Impacto climático en enfermedades tropicales reta a científicos

Lluvias más intensas, temperatura en ascenso y migraciones de poblaciones humanas y animales por la reiteración de sequías inciden en la transmisión de enfermedades tropicales. Estos cambios, ya estudiados por la climatología, ahora son un desafío también para expertos y autoridades de la salud.

El impacto del cambio climático en la salud humana generó polémicas entre los especialistas que asistieron al XVIII Congreso Mundial de Medicina Tropical y Malaria, que finalizó este jueves 27 en Río de Janeiro.

En un lado de esta controversia está el investigador Ulisses Confalonieri, de la brasileña Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), quien considera que muchas veces se trata de "simplificaciones periodísticas", pues el asunto es muy complejo.

En cambio, el presidente de la Sociedad Brasileña de Medicina Tropical (SBMT), Carlos Henrique Costa Nery, respondió a IPS que "no es atrevido" afirmar que el cambio climático "tenga consecuencias inevitables sobre las enfermedades tropicales".

Presentes en 49 países, las enfermedades tropicales "representan un enemigo que se aprovecha de la fragilidad social y económica", según la Federación Internacional de Medicina Tropical, la SBMT y el Instituto Oswaldo Cruz, organizadores del congreso inaugurado el domingo 23.
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Son provocadas por virus, bacterias y parásitos que afectan a unas 1.000 millones de personas, sobre todo en la faja tropical del planeta, donde se concentran las poblaciones más vulnerables de los países en desarrollo.

Pero el mapa de enfermedades tropicales, como el paludismo o malaria, el mal de Chagas, la enfermedad del sueño, la leishmaniasis, la esquistossomosis y el dengue, está comenzando a cambiar.

Se trata de dolencias transmitidas por vectores como mosquitos, moscas y caracoles, directamente afectados por las condiciones de los biomas que habitan, a su vez influenciados por los cambios de humedad, temperatura y lluvias, explican los especialistas.

"El recalentamiento global esta ‘tropicalizando’" regiones subtropicales, y el aumento de la temperatura puede implicar una "explosión de parásitos, e insectos vectores que se expanden hacia América del Norte, el Cono Sur de América, Australia y Nueva Zelanda", explicó Costa Nery.

Una evidencia, según el presidente de la SBMT, sería la presencia en Europa de la leishmaniasis, que acomete a seres humanos y canes, una enfermedad instalada en los países del sur de ese continente pero que podría expandirse hacia norte y cruzar las fronteras si aumenta más la temperatura, aseguró.

Al mismo tiempo, la alteración del clima en los trópicos y sus efectos en el cambio de frecuencia de inundaciones y sequías "pueden también alterar la dinámica de la transmisión de enfermedades" con el surgimiento de vectores que alteren la inmunidad y resistencia de la población.

Las inundaciones, por ejemplo, pueden favorecer la propagación de las enfermedades transmitidas por insectos como la fiebre amarilla, el dengue o el paludismo. "Esto afecta la ecología del insecto", apuntó Costa Nery.

Las sequías tendrían un impacto más indirecto. Al restringir los alimentos, la población estaría más vulnerable a agentes infecciosos como la tuberculosis.

En el nordeste de Brasil y otras regiones de América Latina y de África, las sequías causan también el éxodo de poblaciones humanas de áreas rurales a las ciudades y con ello se produce una cadena de efectos.

Sin capacidad de recibir estos nuevos contingentes humanos, crecen los conglomerados pobres y hacinados, como las llamadas "favelas" de Brasil. A su vez, la falta de saneamiento básico, el incremento de la basura, la contaminación y el agua de mala calidad aumentan todas las enfermedades "infecciosas o no infecciosas", añadió.

Costa Nery aclaró que algunos de estos problemas son todavía "especulativos". Pero otros ya están "informados", como en el mencionado caso de la leishmaniasis.

Los expertos coinciden en que el fenómeno es difícil de explicar aisladamente.

En el caso de la leishmaniasis habría que considerar factores como el gran movimiento internacional de vehículos de transporte aéreo, terrestre y marítimo, que pueden "trasladar vectores o personas enfermas", según Costa Nery.

Confalonieri admitió que muchas enfermedades tropicales cambiaron de comportamiento en las últimas décadas. La lesihmaniasis visceral, también conocida como kala azar, antes solo era rural y hoy está presente en las ciudades, mientras que el mal de Chagas, transmitido fundamentalmente por la vinchuca, hoy se contagia también a través de alimentos contaminados con el protozoario que la causa.

Pero el científico considera que la conformación del mapa se da por una situación mucho "más compleja de lo que parece".

"Hay que estudiar el clima, pero también otros factores ambientales", como la deforestación, el tratamiento de la basura, la conversión de la vegetación natural, la movilidad de la población, factores socioeconómicos y el saneamiento, así como cambios en la producción agrícola y de hábitos alimentarios, entre otros, detalló Confalonieri.

Para este científico de la Fiocruz, el desafío actual es identificar si las transformaciones climatológicas ya detectadas efectivamente están incidiendo en los cambios de los perfiles de salud.

Pero los trabajos realizados son por ahora "aislados" y escasos. Uno de ellos fue encabezado por el geógrafo Francisco Mendonça, de la Universidad Federal del sureño estado brasileño de Paraná, quien dividió en dos aspectos el programa sobre el dengue, transmitido por el mosquito Aedes aegypti.

El primero, básicamente de investigación, consideró que el sur de Brasil es una región fría en relación a los padrones tropicales, donde el mosquito, que necesita de temperaturas de entre 20 y 30 grados, no tendría condiciones de proliferar.

El equipo observó que en la última década hubo en la zona tres epidemias de dengue coincidentemente con años más calurosos.

"Esto significa que el dengue se podría expandir más si la temperatura aumenta", explicó Mendonça a IPS.

Otro aspecto del programa fue la creación de un sistema de alerta de epidemias de dengue, en base a condiciones climáticas, especialmente respecto de la intermitencia e intensidad de las lluvias y al aumento de la temperatura.

El sistema de alerta, accesible en un portal gubernamental, indica qué periodos son más favorables para la reproducción del mosquito y la transmisión del virus. A partir de esos datos, la Secretaría de Salud de Paraná establece en qué áreas es necesario reforzar la vigilancia.

Por su parte, Confalonierise se prepara para partir, junto a un equipo de científicos de Perú, Ecuador y Estados Unidos, a la región amazónica para estudiar la incidencia del paludismo en diversos escenarios modificados por el hombre, como el uso de la tierra y la apertura de carreteras.

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