Las políticas que ignoran la dimensión ecológica y ambiental son en gran parte responsables de los problemas que afectan al sistema de soporte vital del planeta.
Las consecuencias son el cambio climático, la desertificación, la pérdida de biodiversidad, la contaminación oceánica y la destrucción de las selvas, según la organización World Future Council (WFC) (Consejo Mundial del Futuro), con sede en la ciudad alemana de Hamburgo.
La solución es eliminar las malas políticas e implementar medidas que preserven la salud de la Tierra para las generaciones futuras. Aprovechando el Día Mundial del Medio Ambiente este martes 5, el WFC presentó una agenda de emergencia con 24 medidas críticas, necesarias para conservar un planeta habitable.
"Estamos en una Emergencia de la Tierra. Es una crisis increíble. Las políticas son la herramienta más importante para cambiar esto", dijo a IPS el fundador y presidente del WFC, Jakob von Uexkull.
"Pueden parecer aburridas, pero sirven para dar forma a nuestras sociedades", apuntó.
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En 2000, el gobierno alemán creó una política de sistemas de tarifas de alimentación, que significó una revolución en materia de energías renovables. La iniciativa permitió a este país generar 22 por ciento de su electricidad a partir de fuentes renovables y crear un sector que empleó a más personas que su potente industria automotriz.
"Con las mejores leyes e incentivos adecuados podemos movilizar la inventiva y el espíritu empresarial para salvaguardar un planeta saludable para las futuras generaciones", indicó Von Uexkull.
Por otro lado, las malas políticas permiten que las 3.000 corporaciones más grandes del mundo no asuman los más de 2,2 billones de dólares al año que cuestan los daños que causan al ambiente, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
"Si esas empresas se hicieran cargo de esos costos, como deberían, muy pocas serían redituables", remarcó Von Uexkull.
Las 24 medidas propuestas por el WFC incluyen las mejores políticas para acelerar la transición hacia el uso de energías renovables, regular los instrumentos financieros, asegurar ecosistemas sostenibles, otorgar las mismas oportunidades de educación a las mujeres y prohibir las armas nucleares.
Una de las medidas más controvertidas plantea poner una prueba de eco-alfabetismo a políticos, funcionarios públicos, economistas y licenciados en negocios.
"El alfabetismo ecológico es vital para quienes tienen cargos influyentes y de poder. ¿Cómo se los puede tomar en serio si no entienden los verdaderos riesgos y peligros?", observó el presidente del WFC.
La teoría económica tradicional considera que el ambiente es un subconjunto de la economía. Es "profundamente aterrador", según Uexkull, que se tomen decisiones sobre esa base cuando en realidad es exactamente lo contrario: el sistema económico que creamos depende totalmente del ambiente natural.
"Muchos economistas realmente creen que si la producción de alimentos colapsa podemos hacer que la economía siga funcionando produciendo más iPods", por ejemplo, apuntó.
El alfabetismo ecológico debería ser un requisito legal y formar parte de la educación básica, pues no basta con que la idea esté en el aire, añadió.
La primera medida necesaria es inaugurar la elección de un alto comisionado u ombudsman para las futuras generaciones en la Organización de las Naciones Unidas y en los países para representar y proteger sus derechos.
También es necesario que las futuras generaciones cuenten con protección legal de la Corte Penal Internacional (CPI) para que considere "penalizar actos que causen daños irreversibles al ambiente".
"La pesca de arrastre, que utiliza el sector industrial y daña el fondo oceánico es un ejemplo de práctica que podría prohibir la CPI", dijo a IPS la directora de WFC, Alexandra Wandel.
"Trabajamos con abogados de la CPI para realizar enmiendas apropiadas a los estatus del tribunal", indicó.
Otra medida importante es solicitar al sector energético que se haga cargo del costo total de su impacto y eliminar los subsidios a los combustibles fósiles y a la industria de energía nuclear. Con este tipo de iniciativas "explotará" el despliegue de fuentes renovables, señaló Von Uexkull.
Los gobiernos también deben sacar impuestos al trabajo (ingresos) y pasarlos a los recursos, recomienda el WFC. De esa forma aumenta el costo de los recursos no renovables, al tiempo que se grava la contaminación y se incluye un impuesto al dióxido de carbono.
Las 24 medidas son el resultado de más de cinco años de trabajo de un amplio grupo expertos con diferentes antecedentes y orígenes, algunos de los cuales están dedicados a estos asuntos desde hace décadas, indicó Wandel.
No son medidas que sería lindo implementar, son fundamentales si pretendemos tener un planeta habitable, remarcó Von Uexkull.
El WFC creó una metodología específica para evaluar políticas exitosas y otorga todos los años el Premio a la Política del Futuro. En 2011 lo ganó la Política Forestal de Ruanda, que logró aumentar 37 por ciento la cobertura forestal, reducir la erosión y mejorar los suministros de agua y el sustento de la gente.
Consciente de que son propuestas de gran alcance, el WFC propone una campaña mundial de educación pública de cinco años para aumentar rápidamente la conciencia sobre la Emergencia de la Tierra y sobre las opciones que tenemos, así como movilizar apoyo para los cambios clave.
Para llegar al público en general y a los políticos, los organizadores estiman que el costo de la campaña no superará los 100 millones de dólares. Para ello buscan sinergias y apelan a la colaboración de gobiernos, organizaciones intergubernamentales, de la sociedad civil, la academia, los medios y grupos de jóvenes.