No es casual que el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, convoque a comicios anticipados para el 22 de enero. Busca ser reelegido mientras un nuevo presidente asume en Estados Unidos, volviéndose inmune a su presión ante una fase crucial del debate sobre cómo abordar el programa nuclear iraní.
Es posible que cuando anunció elecciones generales "por el bien del Estado de Israel" en un plazo de tres meses en vez de en un año, Netanyahu haya pensado en Henry Kissinger.
El legendario secretario de Estado (canciller) de Estados Unidos entre 1973 y 1977, conocido por su pragmatismo, señaló una vez: "Israel no tiene política exterior, solo un sistema político interno".
En la superficie, esa declaración parece bastante acertada ahora. En un mensaje televisado a la nación, el líder israelí explicó los motivos internos que originaron su decisión.
"Es difícil que las partes pongan el interés nacional por encima de sus propios intereses. Mi gobierno de coalición no podrá acordar un presupuesto nacional", indicó.
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"Probablemente, la consecuencia será una brecha presupuestaria y un enorme aumento del déficit. (
) No permitiré que eso ocurra", dijo.
Si no hubiera convocado a elecciones anticipadas, Netanyahu, con su país amenazado por el colapso financiero de Europa, podría haberse hallado manejando una crisis económica durante un año electoral, obligado a intensificar la carga impositiva sobre los contribuyentes israelíes.
No olvida que, apenas el año pasado, cientos de miles de israelíes salieron a las calles. "El pueblo reclama justicia social", fue el leitmotiv de las protestas.
La mayoría de los expertos políticos coinciden en que el gobierno de Netanyahu podría haber aprobado el presupuesto 2013. Pero él personalmente habría pagado un precio político.
En realidad, el país ha estado en clima electoral durante los últimos cinco meses.
En mayo, Netanyahu propuso que las elecciones se realizaran en septiembre, pero 24 horas después se retractó e incorporó a su gobierno a Shaul Mofaz, nuevo líder del partido centrista Kadima, principal contendiente de su derechista Likud.
Entonces también, el asunto era puramente interno: aprobar una ley que permitiera hacer ingresar a los judíos ultraortodoxos al ejército. Tradicionalmente, los jóvenes ultraortodoxos han estado exonerados por ley del servicio militar obligatorio, despertando la ira de quienes deben llevar el uniforme durante años.
Entonces, la legislación alternativa ni siquiera llegó a la etapa de borrador. Mofaz abandonó el gobierno de unidad. Netanyahu se mantuvo al mando.
Así que, ¿por qué se vería tentado de convocar a elecciones anticipadas para el 22 de enero cuando su coalición es estable como una roca? Después de todo, a lo largo de su gestión cuatrienal, las encuestas han señalado constantemente que, si las elecciones se celebraran hoy, Netanyahu sería reelegido por un cómodo margen.
El primer ministro cuenta con más apoyo que todos sus rivales combinados. La izquierda y el centro están divididos.
Aunque absuelto de una serie de asuntos de corrupción, el ex primer ministro Ehud Olmert (2006-2009), potencial oponente de Netanyahu, todavía enfrenta cargos por presunto soborno en un escándalo inmobiliario.
Netanyahu parece invulnerable. De todos modos, sus antecedentes distan de ser impecables.
Gobierna aplicando un statu quo, si se le puede llamar así, que definitivamente no es sinónimo de parálisis. Desde el punto de vista de la derecha, el statu quo es bueno: se seguirán construyendo colonias.
Netanyahu congeló por 10 meses la creación de asentamientos y, en septiembre de 2010, se comprometió participar en conversaciones de paz con el presidente palestino Mahmoud Abbas, mediadas por Estados Unidos. Pero las negociaciones colapsaron a las tres semanas, y no se han reanudado.
Desde entonces, la construcción en Cisjordania y Jerusalén oriental ha continuado incólume.
"A raíz de la crisis regional, debemos continuar manteniendo políticas responsables de seguridad, porque nos esperan muchos desafíos", es la justificación de Netanyahu. Los levantamientos prodemocráticos en Egipto y Siria han alentado al líder israelí, conocido por su prudencia política, a ser aún más prudente.
Mientras sus críticos dicen que no deja ninguna huella significativa en la política exterior de Israel, Netanyahu recurrió a aquello en lo que es bueno: las presentaciones de diplomacia pública, como la que desplegó en la última reunión anual de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) cuando mostró una caricatura de una bomba (iraní) a punto de explotar.
No hizo la paz con los palestinos. Y tampoco convenció a la comunidad internacional de que, de ser necesario (según él), se debería actuar militarmente contra el programa nuclear de Irán.
No obstante, Netanyahu centrará su campaña electoral en las políticas de seguridad y defensa, especialmente en relación al programa nuclear iraní, que aparentemente es el disparador de las elecciones anticipadas.
"Debemos continuar asegurándonos de que Irán no tiene una bomba nuclear", continúa advirtiendo.
Así que, además de los motivos presupuestarios, ¿cuál podría ser el motivo ulterior de Netanyahu para convocar a elecciones anticipadas?
La política es, a menudo, cuestión de oportunidad.
Luego de haber trazado una "línea roja" sobre el programa nuclear de Irán y de haber hecho todo lo que estaba a su alcance para borrar la "Línea Verde" (marcada por el cese del fuego de 1967 y que se extiende entre Israel y los territorios palestinos ocupados), en base a la cual el actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quería que Israel negociara la solución de dos estados con los palestinos, Netanyahu busca un nuevo mandato.
Y, de lograrlo, coincidirá con un nuevo mandato de gobierno en Estados Unidos, que se inicia el 20 de enero.
También ha advertido que, si Irán llega al umbral del enriquecimiento de uranio que lo habilite a fabricar una bomba atómica, su "línea roja" será en "la próxima primavera" o "el próximo verano" boreal, como mucho.
Un triunfo electoral en enero o febrero colocaría a Netanyahu en una posición de fortaleza en un momento de decisiones cruciales sobre la controvertida carrera iraní.
Al mismo tiempo, estará en mejor posición para rechazar los pedidos internacionales de reanudación de las conversaciones de paz con los palestinos.
Atrapado entre su propia "línea roja" y la "línea verde" respaldada internacionalmente, convocó a elecciones anticipadas.
"Mi obligación ( ) es poner el interés nacional por sobre todo", reiteró durante su declaración televisada.
Y "poner el interés nacional por sobre todo", según Netanyahu, obviamente significa votarlo a él.
Después de todo, como la mayoría de los políticos, está determinado a hacer que los intereses políticos y nacionales coincidan en las urnas, y a no bajarse del escenario.