«Vi a por lo menos tres o cuatro niños acompañando a cada combatiente adulto», dijo Jean Claver Rukomeza, residente de Runyonyi, uno de los baluartes del grupo rebelde M23, que lucha desde marzo en el este de la República Democrática del Congo (RDC).
"Los combatientes adultos se niegan a permitir que los residentes se acerquen a hablar con estos jóvenes", añadió Rukomeza, experiodista en la estación de radio privada Mapendo, que transmite desde Butembo, en Kivu del Norte, oriental provincia de la RDC y epicentro del último levantamiento.
Añadió que todos los combatientes hablan Kinyarwanda, lengua usada en Ruanda y en otras partes del este de la RDC.
Estas declaraciones de testigos apoyan las serias acusaciones hechas por altos portavoces del gobierno congoleño ante la televisión nacional el mes pasado.
Al hablar ante la televisión el 30 de junio, el ministro de Comunicaciones, Lambert Mende, negó los rumores de que "la RDC armó y equipó a miembros de las FDLR (Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda) y a exsoldados de las FAR (Fuerzas Armadas Ruandesas) para atacar al régimen en Kigali".
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En cambio, aseguró que, "entre marzo y abril de 2012, Ruanda reclutó unos 200 niños, que entrenó y envió como soldados de combate para el M23".
Mende hizo estas declaraciones luego de la publicación, el 21 de junio, de un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre la situación en el este de la RDC y sobre el apoyo externo que goza el nuevo movimiento rebelde.
El estudio señala que, entre abril y mayo pasados, "el M23 reclutó a numerosos niños y niñas para cargar equipos militares y para luchar en sus rangos".
La rebelión del M23 "fue lanzada por Bosco Ntaganda, exgeneral de las fuerzas armadas de la RDC, con el apoyo de Laurent Nkunda Batware, expresidente del CNDP (Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo)", gobierno rebelde establecido en Kivu, señala la versión francesa del informe.
El M23 está integrado por otros altos miembros del CNDP "requeridos por la Corte Penal Internacional (CPI) por crímenes de guerra y contra la humanidad".
El reporte -basado en testimonios corroborados de soldados, activos y desertores, así como en información de inteligencia del ejército congoleño- detalla el reclutamiento de niños, así como la provisión de municiones, entrenamiento y atención médica para excombatientes del M23 por parte de la vecina Ruanda.
En el informe y en un anexo publicado el 27 de junio, el Grupo de Expertos de las Naciones Unidas sobre la RDC incluye los nombres de militares ruandeses de alto rango que estarían involucrados. También menciona a Bosco Ntaganda y a Laurent Nkunda Batware.
Expertos recuerdan que, cuando el líder rebelde Thomas Lubanga Dyilo fue juzgado por reclutar a niños para la lucha en la provincia de Ituri entre 2002 y 2003, Ntaganda fue mencionado como cómplice.
"El veredicto motivó más llamados para que Ntaganda fuera arrestado y llevado ante la CPI", con sede en La Haya.
El encargado de negocios de la misión permanente de la RDC en la ONU, Mukongo Ngay Zénon, envió una carta el 18 de junio a Li Baodong, presidente del Consejo de Seguridad, llamando la atención "sobre el apoyo que recibe el M23 de Ruanda, y sobre la existencia de una cadena de reclutamiento en ese país".
"Luego de una investigación realizada por el gobierno y por la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en la RDC (Monusco), las conclusiones nos permiten señalar que muchos de los combatientes reclutados son ruandeses, entre los cuales hay unos 200 menores", añade la misiva, a la que tuvo acceso IPS.
Días antes, el canciller de la RDC, Raymond Tshibanda NTungamulongo, escribió a Li señalando que el M23 "depende de alianzas nefastas" y cuenta con el apoyo de Ruanda.
"Entre los combatientes capturados por las fuerzas armadas de la RDC hay miembros de las FDLR, muchos de los cuales habían sido repatriados a Ruanda por la Monusco", afirmó.
Las FDLR están conformadas por miembros de la etnia hutu que luchan contra el régimen tutsi en Kigali desde 1996. La organización mantiene bases de retaguardia en la vecina RDC.
Pero para Jonathan Kavugho, excombatiente de la Alianza de Fuerzas Democráticas para la Liberación del Congo (AFDL), el grupo armado liderado por Laurent Désiré Kabila que tomó el poder en Kinshasa en mayo de 1997, la presencia de ruandeses en las filas del M23 no es la mayor preocupación.
"Es la decisión del gobierno, de marzo de 2012, de suspender las operaciones militares en la región, lo que está causando problemas, pues permitió que algunas unidades de las FDLR que ya habían sido enviadas de regreso a Ruanda lentamente recuperaran sus antiguas posiciones", sostuvo.
Mientras, la ministra de Relaciones Exteriores de Ruanda, Louise Mushikiwabo, negó cualquier involucramiento de su país con el M23, y señaló que se trataba solo de "rumores".
"Ruanda no está ni cerca ni remotamente involucrada en la desestabilización de la RDC, y los dos países han intercambiado embajadores para mostrarle a todo el mundo que ya no es posible tener sospechas sobre esa idea", dijo el 25 de junio en la sede de la ONU, en Nueva York.
El Consejo de Seguridad adoptó una resolución exhortando a la RDC que continúe con sus esfuerzos para poner fin a la rebelión del M23, y condenó a cualquier gobierno que brinde apoyo a los insurgentes, aunque no especificó a ninguno.