El hallazgo de contaminación radiactiva en hongos «shiitake» cultivados en la localidad japonesa de Manazuru, a unos 300 kilómetros de la paralizada central nuclear de Fukushima Daiichi, contribuyó a una ola de reclamos de compensaciones.
Poco después del descubrimiento, el 5 de este mes, las autoridades de la prefectura de Kanagawa, donde se encuentra Manazuru, ordenaron a los productores y a las organizaciones agrícolas locales que no comercializaran los hongos shiitake.
Se trata de un manjar muy apreciado en Asia Pacífico por sus propiedades nutritivas y medicinales.
Algunos hongos de Manazuru contenían más de 141 becquereles de cesio radiactivo por kilogramo, y otras muestras tomadas en Murata, en la prefectura de Miyagi, presentaban niveles de cesio de hasta 350 becquereles.
El hallazgo se produjo en momentos en que cada vez más habitantes de las áreas que rodean el reactor de Fukushima Daiichi, afectado por un fuerte terremoto y un tsunami el 11 de marzo de 2011, exigen compensaciones a la estatal Compañía de Energía Eléctrica de Tokio (Tepco) http://www.tepco.co.jp/en/index-e.html, operadora de la planta.
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Residentes de la otrora pintoresca aldea de Odaka, ubicada a 10 kilómetros de la central, y quienes se vieron obligados a abandonar sus granjas, escuelas y hogares, tienen sus esperanzas depositadas en una demanda legal presentada contra Tepco en febrero.
"La demanda es lo único que ha dado algún significado a nuestras vidas luego de que perdimos nuestros hogares, nuestra forma de sustento, nuestra comunidad y la confianza en las autoridades", dijo Susumi Yamasawa, quien coordina el grupo de residentes.
Yamasawa, de 69 años, cultivador de arroz en Odaka por décadas, dijo a IPS: "La vida era pacífica, y hasta que pasó el accidente no nos preocupábamos demasiado sobre los riesgos de la planta nuclear cercana".
"Lo más duro es ver desintegrarse nuestra comunidad", señaló. "Los jóvenes y los niños se fueron para evitar los riesgos de la radiación. El futuro es sombrío".
La acción legal del grupo de Yamasawa se une a varias otras presentadas por afectados.
"La paciencia se está agotando", afirmó Ryuzo Sato, residente de Odaka. Las viviendas temporales, los reembolsos monetarios y los subsidios no podían compensar plenamente a las víctimas, dijo a IPS.
Funcionarios informaron el mes pasado que Tepco tendría que pagar 56.200 millones de dólares (aunque la cifra podría aumentar) en compensaciones por pérdidas económicas y financieras causadas por el accidente. Más de 1,7 millones de personas fueron afectadas en diversos grados.
Hiroyuki Kawai, quien encabeza un grupo de 42 accionistas de Tepco que demandaron a los directivos de la compañía por negligencia, sostuvo que estos deberían ser obligados a pagar la compensación personalmente.
Los accionistas de Tepco demandaron a 27 ejecutivos de la firma por 68.000 millones de dólares, una cifra récord en el mundo.
Kawai, quien ha representado varios movimientos antinucleares en Japón, dijo que con su caso buscaba identificar las responsabilidades individuales en los graves errores cometidos por la gestión de la compañía.
"Tepco no tuvo en cuenta las advertencias de terremoto y tsunami hechas por investigadores, quienes alertaban un alto riesgo sobre los reactores nucleares de Fukushima… El accidente claramente muestra negligencia e irresponsabilidad de parte de los individuos que representan la administración", dijo Kawai.
La accionista Yui Kimura dijo a los medios el 27 de marzo que los demandantes habían expresado reiteradamente su preocupación por posibles riesgos de terremotos y tsunamis, pero que la gestión de la empresa los ignoró.
"El sistema japonés no permite que los fiscales investiguen a Tepco. Nuestra decisión de ir a los tribunales tiene el objetivo de obligar a los individuos que cometieron los errores a que asuman su responsabilidad personal y paguen de sus propios bolsillos", agregó.
Tepco recortó los salarios y las bonificaciones que otorgaba a sus empleados, y creó comisiones dedicadas a recolectar fondos para las compensaciones. La empresa solicitó dineros públicos y reportó una pérdida de 7.600 millones de dólares desde que se desactivaron los reactores de Fukushima.
Kawai explicó que la demanda también se proponía promover una reforma del sistema japonés, que no reconoce los fallos individuales de los directivos de una empresa en un caso como el de Fukushima, sino que solo considera la responsabilidad colectiva de la compañía.
"La única forma de remediar un sistema injusto es hacer que las personas que toman decisiones erróneas paguen por sus errores con sus propios recursos", dijo Kawai.
Informes divulgados luego del accidente revelaron la ausencia de un manual de emergencia en Tepco para este tipo de catástrofes, así como una absoluta falta de consideración de medidas de seguridad.
"Cuando protestábamos contra la central nuclear, el público nos miraba como a extraños", señaló Kimura. "Ahora saben la verdad y nos apoyan. La energía atómica tiene que ver con intereses creados. Debemos ponernos de pie y proteger la vida", afirmó.
La crisis de Fukushima se habría evitado si Tepco hubiera tomado simples medidas preventivas, como colocar una fuente de energía de emergencia en un terreno más alto, aseguró Kawai.
La radiación se extendió a un área extensa, obligando a decenas de miles de personas a abandonar sus casas y sus granjas. Pero el radio afectado sigue creciendo, como parecen indicar los hongos hallados en la prefectura de Kanagawa, parte de la cual se ubica dentro de la zona metropolitana de Tokio.
El 17 de marzo, un panel gubernamental recomendó que se pagaran 74.000 dólares a cada persona imposibilitada de regresar a su hogar en los próximos cinco años debido a la radiación.
El dinero también busca compensar el sufrimiento psicológico de los evacuados, cuyos hogares "ahora están en una zona a la que será difícil retornar por un largo tiempo", indicó el panel, creado bajo la órbita del Ministerio de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología.
De aprobarse las recomendaciones, los desplazados también recibirán en efectivo el valor completo de sus propiedades.