En la tercera conferencia anual de la organización estadounidense J Street, grupo de presión «proisraelí y pacifista», el conflicto entre Israel y Palestina eclipsó a la tensión con Irán.
J Street es considerada el contrapeso en Washington del derechista Comité Estadounidense de Asuntos Públicos de Israel (AIPAC, por sus siglas en inglés), que defiende las políticas del Estado judío.
Aunque la cuestión iraní sí estuvo presente en la conferencia celebrada en Washington entre el sábado 24 y este martes 27, J Street intentó concentrar las discusiones en lo que ocurre en los territorios palestinos ocupados.
Esto fue en reacción a la estrategia del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, quien ha colocado a Irán en el centro de la atención internacional y puesto así en segundo plano la situación en Gaza y Cisjordania.
La conferencia ya comenzó con polémica. El periodista y analista político Peter Beinart, a quien el presidente de J Street, Jeremy Ben-Ami, había calificado de "trovador de nuestro tiempo", publicó una columna llamando a boicotear los productos de las colonias judías en Cisjordania.
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En la conferencia, Ben-Ami criticó duramente la propuesta de Beinart, lo que generó momentos tensos. Cuando el tema surgió en una de las sesiones plenarias, la multitud se dividió entre los partidarios y los opositores a la idea.
J Street también fue criticada en algunos círculos, especialmente grupos palestinos, por haber invitado a Washington al exprimer ministro israelí Ehud Olmert (2006-2009).
El principal periódico judío en Estados Unidos, The Forward, publicó una columna reprochando a J Street haber invitado a Olmert, a quien organizaciones defensoras de los derechos humanos responsabilizan por crímenes de guerra perpetrados en Líbano, en 2006, y Gaza, en 2008 y 2009.
Olmert abandonó el cargo en medio de acusaciones de corrupción.
El gobierno de Israel había sido criticado el año pasado por no participar en la conferencia de J Street. Este año, Netanyahu decidió enviar al jefe adjunto de misión de la embajada en Washington, Baruch Binah, para que amonestara a la organización por presionar al Estado judío.
La actitud de Binah marcó un drástico contraste con el llamado al diálogo hecho por prácticamente todos los demás oradores.
Tras haber enviado a su principal consejero de seguridad nacional a la primera conferencia y a su jefe negociador en Medio Oriente a la segunda, el presidente estadounidense Barack Obama mandó este año al máximo consejero de política exterior de la Vicepresidencia, Anthony Blinken, y a su propia portavoz, Valerie Jarrett, con poco conocimiento sobre asuntos palestino-israelíes.
Esto fue interpretado como una señal de que el gobierno prefiere mantener cautela en relación a J Street.
El discurso de Jarrett se concentró principalmente en hacer campaña por la reelección de Obama en noviembre, y prácticamente no tocó asuntos de política exterior.
Por su parte, Blinken reiteró los conceptos de la última alocución de Obama en AIPAC, reiterando el apoyo de Washington a la seguridad de Israel, llamando al fortalecimiento de la cooperación militar entre ambos países y subrayando que el gobierno estadounidense no permitirá que Irán desarrolle armas nucleares, pero que agotará todas las opciones antes de usar la fuerza.
"A fines de este año, (Estados Unidos e Israel) realizarán el más grande ejercicio (militar) conjunto que se haya llevado a cabo jamás", dijo Blinken. "A pesar de los desafíos fiscales, el presidente Obama solicitó 3.100 millones de dólares (en ayuda militar a Israel) para 2013, la mayor cantidad hasta ahora".
Por otra parte, Blinken afirmó que "las armas nucleares iraníes también suponen una amenaza para la seguridad de Estados Unidos", pero se mostró en contra de las "habladurías de guerra".
El discurso bélico "es increíblemente contraproducente. Impulsa al alza los precios del petróleo, nos saca dinero y lo pone en los bolsillos de Irán. Creemos que es posible ser inteligentes y duros al mismo tiempo", añadió.
Ni Blinken ni Jarrett dieron indicios de renovadas iniciativas para reanudar las conversaciones de paz entre Israel y Palestina. Pero Daniel Kurtzer, exembajador de Estados Unidos en Israel y Egipto, ofreció algunas ideas sobre cómo avanzar.
"¿Por qué no sugerimos los Parámetros Obama, estableciendo que debemos comenzar donde habíamos quedado?", propuso Kurtzer.
El exdiplomático aludió a los llamados "Parámetros Clinton", que el expresidente Bill Clinton (1993-2001) presentó ante las dos partes en diciembre de 2000 tras el fracaso de la segunda cumbre de paz de Camp David.
Kurtzer sugirió que Obama resumiera todos los avances alcanzados en negociaciones previas, los adaptara a las realidades actuales y los presentara como punto de partida para nuevas conversaciones.
"En el contexto de las negociaciones, deberíamos presionar a ambas partes para que hagan lo que prometieron en la hoja de ruta de 2002", indicó Kurtzer, refiriéndose a la "Hoja de ruta para la paz" promovida por el expresidente estadounidense George W. Bush (2001- 2009).
"Congelar (la construcción de) los asentamientos, permitir la movilidad de los palestinos para que puedan construir su economía, acabar con la infraestructura del terrorismo palestino y edificar la infraestructura de un estado palestino… Estos son puntos que las dos partes aceptaron, y en el contexto de las negociaciones deberíamos exigir su pleno cumplimiento", agregó.
Kurtzer también criticó la postura de Estados Unidos con Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica), que controla la franja de Gaza y es considerado un grupo terrorista por Washington.
"Por un lado, demandamos elecciones, pero cuando los palestinos las realizan, nos alejamos porque no nos gustan los resultados", indicó.