COSTA DE MARFIL: Presos se fugan por grietas en la seguridad

Eliane Negui sabía exactamente qué hacer cuando recibió la noticia de que otro grupo de reclusos había escapado a comienzos de este mes de MACA, la principal prisión de la capital de Costa de Marfil.

Esta joven de 24 años, quien vive frente a ese centro penitenciario desde hace nueve años, ya había sido testigo de una fuga similar hacía apenas dos meses.

"Cada vez que hay un escape, corremos a nuestras habitaciones y cerramos las puertas", dijo a IPS en su negocio de venta de bananas fritas, frente a la puerta principal de la prisión. "Siempre que hay una fuga, los guardias disparan, así que nos escondemos para no resultar heridos o morir".

En el último escape participaron 12 reclusos, ocho de los cuales fueron rápidamente hallados y detenidos. Pero el 4 de mayo se habían fugado 50 presos, lo que incluso provocó la preocupación de la misión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Costa de Marfil.

Esta nación de África occidental todavía se recupera de los seis meses de violencia desatados luego de las elecciones de noviembre de 2010, cuando el entonces presidente Laurent Gbagbo se negó a ceder el cargo a Alassane Ouattara, quien había ganado en las urnas y quien hoy ocupa la Presidencia.

En medio del caos, las 33 prisiones del país quedaron vacías y, la infraestructura destruida.

Las prisiones reiniciaron su funcionamiento en agosto de 2011, y ahora 31 están plenamente operativas.

Pero la recuperación se ha visto afectada por una ola de fugas carcelarias. Desde agosto pasado hubo 17 escapes, en los que participaron 250 prisioneros, según la jefa de la sección legal de la ONU en Costa de Marfil, Françoise Simard.

La situación en las cárceles en realidad refleja los problemas generales del sector de la seguridad, sobre todo en lo que se refiere a personal.

Antes de la violencia postelectoral, que segó la vida de 3.000 personas, la seguridad de las prisiones estaba solo a cargo de los guardias, que contaban con muy pocas armas, dijo Simard a IPS.

En agosto, cuando comenzaron a reabrir las prisiones, las Fuerzas Republicanas de Costa de Marfil (FRCM), el ejército nacional, eran las únicas que tenían permitido portar armas, y por tanto soldados comenzaron a trabajar en colaboración con los guardias.

Más de un año después de que terminó la violencia, los guardias siguen sin portar armas. "El gobierno actual es renuente a darle armas a esos guardias", dijo Simard.

Esa resistencia revela la falta de confianza mutua entre las diferentes fuerzas de seguridad. El número de guardias carcelarios en todo el país casi se duplicó durante los 10 años de gobierno de Gbagbo, por lo cual la mayoría son leales al exmandatario.

"Hay un ambiente de desconfianza en la prisión", dijo Stephane Boko, supervisor en MACA, en conversación con IPS. "El poder ya no lo tienen los guardias, porque son considerados partidarios de Gbagbo".

Una división similar es evidente en el resto del sector de seguridad. Las FRCM están constituidas en su mayor parte por uniformados leales a Ouattara, incluyendo líderes de las rebeldes Forces Nouvelles, que controlaban el norte del país cuando este estuvo dividido en dos, entre 2002 y 2010.

El gobierno desde hace tiempo muestra recelo hacia la policía y los gendarmes, y en algunas partes del país, sobre todo en la volátil región occidental, las FRCM siguen siendo las únicas fuerzas con armas, y por tanto las únicas que pueden desempeñar tareas de seguridad.

Últimamente, no obstante, policías y gendarmes han comenzado a armarse, y ahora tienen presencia permanente en las prisiones. Luego del escape de mayo se estableció una política según la cual cinco policías y cinco gendarmes deben estar presentes en cada prisión, explicó Simard a IPS.

La presencia de múltiples fuerzas de seguridad en cada prisión puede a veces afectar la coordinación. A comienzos de este año, por ejemplo, unos 93 prisioneros lograron escapar de un centro penitenciario de Agboville, localidad ubicada a unos 80 kilómetros de Abiyán.

En tres días previos al escape no había fuerzas de seguridad en la prisión.

Bojo y otros funcionarios de MACA señalaron que la responsabilidad de vigilar las cárceles marfileñas debe ser de los guardias.

Pero Serges Kouame, jefe de comunicaciones del Ministerio de Justicia, anunció luego de la fuga de comienzos de este mes que se había creado un centro de comando para responder ante este tipo de situaciones, y que la vigilancia estaría a cargo de soldados, gendarmes y policías.

Mientras, persiste la preocupación por las condiciones de los reclusos marfileños. El sistema nacional carcelario estaba drásticamente sobrepoblado antes de la violencia postelectoral, con más de 12.000 reclusos en prisiones con capacidad para 5.500, según la ONU.

La actual población carcelaria es mucho menor (de 5.945 al 20 de este mes), pero acaba de sobrepasar la capacidad total y crece semana a semana.

Aunque Simard señaló que "la situación no es tan dramática como cuando había sobrepoblación", admitió que algunos aspectos de la vida diaria en los centros penitenciarios, como por ejemplo el acceso a alimentos, eran realmente preocupantes.

El Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos también señaló las malas condiciones de las prisiones marfileñas en su último Informe de Derechos Humanos. El reporte reconoció algunas mejoras bajo el gobierno de Ouattara, pero concluyó que la situación todavía era "inadecuada".

La mala alimentación fue la principal queja de Emmanuel Biandjui Diffi, de 40 años, quien estuvo en prisión seis meses desde enero por haber vendido la misma porción de tierra a dos personas diferentes.

"Las condiciones estaban bien, pero la calidad de la comida era muy mala", dijo a IPS. "En la sopa no había nada, ni carne ni pescado".

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