Tres años de paz no traen prosperidad al norte de Sri Lanka

Mamaduwa, una aislada aldea del distrito de Vavuniya, en el norte de Sri Lanka, aún lucha por olvidar el pasado.

Habitada por 130 familias, se encuentra sobre la frontera sur de la antigua zona de guerra srilankesa, popularmente conocida como el Vanni. Prácticamente todos los aldeanos son cingaleses, la mayor etnia de este país insular de Asia meridional.

Cuando las tensiones étnicas derivaron en una guerra civil abierta en 1983, la pequeña aldea se vio atrapada en el fuego cruzado entre las fuerzas del gobierno y los rebeldes Tigres para la Liberación de la Patria Tamil (LTTE), que demandaban un estado independiente en el norte para esa minoría.

En 1985, una mujer y su hijo murieron por supuesto fuego rebelde cerca de Mamaduwa, lo que desató un éxodo masivo que vació la aldea en cuestión de pocos años.

Las armas se acallaron en mayo de 2009, con la derrota de los rebeldes, pero los aldeanos todavía no han visto una mejora en su vida.
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"Estamos contentos de haber regresado a nuestra aldea, pero no hay nada más por qué estar feliz aquí", dijo Sagara Sampath, de 25 años, en diálogo con IPS.

Sampath, quien vivió como desplazada durante dos décadas, al menos tiene trabajo en la Fuerza de Defensa Civil, lo que le asegura un salario mensual.

Pero otros aldeanos no tienen la misma suerte, sobre todo porque los grandes proyectos de desarrollo que se extienden por la antigua zona de guerra no llegan a Mamaduwa.

La mayoría de los aldeanos viven de la agricultura, aunque una fuerte sequía en todo el país prácticamente detuvo los cultivos en los últimos meses.

No obstante, aun cuando las cosechas son abundantes, los agricultores tienen dificultades para sobrevivir.

"Esta tierra es fértil. Nada ha sido plantado aquí en los últimos 20 años. Así que, aun sin fertilizantes, una buena cosecha está garantida", Sampath.

Pero esto no necesariamente significa más ingresos. Debido a la defectuosa red de carreteras, que dificulta el acceso de sus productos a los mercados, los agricultores no pueden negociar precios más altos con los intermediarios y vendedores de la localidad de Vavuniya, a 30 kilómetros de distancia.

"Si las carreteras fueran mejores, entonces podríamos ahorrar algo de dinero", dijo Sampath.

La antigua zona de guerra no solo carece de buen transporte, sino también de electricidad, escuelas y centros de salud.

Los empleos también son escasos. El Banco Central señaló que el norte fue una de las regiones del país de más rápido crecimiento entre 2011 y 2012, llegando a una expansión de 27 por ciento después de la guerra.

Pero una investigación conjunta del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el Programa Mundial de Alimentos y el Ministerio de Salud informó a principios de este año que más de 37 por ciento de la población en la Provincia del Norte vivía de trabajos a jornal.

Economistas señalan que la principal razón de las altas tasas de crecimiento de de la provincia es la introducción de grandes proyectos de infraestructura, como carreteras y electrificación.

Pero esta tendencia, según el economista Muttukrishna Sarvananthan, investigador principal del Point Pedro Development Institute, con sede en la norteña ciudad de Jaffna, no se traduce en creación de empleos.

Sarvananthan dijo a IPS que la mayoría de los proyectos de desarrollo dependían de alta tecnología y de maquinaria pesada en vez de mano de obra, que abunda en el norte.

"En un área geográfica de posguerra, donde los niveles de educación y capacitación de la población local, sobre todo de los jóvenes, son bajos, sería prudente aplicar métodos de construcción que requieran mano de obra", sostuvo.

Para agravar las cosas, grandes empresas y firmas de inversiones se muestran renuentes a instalarse en la antigua zona de combate.

La única excepción parece ser MAS Holdings, una gran compañía internacional de prendas de vestir, que instaló tres fábricas en el Vanni.

Anush Wijesinha, economista del Instituto de Estudios Políticos, señaló que la carencia de empleos se debía también a la falta de incentivos a las pequeñas y medianas empresas.

Funcionarios públicos en la región dijeron a IPS que el gobierno reconocía la situación y que ya había tomado medidas para mejorarla.

Roopavathi Ketheeswaran, funcionario del distrito de Kilinochchi, dijo a IPS que se estaban instalando en la región centros de capacitación laboral para jóvenes, con la mira en aportar mano de obra a los esfuerzos de reconstrucción.

"Se han dado pasos especiales para involucrar a la juventud en el proceso de desarrollo", afirmó.

Robert Peiris, secretario adjunto del Programa para el Renacer del Noreste, que opera bajo la órbita del Ministerio de Desarrollo Económico, coincidió en que una de las formas de crear empleo es que los proyectos trabajen con la mano de obra disponible.

"Por eso, necesitamos tiempo para desarrollar las habilidades de los trabajadores", señaló.

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