Con una avalancha de percusiones en la sala de conciertos Zellerbach Hall de la Universidad de California, irrumpieron nuevamente en Estados Unidos las orquestas sinfónicas de Venezuela, para difundir esta vez un repertorio consagrado a América Latina.
"Sinfonía India", del mexicano Carlos Chávez (1899-1978), "Tres versiones sinfónicas", del hispano-cubano Julián Orbón (1925-1991), y "La noche de los mayas", del mexicano Silvestre Revueltas (1899-1940), marcaron este nuevo debut de la Sinfónica Simón Bolívar, la agrupación estrella del sistema orquestal venezolano.
A la batuta, Gustavo Dudamel, de 31 años, cuya meteórica carrera lo ha convertido en ejemplo para los 400.000 jóvenes encuadrados en "el sistema" venezolano de orquestas.
Dudamel también es en la actualidad director de las filarmónicas de Los Ángeles, en el occidental estado estadounidense de California, y de Gotemburgo, en Suecia. Además dirige como invitado algunas de las más emblemáticas orquestas del mundo.
Luego de actuar en el área de Berkeley-San Francisco, la orquesta Simón Bolívar se presentará en Chicago, Washington, Filadelfia y Nueva York.
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En esta ultima metrópoli, la orquesta en pleno, y varios de los ensambles que cobija, participarán en el festival "Voces de América Latina", de la afamada sala Carnegie Hall, ya con todas las localidades vendidas.
"Para nosotros es muy emocionante poder compartir el poder y la magia de la música de compositores latinoamericanos en escenarios donde no se ha escuchado", dijo Dudamel a IPS poco antes de asir la batuta en San Francisco.
Resta por presentar "Rituales Amerindios-Chaac" del joven argentino Esteban Benzecry, "Choros número 10" del brasileño Heitor Villa-Lobos (1887-1959) y la "Cantata Criolla" del venezolano Antonio Estévez (1916-1988).
Si obras como la "Sinfonía India" o "La noche de los mayas" combinan ritmos orquestales europeos con la música popular mexicana de los años 20 y 30 del siglo pasado, la "Cantata" de Estévez proyecta el folclore de Venezuela expresado en un duelo en verso entre el Diablo y Florentino, un coplero de los llanos del país.
A piezas seleccionadas de este repertorio latinoamericano se agregará, en Chicago, Filadelfia y Washington, la "Sinfonía Alpina", de alemán Richard Strauss (1864-1949).
El repertorio apunta al empleo de todo el instrumental de la y resalta piezas consideradas por la crítica como exigentes por el minucioso estudio requerido por su partitura, como "Tres versiones sinfónicas".
Con ese propósito, incluso algunos músicos prestan sus voces para la melodía prehispánica "Konex, Konex" en "La noche de los mayas".
Además de los conciertos de gala, la orquesta, sus ensambles, y sus dirigentes, participan en actividades de contenido social y educativo, promoviendo acuerdos de cooperación y dando impulso a proyectos locales de desarrollo artístico-musical.
Por ejemplo, centenares de niños de escuelas de la zona de San Francisco recibieron un concierto exclusivo en los que la orquesta actuó bajo la batuta de noveles directores: Joshua dos Santos, Jesús Parra, Eduardo Salazar y Manuel Jurado.
También para ellos hubo una alta dosis de música latinoamericana, pues la orquesta ejecutó piezas del argentino Alberto Ginastera (1916-1983), el brasileño Oscar Fernández (1897-1948), el mexicano Arturo Márquez (1950) y los venezolanos Evencio Castellanos (1915-1984) y Pedro Elías Gutiérrez (1870-1954).
Dudamel guió con una clase magistral a la orquesta de la Universidad de California y junto a su mentor, José Antonio Abreu, fundador del sistema venezolano, participó en un foro sobre educación musical en el mismo recinto.
Matías Tarnopolsky, director del Cal Performances, la organización para música, danza y teatro de la Universidad de California, dijo que el encuentro "permite mostrar a nuestros estudiantes lo que se ha logrado en Venezuela con la música, y esperamos que se generen muchos proyectos para encontrarnos más seguido".
Abreu recordó que lo que ahora se conoce como el sistema, con unas 300 orquestas y otros tantos coros en todas las provincias de Venezuela, comenzó cuando una tarde de 1975 reunió a 11 muchachos en un sótano que servía para estacionar autos. "La segunda noche ya eran 40, y la tercera 76", narró. Ahora son cientos de miles.
Añadió que "el sistema" cuenta con apoyo del Estado y de la sociedad civil, y además de entes multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo y la Corporación Andina de Fomento. "Se lo asume como un gran proyecto social, de lucha contra la pobreza, la exclusión y por la educación integral", remarcó.
"Para nosotros el arte, si no es social, si no sirve al pueblo, no es arte. El arte es portador de ciudadanía, parte fundamental del sistema democrático", postuló Abreu.
"Cuando un niño recibe un instrumento, ya no es pobre. Cuando tiene un maestro ya no es un excluido. Desde la belleza de una orquesta comienza a intuir un mundo maravilloso y sublime", sentenció el veterano conductor del sistema orquestal que de nuevo y bajo grandes ovaciones incursiona en Estados Unidos.