Las crecientes manifestaciones prodemocráticas en la sureña provincia siria de Sweida, baluarte de la minoría drusa, llevan una carga simbólica muy importante. Esa colectividad mantuvo históricamente estrechos lazos con el régimen de Bashar Al Assad.
A lo largo de los siglos, los drusos, que constituyen alrededor de tres por ciento de la población de Siria y están prácticamente confinados a Sweida (zona conocida como la Montaña Drusa), encabezaron varias revoluciones, incluyendo una contra el Imperio Otomano y otra contra el mandato de Francia creado tras la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
En la última década, la comunidad desarrolló excelentes relaciones con el presidente Bashar Al Assad, quien en ocasiones ha visitado familias drusas locales.
Los drusos hablan árabe y se consideran musulmanes, aunque muchos en el Islam no los reconocen como tales por su heterodoxia teológica. Ellos se autodefinen "primos espirituales" de los alauíes, rama de la fe islámica a la que pertenece la familia Assad.
Pero esa cercanía con el régimen no impidió que Sweida se sumara a las manifestaciones prodemocráticas, a las que el régimen reprime desde enero de 2011, causando la muerte de unas 7.500 personas, según distintas fuentes.
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Ahora analistas se preguntan si el levantamiento druso podría ser decisivo en la crisis.
"Las manifestaciones ocurren en forma cada vez más frecuente (en Sweida), aunque a una escala mucho más pequeña que en otras regiones. La semana pasada, se registraron 15 protestas en varias aldeas drusas", dijo a IPS el manifestante opositor Rima Fleyhan.
Las movilizaciones ocurren principalmente en la ciudad de Sweida, capital de la provincia, y en Qraya, localidad natal del histórico héroe druso Sultán Bacha al-Atrash, quien lideró la Revolución Siria entre 1925 y 1927.
También comienzan a producirse levantamientos en Chahba, otra ciudad de la región.
"Aunque todavía es marginal, el movimiento de protesta (druso) está esencialmente conformado por estudiantes, abogados e ingenieros, así como izquierdistas. Desde su nacimiento estuvo integrado por la elite de la comunidad", dijo a IPS por vía telefónica desde Sweida el analista Talal el-Atrache, autor del libro "When Syria awakes" (Cuando Siria despierte).
En cambio, en el resto del país, la abrumadora mayoría de los manifestantes pertenecen a comunidades agrícolas y a zonas pobres. Pero el movimiento lentamente se expande a otros sectores de la sociedad.
"Cuando comenzó el movimiento prodemocrático, Bashar Al Assad se reunió con los tres más altos jeques (clérigos) de la comunidad (drusa) y les advirtió: Somos tanto drusos como alauíes, minorías en esta comunidad. No se involucren en las protestas", dijo a IPS la activista Muntaha al-Atrash, hija de Sultan Basha al-Atrash.
Según varias fuentes, los jeques drusos intentaron frenar el movimiento popular antes de que la situación se fuera de las manos, interviniendo personalmente para aplacar a los manifestantes y evitar la represión del gobierno.
Pese a esos esfuerzos, se crearon dos "comités populares" afiliados al central Comité de Coordinación Local, dedicado a publicitar y coordinar las movilizaciones en el país. "También formamos una unidad integrada por hombres armados drusos", informó a IPS desde Turquía el coronel Aref Hamoud, del Ejército Libre de Siria (ELS), que lucha contra Assad.
Según informó el Comité, las Brigadas Sultan Pasha Al-Atrash del ELS atacaron un puesto militar el domingo 25, causando la muerte de un oficial del ejército sirio y la deserción de 28 soldados, aunque esta información es difícil de verificar en forma independiente debido a las restricciones impuestas por el régimen a la prensa.
Varios obstáculos siguen en el camino del movimiento prodemocrático de Sweida. Las fuerzas de seguridad y los "shabiha" (matones) leales al presidente Assad lograron dispersar rápidamente las protestas realizadas hasta ahora.
Según Fleyhan, la ausencia de centros religiosos supone un importante problema logístico para los drusos. Las mezquitas son frecuentemente usadas como puntos de reunión y organización de los manifestantes en el resto del país.
Otro problema es la limitada asistencia a las movilizaciones. Quizás esto se deba a la masiva emigración de jóvenes drusos, que dejó a la región casi sin representantes de un grupo social que lidera la revolución en otras partes de Siria.
Ashraf Jaramani, residente de Sweida involucrado en política, cree que la amenaza de la guerra civil y el carácter islámico de las protestas a nivel nacional han disuadido a muchos drusos.
"Si Siria sigue a Egipto y Libia, ¿quién le garantizará a los drusos que la Hermandad Musulmana no gobernará el país? ¿Qué pasará con los derechos de las minorías entonces?", preguntó Jaramani a IPS.
La comunidad también es consciente de la internacionalización del conflicto, y temen que Siria se convierta en un campo de batalla entre países rivales chiitas y sunitas.
"Los drusos no quieren que Siria siga los pasos de Líbano", subrayó Talal el-Atrache, en referencia a la guerra civil que sufrió ese país vecino entre 1975 y 1990.
Mientras, la comunidad drusa en Líbano intenta estimular a sus correligionarios en Siria. En varios editoriales de su semanario, Walid Joumblatt, máximo líder de la colectividad drusa libanesa, instó a los habitantes de Sweida a tomar parte en la lucha contra Assad.
"Estén atentos, luchadores árabes en la Montaña Drusa, de no ceder ante los shabiha", afirmó. El líder había antes exhortado a los miembros drusos del ejército sirio a "desobedecer las órdenes de matar a sus hermanos".
El Centro para Documentar las Violaciones en Siria, dirigido por activistas del Comité de Coordinación Local, calcula que 31 soldados fueron asesinados en Sweida hasta el 25 de enero. Otros creen que la cifra llegaría a 80.
Según Muntaha al-Atrash, si los drusos asumen un papel de mayor liderazgo en las protestas pondrían en jaque al régimen, pues Sweida forma con la provincia de Daraa el estratégico Distrito de Hauran.
El gobierno de Assad, consciente de la amenaza que supondría un frente unido de esas características, intenta cortejar a la minoría drusa.
Las fuerzas de seguridad procuraron no matar a ningún manifestante druso en las últimas semanas, mientras a los detenidos de esa minoría religiosa reciben trato preferencial, según activistas.
Pero algunos activistas creen que el régimen está perdiendo paciencia y terminará cometiendo errores tácticos.
"Cuando (todo) el Hauran se levante, será difícil frenarlo", predijo Muntaha al-Atrash.