Moses Gadia habla tranquilamente en una habitación de cuya pared pende un colorido mapa de Sudán del Sur. En el patio, seis hombres, todos refugiados sursudaneses, conversan a la sombra de un toldo de plástico.
"Estoy 100 por ciento seguro de que el mes que viene este lugar no estará aquí", dice Gadia, presidente de la Organización Sursudanesa para el Desarrollo en Israel, a propósito de la oficina de la entidad en la sureña ciudad israelí de Eilat.
"Muchas personas no están trabajando, y duermen en el patio de aquí porque no hay otro lugar al que ir", explica este hombre de 35 años y padre de tres hijos, todos menores de siete años.
Se estima que son 700 los refugiados sursudaneses en Israel. De ellos, menos de 100 están en Eilat. El domingo 10, las autoridades israelíes empezaron a arrestar a inmigrantes sursudaneses para deportarlos. Según la prensa local, hasta ahora fueron arrestadas ocho personas en Eilat y en el centro del país.
Hasta principios de este año, los sursudaneses recibieron la protección de organizaciones no oficiales en Israel, según las cuales les correspondía quedarse en el país. Estos grupos impidieron que los refugiados fueran detenidos.
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Pero el gobierno sostuvo que, como Sudán del Sur había logrado su independencia en julio de 2011, los refugiados podían volver a casa de manera segura.
La deportación estaba originalmente prevista para el 1 de abril, pero fue aplazada. El 7 de este mes, el Tribunal Distrital de Jerusalén rechazó una petición que reclamaba congelar indefinidamente las órdenes de expulsión.
"Esperamos que la decisión de Israel no tenga un costo en vidas humanas, pero tememos que así será", dijo a IPS la activista Orit Marom, de la Organización de Asistencia a los Refugiados y Solicitantes de Asilo (Assaf, por sus siglas en hebreo), con sede en Tel Aviv.
"Sabemos que en este momento la situación en Sudán del Sur es muy, muy difícil. Más de la mitad de la población padece hambre. Sabemos que la situación en materia de seguridad es terrible", expresó.
El ministro del Interior de Israel, Eli Yishai "quiere mostrar a cualquier precio que puso a algunas personas negras en el avión y dijo que era una deportación. No le importa que eso cueste vidas de niños y niñas. Esto es lo opuesto del judaísmo. Como judía, puedo decir que esto no es ser judío, en absoluto. Es precisamente lo opuesto de los principales valores del judaísmo", declaró Marom.
Varios políticos israelíes han manifestado abiertamente su deseo de expulsar a todos los refugiados africanos, llamándolos "infiltrados" y "cáncer", además de acusar a los solicitantes de asilo de violencia y violaciones.
Su presencia en Israel "es muy grave y amenaza el tejido social, nuestra seguridad nacional y nuestra identidad nacional", dijo el primer ministro Benjamín Netanyahu a comienzos de este mes.
La violencia contra los africanos que solicitan asilo en Israel y que, según estadísticas del Estado judío, son aproximadamente 60.000 y proceden principalmente de Sudán y Eritrea- aumentó en las últimas semanas.
Cocteles molotov fueron lanzados contra apartamentos de refugiados en Tel Aviv y Jerusalén, e israelíes derechistas atacaron comercios y a solicitantes de asilo durante protestas violentas.
En Eilat, Moses Gadia dice que nunca sufrió violencia a manos de sus vecinos israelíes. De todos modos, sin un empleo, mantener a sus hijos se ha vuelto casi imposible. Antes de que Israel cancelara la protección grupal a los refugiados sursudaneses, poniendo fin a sus visas laborales, trabajaba en el hotel Golden Tulip, en ese centro turístico.
"El problema no es que yo quiera quedarme aquí para ganar dinero. El problema es que no sé a dónde ir", dice Gadia, quien vivió en Sudán y en Egipto antes de llegar a Israel, hace cinco años.
"La última vez que estuve en Sudán del Sur fue en 1990. ( ) Todos nosotros queremos ir a nuestro país, pero el problema es que pasó mucho tiempo y no sé a dónde ir. Tengo hijos. No tengo a dónde ir", enfatiza.