LÍBANO: Hezbolá pierde peso

Desde su nacimiento, Hezbolá (Partido de Dios) tuvo mucha influencia dentro de su comunidad. Sin embargo, en las últimas semanas, este movimiento chiita libanés ha afrontado cada vez más dificultades para controlar su base de apoyo y frenar el descontento.

Estos acontecimientos han llevado a los analistas a plantearse si está perdiendo peso entre sus seguidores.

En junio, hombres armados atacaron los estudios del canal local de televisión Al-Jadeed, en Beirut. Incendiando neumáticos, rodearon el área, abriendo fuego y lanzando cócteles Molotov contra el edificio.

Residentes del lugar aprehendieron a uno de los atacantes después de que sus ropas se quemaron. Medios locales informaron que el sospechoso es un integrante chiita de Saraya al-Moqawama, una unidad especial constituida por miembros de varias facciones libanesas afiliadas militarmente a Hezbolá, pero este partido negó inmediatamente esa acusación.

Poco después, el periódico libanés An Nahar informó que partidarios de Hezbolá en el barrio de Rweiss, en el sur de Beirut, atacaron una patrulla de las Fuerzas de Seguridad Interna luego de que esta arrestó a un hombre armado a bordo de una motocicleta, identificado como Ali Shoaib.
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Inmediatamente después del arresto, miembros del Partido de Dios intervinieron en una disputa con la patrulla. El partido volvió a negar el incidente.

"Hay un sentimiento firme en cuanto a que el Hezbolá no es capaz de controlar a sus militantes y a contingentes más pequeños. Dahieh (bastión de este partido en los suburbios del sur de la capital) está plagada de problemas de seguridad, que van desde enfrentamientos armados diarios entre familias locales a un tráfico cada vez mayor de armas y drogas, además de prostitución", dijo a IPS un alto funcionario de las Fuerzas de Seguridad Interna.

Además de tener que frenar esas actividades, el Hezbolá enfrenta una creciente ola de descontento entre sus partidarios.

El mes pasado, durante una de las protestas contra el secuestro de 11 peregrinos chiitas en Siria y el arresto de Ali Shoaib, el canal local de televisión MTV informó que manifestantes atacaron un convoy de Hezbolá compuesto por cuatro automóviles, que transportaban a un funcionario del partido, y lo obligaron a dar vuelta atrás.

Los 11 peregrinos fueron secuestrados el 22 de mayo en la ciudad siria de Aleppo, mientras manejaban de regreso a Líbano tras un viaje religioso a Irán. Se rumorea que fueron detenidos por las fuerzas opositoras sirias, que culpan a Hezbolá por su firma apoyo al presidente Bashar al-Assad.

"Hezbolá parece haber olvidado el asunto y ya no habla del mismo, como si nunca hubiera ocurrido", dijo Hassan, un hombre de Dahieh que trabaja en una tienda de ropa, a IPS.

Muchos de los otrora incondicionales seguidores de Hezbolá ahora también condenan el mal manejo que el partido hace de las múltiples crisis que afectan al país.

"El hecho de que Hezbolá sea la principal fuerza dentro de este gobierno debería darme una sensación de seguridad, pero en realidad no es así", expresó Mohammad, un joven veinteañero procedente de Nabatiyeh, una aldea ubicada en el sur de Líbano.

Estas quejas se han generalizado entre la comunidad chiita. Desde el inicio del año, Líbano ha presenciado múltiples incursiones sirias y una creciente tensión sectaria, una ola de protestas y también escasez de electricidad y agua.

"Líbano no tiene ni electricidad ni seguridad, y la situación empeora cada día", dijo Hassan a IPS.

"Este gobierno, que en teoría es nuestro (y está liderado por Hezbolá), irónicamente está trabajando contra nosotros", ironizó.

Su amigo Hatem, que acaba de graduarse de la enseñanza secundaria, se lamentó de la rampante corrupción gubernamental.

"Me iba a inscribir en la escuela farmacéutica, pero, ¿para qué? El sector está saturado porque los políticos respaldan a operadores ilegales. Quiero irme de Líbano; otros países se ocupan de sus habitantes, pero mi gobierno y mis líderes no lo hacen", dijo con amargura.

A pesar de esas críticas, el partido sigue teniendo seguidores incondicionales.

Rola, una joven madre, dijo que sus recuerdos de la guerra civil la hacen mantener la lealtad al Partido de Dios.

"¿Quién nos protegerá cuando las fuerzas libanesas (cristianas) nos ataquen? No me olvidé de (la masacre de) Sabra y Chatila. Hezbolá es el único partido capaz de protegerme a mí y a toda la comunidad chiita", declaró a IPS.

En la matanza de Sabra y Chatila, en septiembre de 1982, murieron unos 1.000 civiles palestinos y libaneses que residían en los dos campamentos palestinos, a manos de una pandilla de exmiembros de las derechistas y cristianas Falanges Libanesas, que luego se integraron a las fuerzas regulares del país.

La carnicería se llevó a cabo, supuestamente, en venganza por el asesinato del entonces recién elegido presidente libanés Bachir Gemayel, líder de las Falanges.

Kassem Kassir, un periodista político que se especializa en movimientos islámicos, cree que la actitud de Rola probablemente es compartida por decenas de otras personas en la comunidad.

"Es verdad que los partidarios de Hezbolá han planteado muchas quejas. Sin embargo, la mayoría de ellos todavía siguen políticamente al partido. Basta mirar las recientes elecciones parlamentarias parciales de Koura, en las que 97 por ciento de los chiitas votaron al candidato del partido", dijo a IPS.

"Los miembros de la comunidad chiita pueden quejarse, pero no se movilizarán contra Hezbolá en la actual e incierta situación regional", añadió.

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