Ajay Kallu, de 22 años y procedente de la aldea de Bakultala, en las islas Andamán del Norte, India, fue devorado por un cocodrilo de estuario cuando se adentró hasta la cintura en un arroyo para poder pescar.
El ataque tuvo lugar en la mañana del 1 de agosto, y fue el quinto de consecuencias fatales protagonizado por un cocodrilo en 28 meses en este archipiélago ubicado donde confluyen la bahía de Bengala y el mar de Andamán.
"Al recibir el reporte de este incidente, los funcionarios forestales se dirigieron al sitio a toda prisa por carretera. Las regulaciones del tráfico para vehículos en la Reserva Jarawa retrasaron nueve horas nuestra llegada. Para entonces estaba oscuro y ya era demasiado tarde para las tareas de búsqueda y rescate. Hemos dispuesto trampas para capturar al cocodrilo y reubicarlo", dijo Shashikumar, funcionario de biodiversidad, a IPS.
En el primer incidente reportado en esta última serie de ataques, un turista estadounidense fue muerto por un cocodrilo de agua salada en abril de 2010.
"Es imposible decir por qué ocurrió; algunos expertos creen que pudo haber sido un cocodrilo migratorio que atacó a un buzo. Fue una coincidencia muy infeliz, porque fue la primera vez en la historia, y el único incidente registrado hasta ahora fuera de un arroyo, en el mar abierto", dijo a IPS Samit Sawhney, quien al momento de la matanza estaba a cargo de los Barefoot Resorts en la isla Havelock, una de las Andamán.
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El espacio cada vez más reducido en las islas Andamán y Nicobar, causado en buena medida por la expansión de los asentamientos humanos, ha conducido a un aumento de los conflictos entre seres humanos y animales.
Los conservacionistas temen que un incremento de las muertes humanas pueda llevar a sacrificar animales que circulan libremente.
La población de este archipiélago aumentó de 356.000 habitantes en 2001 a 379.944 en 2011.
"Aproximadamente 70 años de expansión de los asentamientos humanos (han acarreado) una invasión generalizada del hábitat de los cocodrilos", dijo a IPS el investigador Manish Chandi, del Equipo de Ambiente de Andamán y Nicobar en Port Blair.
"Hábitat de anidación, corrientes de agua dulce y arroyos que desembocan en el mar son ahora paisajes dominados por los arrozales", dijo.
"Un mayor tráfico de embarcaciones y la invasión de la pesca intensiva en el hábitat de los cocodrilos, destrucción de litorales, manglares y pantanos" también ocupan superficies donde viven los cocodrilos de agua salada o de estuario en las islas, agregó Chandi.
La eliminación irresponsable de residuos hoteleros, fertilizantes, alimento para pollos, restos de carne, aguas servidas domésticas y efluentes derivados del turismo, tala, procesamiento de mariscos e industrias de la celulosa en los arroyos, han convertido a los cocodrilos en carroñeros y en depredadores de otros carroñeros más pequeños, como perros y chacales.
Gradualmente, los cocodrilos han perdido su temor a los seres humanos. Mohan Halder, jefe del concejo de desarrollo de la aldea de Tushnabad, ubicada 25 kilómetros al noroccidente de Port Blair, dijo a IPS que ahora estos animales "se atreven a ingresar en tierra seca, y sabemos que todos quienes desaparecieron mientras pescaban fueron muertos por cocodrilos".
Los jarawas, indígenas que habitan las islas y han sido víctimas de cocodrilos agresivos mientras practican el descenso de aguas rápidas o mientras vadean el arroyo pero sobrevivieron para contarlo, solo confirman las sospechas de Halder.
Sanjeev Mondal, de la aldea de Ograbraj, en Ferrarganj, unos 30 kilómetros al noroccidente de Port Blair, coincidió en que "la cruel eliminación de desechos y los mataderos ilegales son un problema" allí.
"Pero luego en Manpur, donde no hay mataderos, una mujer que guiaba a su manada a través del arroyo, rumbo a su casa, también fue muerta por un cocodrilo", dijo a IPS.
Mondal culpa de estos incidentes al Departamento Forestal, que, según él, no tomó la precaución de tender redes "en arroyos infestados de cocodrilos para impedir que estos ingresaran a asentamientos humanos".
Pero esto es más fácil de decir que de hacer. Según Chandi, "mantener cercamientos para apartar a los cocodrilos del área de la aldea puede no ser totalmente viable, dada la necesidad de que las embarcaciones naveguen en los arroyos".
Alterado equilibrio de la naturaleza
Sapan, un agricultor de la aldea de Collinpur en Ferrarganj, 35 kilómetros al norte de Port Blair, expuso las consecuencias de este nuevo fenómeno, que ha perturbado los antiguos patrones de vida de humanos y animales.
"El aumento de la cantidad cocodrilos se debe a que el Departamento Forestal ha reubicado cantidades excesivas de estos animales en estos arroyos para el manejo de la naturaleza", sostuvo.
"Si es necesario, el Departamento debe matar a estos cocodrilos", dijo indignado.
"Reubicar cocodrilos problemáticos en el santuario de Loha Barack, en las Andamán del Sur, es una posibilidad", pero también ocurre que en el santuario también hay un problema de capacidad, dijo Shashikumar a IPS.
El último ataque en Bakultala alentó al parlamentario Bishnupada Ray a "identificar y matar al cocodrilo asesino, además de mudar todo el hábitat de los cocodrilos de estuario".
Al no haber un evento sísmico de dimensiones similares al maremoto ocurrido en 2004 en Sumatra, que podría diseñar por completo el paisaje, esta es una tarea imposible.
Las comunidades de las islas Andamán y Nicobar han desarrollado una alta tolerancia hacia los cocodrilos, con los que conviven desde hace un siglo, enfatizó Chandi.
Los titulares de la prensa motivados por las declaraciones del parlamentario "podrían cambiar el modo como la gente ve a estos animales", agregó.
Los ataques se han registrado en varias localidades.
Los cocodrilos de estuario también son salvaguardados por la Ley de Protección de la Naturaleza como "animales en peligro crítico", lo que significa que matarlos implica correr el riesgo de ir a prisión y de ser multado.
La invasión humana no solo ha asfixiado los hábitat de los animales, sino que también ha perjudicado severamente el delicado equilibrio que hasta entonces había determinado la coexistencia pacífica entre las personas y la naturaleza.
Esa relación está cada vez más determinada por la violencia. Pero los expertos advierten que los seres humanos deben abstenerse de incurrir en represalias, dado que los animales son guiados por el instinto y no por la razón.
"Si un cocodrilo no puede vivir en paz en un arroyo, ¿a dónde más debe ir?", preguntó Zubair Ahmed, editor del diario local Light of Andamans en Port Blair.
*Malini Shankar es un fotorreportero especializado en biodiversidad, además de comunicador radial y cineasta, radicado en Bangalore, India.
Este es el primer artículo de una serie de dos sobre el conflicto entre seres humanos y animales en torno al espacio en las islas Andamán.