AGRICULTURA-ÁFRICA: Transgénicos sí, transgénicos no

El agricultor sudafricano Motlasi Musi no está contento con el llamado del Centro Africano para la Bioseguridad (ACB, por sus siglas en inglés) a prohibir el cultivo, la importación y la exportación del maíz transgénico.

"Yo consumo maíz genéticamente modificado, que he cultivado en mi granja durante más de siete años, y aún estoy vivo", señaló.

Musi, de 57 años, es agricultor del valle de Fun, en el área de Olifantsvlei, a las afueras de Johannesburgo, y abrazó con entusiasmo la biotecnología a través del Programa para la Redistribución de Tierras y el Desarrollo Agrícola de Sudáfrica. "Lo único que ha cambiado son mi rendimiento y mis ingresos", dijo a IPS. El productor explicó que gana unos 225 dólares más por hectárea con el maíz transgénico que con el común.

El cultivo y la venta de maíz genéticamente modificado ayudan a reducir la inseguridad alimentaria en Sudáfrica, aseguró.

"La biotecnología tiene un gran papel en la seguridad alimentaria", indicó. "El clima ha cambiado, y yo sé que con semillas tolerantes a las sequías tengo una herramienta para luchar contra el recalentamiento planetario".
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Un informe de abril pasado del Instituto de Emergencia Climática, titulado "El impacto del cambio climático en Sudáfrica", señala que este país experimenta un gradual aumento de las temperaturas desde hace 60 años.

Se prevé que las temperaturas en las regiones costeras aumentarán entre uno y dos grados para 2050.

Pero el ACB no cree que los transgénicos puedan garantizar la seguridad alimentaria en el continente, y menos en Sudáfrica.

La organización apoya una declaración de grupos de la sociedad civil africanos que llama a la prohibición del maíz transgénico en todo el continente, y que será entregada a los gobiernos de los respectivos países.

Hasta ahora, la declaración reunió 656 firmas de apoyo en Internet, incluyendo las de 160 organizaciones africanas.

"Enviamos una carta abierta a nuestro ministro de Agricultura en octubre para prohibir el maíz transgénico en Sudáfrica", dijo Haidee Swanby, del ACB, en diálogo con IPS.

"Hemos plantado, importado y exportado cultivos transgénicos durante 14 años sin ningún impacto (positivo) en la seguridad alimentaria. De hecho, una bolsa de harina de maíz es 84 por ciento más cara hoy que hace cuatro o cinco años", añadió.

Swanby sostuvo que era necesario mejorar el acceso a los alimentos, encarando temas como la pobreza, el desempleo, la tenencia de tierras, los servicios, la infraestructura, el acceso a los mercados y las prácticas de comercio desleal.

"Los alimentos genéticamente modificados nunca fueron etiquetados en Sudáfrica, así que no hay forma de saber si están causando problemas de salud", señaló Swanby, y llamó a realizar un estudio riguroso sobre las posibles consecuencias del consumo de transgénicos.

"Si alguien se enferma, ¿cómo van a seguir el rastro de los transgénicos si no saben si los están consumiendo? ¡Queremos más ciencia, no menos!", añadió.

El ACB cuenta con el apoyo de la organización Amigos de la Tierra internacional, que presiona para que África sea un continente libre de productos genéticamente modificados.

Aparte del maíz, Sudáfrica también cultiva soja transgénica tolerante a las malezas y algodón resistente a los insectos.

Sudáfrica es uno de los tres países en África, junto a Burkina Faso y Egipto, que cultiva y comercializa productos genéticamente modificados.

Por su parte, Nigeria, Kenia y Uganda realizan actualmente pruebas de campo, mientras que otras seis naciones africanas adoptaron leyes de bioseguridad permitiendo el desarrollo controlado y la comercialización de transgénicos.

El coordinador de Amigos de la Tierra, Nnimmo Bassey, dijo a IPS que los productos modificados no cumplían con las promesas hechas por la industria de la biotecnología, y sostuvo que el hambre en África es usada como una excusa para contaminar y erosionar la diversidad genética del continente.

Bassey opinó que los cultivos transgénicos no son ni más nutritivos ni logran mejores cosechas. Tampoco reducen el uso de pesticidas y herbicidas, y por el contrario son peligrosos para la salud humana y para el ambiente, alertó.

"Todo se trata de una colonización del mercado", dijo a IPS. "Los cultivos transgénicos ni generan seguridad alimentaria ni cubren los déficit de nutrición. El camino es la soberanía alimentaria. Los africanos deben determinar qué cosechas son adecuadas cultural y ambientalmente".

Más de 80 por ciento de las necesidades alimentarias de este continente son cubiertas por la pequeña agricultura.

Amigos de la Tierra citó experimentos fallidos con el algodón Bt (variedad que tiene a la bacteria Bacillus thuringiensis insertada en su código genético) en Burkina Faso y Sudáfrica, donde había sido promocionado como un cultivo que podría sacar a muchas personas de la pobreza.

Mientras, la empresa internacional de citogenética DuPont Pioneer defendió la utilización de semillas híbridas, esto es, las que surgen del cruce de plantas de la misma especie. Otro tipo de semillas mejoradas son las transgénicas, a las que se les han injertado genes de otras especies vegetales o animales.

El vicepresidente de la compañía para África, Asia y China, Daniel Jacobi, dijo a IPS que alrededor de un tercio de las 24 millones de hectáreas de maíz plantadas al año en África subsahariana tienen semillas híbridas.

Los agricultores obtienen buenas cosechas de esas semillas usando fertilizantes y mejores prácticas agrícolas, destacó.

"Podemos ganar mucha productividad en África subsahariana haciendo todas estas cosas sin jamás introducir transgénicos", dijo Jacobi.

"Creo que tendemos a enredarnos en el debate sobre los transgénicos y sobre cómo las compañías multinacionales obligan a los agricultores locales a usarlos. Creo que debemos concentrarnos en ayudar a esos campesinos a hacer mejor su trabajo usando semillas híbridas y no dejar que esas prioridades se pierdan en el gran debate filosófico sobre los transgénicos", añadió.

Por su parte, AfricaBio, asociación que promueve el desarrollo de la biotecnología, señaló que la vasta mayoría de la población sudafricana tiene dificultades para cubrir sus necesidades alimenticias diarias, y que los transgénicos han demostrado ser una solución.

"Por 14 temporadas consecutivas, los sudafricanos han plantado y consumido productos derivados de cultivos transgénicos como parte de su dieta, y no se han reportado casos confirmados de daños" a la salud, dijo a IPS el jefe ejecutivo de AfricaBio, Nompumelelo Obokoh.

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