Seis hombres están atentos a las últimas novedades a través de un «walkie-talkie». Se encuentran en una finca en el norte de Líbano, a menos de un kilómetro de distancia de la frontera con Siria. A lo lejos se oyen disparos y explosiones.
Un integrante del grupo regresa a la habitación luego de haber recibido una llamada telefónica. "Buenas noticias desde la batalla", anuncia con una sonrisa.
Todos los hombres integran o apoyan al opositor Ejército Libre de Siria (ELS), que pelea contra el régimen de Bashar Al Assad y libra una dura batalla para controlar varias aldeas y territorios clave en el lado libanés de la frontera.
"Un líder militar del (movimiento libanés prosirio) Hezbolá murió en Zaraaat, junto al jefe de inteligencia sirio en Al-Qusayr", le dice al grupo.
Más temprano, los hombres recibieron la noticia de que al menos 13 combatientes de Hezbolá habían sido capturados y detenidos en Siria.
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Hezbolá es la fuerza política predominante en Líbano, y está aliada al régimen de Al Assad desde que comenzó el levantamiento en Siria, hace 18 meses.
La oposición siria y sus partidarios en Líbano afirman que Hezbolá apoya activamente a Al Assad, pero ese partido siempre ha negado cualquier participación directa en el conflicto.
No obstante, la ambigüedad que rodeó a las muertes de varios combatientes de esa organización chiita en las últimas semanas, incluyendo las de algunos comandantes de alto rango, sigue alimentando sospechas.
Cuando murieron dos altos comandantes en agosto y septiembre, el partido informó que habían caído en el cumplimiento de su "deber con la yihad" (guerra santa islámica), pero no especificó dónde ni en qué circunstancias.
El líder de Hezbolá, Sayyed Hassan Nasrallah, finalmente hizo una aparición televisiva el jueves 11, en la que negó categóricamente que los comandantes hubiesen muerto en Siria, y además rechazó los reportes de la captura de 13 combatientes.
El ejército de Al Assad "ahora está débil en la frontera, y Hezbolá tiene miedo de que el ELS tome el control" de toda la zona, explica Abu Ahmad, combatiente rebelde sirio en el lado libanés.
El ELS necesita mantener las rutas fronterizas abiertas para permitir la salida de refugiados y heridos de Siria, así como la entrada de medicamentos, combustible y armas.
Las rutas que unen el norte libanés con la localidad siria de Qusayr, atravesando aldeas como Zaraat y Jousi, son de especial importancia, pues los rebeldes en la localidad de Homs, en el oeste de Siria, escenario de fuertes combates, dependen de ellas para obtener armas y municiones.
De la misma manera, la capacidad del ejército de Al Assad para mantener el control del territorio depende de las líneas de suministro desde el centro del país.
"Hemos logrado cortar sus rutas más importantes", destaca Abu Ahmad. "Necesitan desesperadamente alimentos y municiones, y es por eso que hay una lucha tan fuerte por las aldeas a lo largo de la frontera".
Refugiados y miembros del ELS en Líbano afirman que Hezbolá utiliza al distrito fronterizo de Housh as-Sayed Ali para proveer de suministros al ejército de Al Assad y enviar combatientes de apoyo.
En su discurso televisado, Sayyed Nasrallah negó estar enviando milicias a Siria, pero reconoció que miembros del partido luchaban en la zona por su propia voluntad, para defender sus hogares y a sus familias.
En algunas áreas, la frontera está poco delimitada. Muchas viviendas libanesas se encuentran dentro de territorio sirio.
Nasrallah dijo que simpatizantes de Hezbolá que vivían allí fueron acosados, atacados y algunos asesinados por el ELS. Los que no huyeron se quedaron para combatir.
La justificación es plausible, pero no reduce la preocupación. Que miembros de Hezbolá estén combatiendo dentro de Siria con la anuencia de sus líderes, si no bajo su orden, es una muestra de cómo la crisis siria está amenazando la seguridad de Líbano.
Mashereea al Qaa, una franja de fincas agrícolas a lo largo de la frontera, ha sido prácticamente abandonada por sus habitantes nativos.
"En los últimos seis o siete meses, como el conflicto ha avanzado a través de la frontera, todas las familias han huido", explica Abu Mohammad, profesor de filosofía oriundo de Zeraaa.
Se mudó a Líbano cuando el ejército de Al Assad comenzó a bombardear su pueblo natal, y ahora vive con su familia completa en una finca en Mashereea al-Qaa, a aproximadamente un kilómetro de la frontera.
Sus dos hijos hombres luchan en el ELS. Uno fue detenido por el ejército sirio y el otro contrabandea suministros para los rebeldes.
Desde el techo de la casa de Abu Mohammad se puede ver, a lo lejos, otra vivienda en llamas. Hubo fuertes combates entre el ELS y el ejército sirio pocas horas antes.
"Nos mudamos a la seguridad de aquí, pero todo es relativo. La primera casa en la frontera a la que nos trasladamos fue bombardeada y yo resulté herido. Ahora nos mudamos a aquí, pero con frecuencia hay fuego fronterizo, y se puede ver dónde atacaron", dice, señalando una pila de escombros arrancados de un edificio.
Otro habitante de la zona se une a la conversación con IPS señalando que al menos 10 civiles libaneses murieron en ataques transfronterizos el último año.
Casi todas las viviendas cercanas a la frontera han sido bombardeadas o incendiadas, y los combatientes y los contrabandistas son los únicos que se animan a cruzar de un país a otro, aunque solo por la noche, para evitar el fuego de los francotiradores.
"Las fuerzas del régimen sirio destruyen las casas ubicadas a lo largo de la frontera para que los rebeldes del ELS no las puedan usar como escondites o para apostar francotiradores", explica Ahmad Fliti, funcionario municipal de la localidad libanesa de Arsal.
El uso de las áreas libanesas por parte del ELS ya está desestabilizando a la región. Pero si Hezbolá sigue interviniendo en el conflicto, las repercusiones podrían ser aún más catastróficas.
