El diluvio que cayó este viernes 22 en esta ciudad brasileña fue una advertencia de la naturaleza a los gobernantes presentes en Río+20. La generación de Noé, el hijo de una ambientalista que nacerá dentro de un mes, tendrá que salvar una biodiversidad más compleja que la de su antecesor bíblico.
"Fue realmente una lluvia muy fuerte y nos preocupamos", dijo a IPS la activista Maureen Santos, de la organización brasileña FASE, una de las que convocó la Cumbre de los Pueblos en Río+20 por la Justicia Social y Ambiente, que transcurrió del 15 de este mes en paralelo a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible.
En Río de Janeiro, como en otras ciudades del planeta, ese tipo de precipitaciones fuera de los parámetros habituales causan tragedias ambientales como inundaciones, destrucción de viviendas y muertes en áreas de riesgo como los cerros y zonas bajas. Según los científicos, es uno de los efectos de las transformaciones climáticas provocadas por la actividad humana.
"Nos preocupamos por las personas que están acampadas y por la asamblea final que debió realizarse al aire libre. Pero, aunque ese fue el motivo del atraso, tuvimos un broche de oro brillante", dijo Santos.
Esta activista esta embarazada. Solo le falta un mes para que nazca su primer hijo, Noah, un nombre hebreo que, según aclara, en portugués es Noé (el que trae la paz).
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Espera que su hijo no tenga que sufrir diluvios destructores como los que se anticipan si no se actúa de manera urgente, ni que como última opción el mundo tenga que salvar en una nueva arca las millones de especies de la biodiversidad del planeta en riesgo de extinción.
"Nosotros tal vez no lo podamos ver, pero es el futuro que queremos para él", dijo Santos a IPS, quien brindó la entrevista bajo un globo gigante que representa el planeta Tierra.
"Un mundo donde compartamos bienes comunes, que la naturaleza no tenga precio, la economía venga del pueblo y se base en el comercio local, que disminuya el transporte loco en las ciudades, con menos contaminación y enfermedades, y que las personas sean menos egoístas", auguró.
Esta joven madre espera conseguir eso contribuyendo a las movilizaciones mundiales como las promovidas por la Cumbre de los Pueblos.
En ese sentido, tiene esperanza en ese tipo de encuentros, que promovió grupos de debate que convergieron en una asamblea y documento final.
Por el mismo sentido de los deseos de Santos para su hijo fue la declaración por "justicia social y ambiental" de la asamblea de la Cumbre de los Pueblos, donde convergieron movimientos de campesinos, indígenas, negros, estudiantes y de religiosos, entre otros.
La asamblea consideró que los gobernantes reunidos en Río+20 "demostraron la irresponsabilidad con el futuro del planeta y promovieron sus propios intereses".
Los activistas entienden que la mayoría de esos gobiernos conforman la nueva economía capitalista, dominada por entidades financieras multilaterales, coaliciones a su servicio como el Grupo de los Ocho (G-8) países industrializados y el Grupo de los 20 (G-20, donde se suman estados emergentes) y la ONU (Organización de las Naciones Unidas) capturada por intereses corporativos.
"A medida que esa crisis se profundiza, más corporaciones avanzan contra los derechos de los pueblos, la democracia y la naturaleza, secuestrando los bienes comunes de la humanidad para salvar el sistema económico financiero", puntualizaron. La asamblea decidió movilizaciones internacionales para combatir "la actual fase del capitalismo, que es la economía verde" y las firmas transnacionales que "avanzan sobre los derechos de los pueblos". También se organizaran contra la nueva "financierización" de los mercados de carbono y la biodiversidad y se comprometieron a luchar por una economía solidaria, la matriz energética limpia, la agricultura familiar y orgánica, la soberanía alimentaria, el trabajo digno y saludable y el acceso a todos los derechos de las poblaciones, así como por la distribución de la riqueza y el combate al racismo, entre otras formas de intolerancia.
"Quedó demostrado que nuestro documento tiene más propuestas y soluciones que el oficial", comparó Santos.
La asamblea finalizó con un acto "místico" en el que un grupo de mujeres disfrazadas de "panteras indignadas" cantaron consignas como "la Madre Tierra está indignada/ En la cumbre oficial no paso nada".
Marcelo Durao, del brasileño Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra y de La Vía Campesina, dijo a IPS que el documento oficial es una conclusión de "pura formalidad", "tomado por las corporaciones y poco preocupado por los pueblos".
A su vez, Darcy Frigo, de la organización Tierra de Derechos", señaló "que la cumbre oficial fue un gran fracaso, porque el documento aprobado rebajó significativamente las propuestas y dejó claro que es apenas un primer paso para ellos, lo cual confirma que estos últimos 20 años desde la Cumbre de la Tierra de 1992 no se avanzó en la línea de combatir las causas de la pobreza y otras que están generando crisis ambientales y económicas", sostuvo.
Frigo integró la comitiva que entregó el documento final al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
"Ban admitió apenas que hubo divergencia en la definición del concepto de economía verde, y que se sintió impactado por nuestra posición sobre el particular de que es un falso mecanismo y solución para los problemas de la humanidad", dijo Frigo a IPS.
Los organizadores consideraron positivo los debates en la cumbre de los pueblos y el nuevo método establecido de hacer converger en asambleas plenarias las conclusiones de los diversos grupos temáticos. Pero minimizaron los problemas de organización en un evento que movilizó unas 14.000 personas de todo el mundo, como el cambio de lugares de debate, las dificultades de acceso a la alimentación y alojamiento de los participantes y de centralización de información para la prensa.