Aunque fragmentadas, aumentan las protestas en Jordania

Los viernes de tarde, automóviles de la policía suelen bloquear las vías de acceso a la mezquita de Al Husseini en Jordania porque, cuando termina la plegaria, la multitud se levanta y marcha detrás de un vehículo con una pancarta del Frente Islámico de Acción (FIA), rama de la Hermandad Musulmana de este país.

Protesta en Ammán, Jordania, una escena que se repite todas las semanas. Crédito: Mona Alami/IPS.
Protesta en Ammán, Jordania, una escena que se repite todas las semanas. Crédito: Mona Alami/IPS.
"Con nuestra sangre y nuestra alma, nos sacrificamos por Jordania", canta la gente.

La escena se repite todas las semanas en este reino del linaje árabe hachemita. Las manifestaciones son relativamente pacíficas, a diferencia de las revueltas vividas en los países vecinos.

"Los manifestantes suben la apuesta con eslóganes cada vez más audaces", observó Mohammad Masri, politólogo del Centro de Estudios Estratégicos de la Universidad de Jordania.

En las calles de Ammán abundan los rumores sobre malversación de fondos públicos en tres escándalos de corrupción que involucran a la Corporación de Inversiones y Desarrollo de Recursos Nacionales (Mawared), a una controvertida concesión para construir un casino en el mar Muerto y a la Refinería de Petróleo de Jordania.
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"Lamentablemente, las protestas no han podido cobrar fuerza, pues la oposición está fragmentada y los distintos grupos tienen demasiados reclamos", remarcó el activista Tareq Zureikat. El movimiento en defensa de la democracia es una mezcla de tribus jordanas, de partidarios de izquierda y de seguidores del FIA.

Según un informe realizado por el Grupo Internacional de Crisis, varias manifestaciones fueron atacadas por personas que entonaban cánticos claramente divisivos y que "buscaban agitar sentimientos antipalestinos o, en algunos casos, rivalidades tribales".

La mayoría de los jordanos de origen palestino se mantienen al margen de las manifestaciones, pese a la participación del FIA, que tiene una amplia base de integrantes de esa comunidad.

"Eso puede deberse a que los jordanos-palestinos se sienten y actúan como invitados en este país", explicó Masri.

Muchos palestinos llegaron a Jordania tras la creación del Estado de Israel en 1948, y ahora representan 30 por ciento de la población de este país. Suelen residir en las ciudades y su actividad se concentra principalmente en el sector privado.

Por su parte, los transjordanos constituyen la base tribal del régimen y tienden a ser mayoría en el sector público. Los patriarcas tribales están cada vez más preocupados por el creciente poder del entorno de la reina Rania, de origen palestino.

Pero no solo las rivalidades étnicas obstaculizan el avance del movimiento democrático. "Los manifestantes no quieren seguir los pasos de Siria", sostuvo Adnan Hayajneh, politólogo de la Universidad Hachemita.

Otro de los temores es el posible crecimiento del fundamentalismo islámico. En abril del año pasado, salafistas (movimiento integrista sunita) armados con puñales y palos atacaron a la policía de la norteña ciudad de Zarqa, lo que enfureció a la población local.

Masri estimó que la FIA podría obtener 35 por ciento de los escaños si hubiera comicios libres y justos.

Según Zureikat, si la oposición se organiza, los distintos sectores de la población tomarían conciencia de que sus reclamos no son tan diferentes.

Los temas de corrupción, que son consecuencia de un sistema en decadencia, deberían poder unir a los diferentes grupos en una causa común.

"El problema de la corrupción se resolvería separando los poderes del Estado, garantizando las cuentas y los controles adecuados y creando una justicia independiente, así como una ley electoral justa", explicó Zureikat.

Un sistema judicial independiente reduciría el ámbito de acción de los tribunales militares y el peso de los servicios secretos, al tiempo que garantizaría la responsabilidad por hechos de corrupción y de violaciones a los derechos humanos.

"La nueva ley electoral promulgada este mes perpetúa las fallas de las anteriores al favorecer a las tribus frente a los partidos políticos, y los intereses comunitarios por sobre los nacionales", se lamentó Masri.

El régimen realizó decenas de reformas a la Constitución el año pasado, como la ampliación de las potestades del Parlamento, las restricciones a la jurisdicción de los tribunales militares y la aprobación de leyes provisorias ante la falta de legisladores electos, pero su respuesta a los problemas de la gente ha sido generalmente lenta e ineficiente, pues las autoridades todavía se benefician de los antagonismos entre las comunidades.

Los transjordanos y los jordanos-palestinos no realizan protestas juntos, pero el hecho de que ambas comunidades estén descontentas con el orden reinante es en sí mismo significativo.

"Después de todo, un grupo con gran representación en el sector público, y que es considerado uno de los principales pilares del sistema, salió a las calles", observó Masri.

En el marco de la creciente popularidad de los movimientos islámicos en Jordania, el parlamento discute un proyecto de ley que prohibiría la creación de partidos políticos fundados sobre principios religiosos. Pero la decisión podría tener repercusiones desagradables en las calles de Jordania, donde se mantiene la animosidad hacia la monarquía.

"Hay un creciente cuestionamiento a la legitimidad del régimen, y las autoridades necesitan restaurar la confianza", remarcó Masri.

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