RÍO+20: Una cobaya agroecológica en Brasil

Todo lo que se produce en la Haciendita KM 47 es "ecológicamente correcto y muy rico". Crédito: Fabiana Frayssinet/IPS
Todo lo que se produce en la Haciendita KM 47 es "ecológicamente correcto y muy rico". Crédito: Fabiana Frayssinet/IPS

Una hacienda agroecológica integrada funciona como centro de experimentación para científicos y técnicos brasileños, empeñados desde hace 20 años en demostrar que es posible obtener frutos de la tierra de forma barata, eficiente y sin perjudicar el ambiente ni la salud humana.

Bautizada como "Sistema Integrado de Investigación en Producción Agroecológica" (SIPA) y más conocida como "Haciendita agroecológica KM47", el establecimiento rural ocupa 60 hectáreas en el municipio de Seropédica, a 47 kilómetros de la ciudad de Río de Janeiro.

Investigadores de la Empresa Brasileña de Estudios Agropecuarios (Embrapa) y de la Universidad Fluminense Rural de Río de Janeiro, entre otras instituciones gubernamentales, realizan desde 1993 estudios de campo en agroecología en ese sitio.

La producción integra la actividad agropecuaria sin utilizar químicos sintéticos, como agrotóxicos para los vegetales ni fármacos de ese tipo para los animales.

La base del sistema es la "diversificación de cultivos" y está destinado fundamentalmente a la agricultura familiar, que en Brasil emplea a 75 por ciento de la mano de obra del campo.
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"La agricultura de base ecológica busca de alguna manera reproducir las condiciones del ambiente natural, y, en un ambiente natural, lo que proporciona el equilibrio dinámico es la biodiversidad de especies", explicó a TerraViva el ingeniero agrónomo Ernani Jardim, de Embrapa.

"Cuando se reduce esa diversidad se abre la posibilidad del desequilibrio, del surgimiento de una plaga, de una enfermedad, o de una condición ambiental que provoca el desequilibrio", agregó.

La biodiversidad y el manejo del agua y del suelo de manera sustentable transformaron el paisaje de pastizales del pasado en un vergel de 50 especies de plantas cultivadas, como frutales, hortalizas, cereales y forrajeras, además de abonos naturales.

La hacienda, que surge como un paraíso en un área degradada como los es la "Baixada Fluminense" (Bajada Fluminense), alterna espacios preservados de la Mata Atlántica, una zona de agrofloresta y una huerta botánica.

El adobo es obtenido a partir del estiércol de las vacas que, a su vez, producen leche orgánica. Pero también se produce con vegetales. En una hectárea se consiguió un ingreso bruto por año equivalente a 30.000 dólares, explicó Alessandra Carvalho, también de Embrapa.

En tanto que para evitar plagas se enfatiza en la prevención. Se utilizan especies resistentes, se escogen las mejores épocas de producción, se controla el agua de riego para evitar hongos y se diversifican los cultivos.

También se usan los llamados enemigos naturales, como es un cantero de cilantro, por ejemplo, que es una trampa para atraer insectos nocivos. En casos extremos, las plagas se combaten con extractos botánicos o sustancias permitidas en la agricultura orgánica.

La cobertura de residuos vegetales tiene como fin alejar hierbas invasoras y evitar la erosión del suelo.

La estación lechera también es orgánica. En vez de fármacos químicos se utiliza la homeopatía, y se mantienen los corrales con ventilación y sol. El objetivo es el "bienestar del animal", porque al no ser maltratado se enferme menos, ejemplificó la veterinaria Mónica Florio, de la Empresa de Investigación Agropecuaria del Estado de Río de Janeiro (Pesagro).

Según la médica, en solo un año se mejoró la salud de las vacas y se controlaron las infecciones parasitarias y los problemas reproductivos.

La producción fue "excelente", al ubicarse entre 13 y14 litros por animal. Y sin costo de ración, porque el alimento es pasto o forraje de la agrohacienda.

En otra estación, el investigador Daniel Caravalho, de la Universidad Fluminense Rural de Río de Janeiro, desarrolla sistemas de energía solar e irrigación con tecnologías simples que usan desde caños de bambú hasta piezas viejas de máquinas lavarropas.

Una mesa con bocadillos, tortas y jugos preparados con hortalizas, leche y frutos orgánicos, es el mejor resumen de la agrohacienda.

"¿Es apenas ecológicamente correcto o también rico?", pregunto a TerraViva la periodista argentina Laura Chertkoff.

"Ecológicamente correcto y muy rico", aseguró.

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