El malestar que se propagó por Medio Oriente por la difusión de imágenes ofensivas hacia el Islam y, en especial, la violencia frente a la embajada de Estados Unidos en la capital de Egipto no parecen haber afectado la «relación estratégica» entre estos dos países.
"Las últimas manifestaciones y enfrentamientos cerca de la legación diplomática estadounidense, y la reacción de los nuevos gobernantes de Egipto no ocasionó un cambio drástico en las relaciones bilaterales, como se temió en un principio", dijo a IPS el politólogo Tarek Fahmi, profesor en la Universidad de El Cairo.
"Es una relación muy profunda y tiene muchas dimensiones: política, económica, militar, entre otras", apuntó Fahmi. "No se resentirá gravemente por manifestaciones en la embajada o declaraciones excepcionales de autoridades de ambos países", añadió.
Miles de personas se concentraron el 11 de septiembre fuera de la embajada de Washington en El Cairo tras la divulgación de un filme que se burla del Islam y del profeta Mahoma. Incluso llegaron a ingresar en el recinto y rasgaron una bandera estadounidense.
Ese mismo día, el embajador de Estados Unidos en Libia, Christopher Stevens, fue asesinado junto a tres colegas en el marco de protestas similares fuera de la sede diplomática estadounidense en Bengasi.
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En El Cairo no hubo heridos, pero durante los tres días siguientes hubo enfrentamientos entre manifestantes y las fuerzas de seguridad en los alrededores de la embajada, cerca de la emblemática plaza Tahrir.
El 12 de septiembre, en un gesto que muchos observadores consideraron como una señal de cambio de política en la región, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dijo que Egipto no era ni aliado ni enemigo.
"No creo que lo consideremos un aliado, pero no lo consideramos un enemigo. Veremos cómo responden a este incidente, por ejemplo, manteniendo el tratado de paz con Israel", declaró Obama en entrevista televisada.
Al otro día en Egipto, el gobernante Partido Libertad y Justicia (PLJ), brazo político de la Hermandad Musulmana, emitió un comunicado urgiendo a los manifestantes a "ejercer un autocontrol", y diciendo que la protección de las misiones diplomáticas extranjeras era "islámico y una obligación legal".
También expresó su "total rechazo" a toda agresión contra la embajada de Estados Unidos o su personal, y condenó en forma contundente la violencia en Libia.
Algunas autoridades estadounidenses criticaron al PLJ por sacar el comunicado dos días después del inicio de las protestas, pero el dirigente Hamdi Hassan defendió la actitud de su partido.
"Desde el principio, el gobierno emitió de inmediato órdenes prohibiendo toda violencia contra la embajada de Estados Unidos", dijo Hassan a IPS. "La Hermandad Musulmana, por su parte, urgió al gobierno a evitar toda agresión contra misiones diplomáticas", apuntó.
Incluso responsabilizó de la violencia a "fuerzas contrarrevolucionarias que siguen operando tras bambalinas". Nunca "pierden la oportunidad de convertir manifestaciones pacíficas en enfrentamientos violentos para desestabilizar al país y causar problemas al nuevo gobierno elegido democráticamente.
Elementos contrarrevolucionarios, entre los que hay figuras del antiguo régimen, "quieren mancillar la imagen de la revolución egipcia haciéndola parecer como un fenómeno contra Occidente, lo que no es real", añadió.
Los manifestantes que protestaron contra el filme en forma pacífica permanecieron en la plaza Tahrir, "mientras que los que se enfrentaron con las fuerzas de seguridad en los alrededores de la embajada fueron incitados a hacerlo por instigadores todavía no identificados", remarcó.
El primer ministro de Egipto, Hisham Qandil, declaró el 16 de septiembre que varias de las personas detenidas durante los disturbios confesaron haber recibido dinero para atacar a las fuerzas de seguridad. Las investigaciones para identificar a los responsables "están en curso", apuntó.
"A pesar del cambio de gobierno en este país, Washington sigue considerando a Egipto como su principal aliado en la región", observó el politólogo Fahmi.
"Estados Unidos no quiere que Egipto se escabulla de su esfera de influencia. Sería un golpe enorme para sus intereses estratégicos en la región si este país se alía con otras potencias internacionales como Rusia o China", añadió.
En cuanto a Egipto, será difícil renunciar a su prolongada cooperación militar con Estados Unidos, de más tres décadas ya, pues las fuerzas armadas de este país son muy dependientes del armamento estadounidense, añadió.
En caso de una seria ruptura de relaciones, apuntó, "El Cairo se vería obligado a reemplazar todo su inventario militar".
Una semana después de los disturbios y tras la publicación de imágenes que ofendieron al Islam en una popular revista francesa, los principales partidos islámicos de Egipto, incluido en FLJ, se opusieron a los llamados a protestar fuera de la sede diplomática de Francia en El Cairo, y optaron por iniciar acciones legales contra el medio.
"Las fuerzas islamistas aprendieron de su anterior error con la embajada de Estados Unidos", sostuvo Hassan.
"Sabiendo que elementos contrarrevolucionarios esperan cualquier oportunidad para manchar la imagen del Islam y de los musulmanes a los ojos de Occidente, estamos buscando formas alternativas para expresar nuestra oposición aparte de las manifestaciones", añadió.
Washington y El Cairo aprendieron lecciones importantes de ese episodio, remarcó Fahmi.
"El gobierno de Morsi entendió que tiene que adoptar una posición respecto de Israel y del tratado de paz (Egipto-Israel) de Camp David, porque las relaciones con Estados Unidos se basan ampliamente en ese acuerdo", indicó.
Morsi reiteró que respetará todos los tratados internacionales suscritos por Egipto, pero también dio a entender que el de Camp David, que prohíbe la presencia militar de fuerzas egipcias en la península del Sinaí, podría ser sometido a referendo.
Washington, por su parte, dijo Fahmi, "aprendió que para comunicarse con Egipto deberá lidiar con el nuevo presidente, el gobierno y las fuerzas posrevolucionarias".
"Se acabó la época en que Estados Unidos simplemente daba órdenes al (depuesto presidente Hosni) Mubarak, y este las implementaba a pesar de la voluntad popular", añadió.
En una señal que muestra que las relaciones bilaterales capearon el temporal, Obama habría enviado el 23 de septiembre a su par egipcio una misiva en la que le agradece por garantizar la seguridad de la embajada de Estados Unidos y le reitera su deseo de mantener una "relación estratégica" con El Cairo.