 de este mes para el periódico internacional de negocios Financial Times.

Los partidarios de Morsi, por su parte, acusan al FSN de encabezar un "golpe" contra el presidente electo. Ven a Moussa y a Sabbahi como candidatos fracasados que simplemente quieren descarrilar el proceso de transición.

"La elite liberal y secular de Egipto abiertamente echó su suerte con los remanentes del régimen de Mubarak en contra del presidente, democráticamente electo, con la esperanza de obstaculizar la formación de las instituciones del Estado", señaló Hussein, y acusó al FSN de "contrarrevolucionario".

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