Bajo un enorme toldo en la Ciudad Vieja de Jerusalén oriental, unos 20 adolescentes y niños palestinos se mueven al son de los tambores de la capoeira, una disciplina afrobrasileña que mezcla danza, acrobacia y artes marciales y que está echando raíces en Cisjordania.
"En la capoeira encuentran un espacio seguro en el que volcar la energía y la agresividad. Hay mucho que aprender sobre el control de nuestros movimientos, de nosotros mismos y de la capacidad de expresarnos, y también del cuidado de los que están a nuestro alrededor", explica el profesor brasileño Jorge Goia, responsable de la clase.
"Por ser un tipo de arte marcial, requiere de una gran disciplina para ser parte de un grupo y actuar en conjunto. Creo que tiene un impacto muy fuerte en los varones", dice Goia a IPS.
La organización no gubernamental Bidna Capoeira (queremos capoeira, en árabe) comenzó a impartir clases para niños, niñas y jóvenes en marzo de 2011 en campamentos de refugiados de Cisjordania. Unas 800 personas ya han participado del programa.
Hoy los cursos se desarrollan en los campamentos de refugiados de Shuafat, en Jerusalén oriental, y Jalazone, en Ramalah, centro de Cisjordania. Y se mantiene el objetivo de empoderar a los jóvenes y de ofrecerles un espacio saludable y positivo para el desahogo de sus frustraciones.
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"La capoeira puede ser una poderosa herramienta para que los niños potencien la confianza en sí mismos y el sentido de pertenencia. Se practica en grupo y necesita de gente cantando y tocando instrumentos, y así es como se crea la idea de que formas parte de algo y de que todos se ayudan a desarrollarse y a aprender", explicó Goia.
Ahmad, el hijo de seis años de Sahar Qawasmeh, comenzó en febrero las clases de capoeira en la Ciudad Vieja.
"Es algo nuevo. Él había hecho karate y natación, pero es agradable el cambio", señaló Qawasmeh, residente de Beit Hanina, en Jerusalén oriental. "Lo había visto en algunos festivales. Ahmad toma conciencia de su fortaleza y le gusta", dijo a IPS.
El impacto ha sido evidente, según Ilona Kassissieh, oficial de información pública de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina, que colaboró con Bidna Capoeira en la organización de clases en los campamentos de Cisjordania.
"Los niños aprendieron mucho, se veían entusiasmados y pudieron avanzar muy rápido", dijo Kassissieh a IPS. Ofrecer actividades extracurriculares a la infancia que habita los campamentos de refugiados abre una oportunidad para escapar de las dificultades cotidianas.
"Los refugiados en general y los niños en particular pertenecen a un sector vulnerable porque viven circunstancias muy difíciles. La infraestructura no ayuda a que reciban los elementos necesarios para llevar una vida normal", explicó.
"Este tipo de actividades extracurriculares siempre son beneficiosas y dejan un impacto positivo. Crean un mecanismo de supervivencia que les permite pensar desde otras perspectivas y poner sus energías en algo que les gusta y sobre lo que desearían saber más", indicó.
Además, señaló Jorge Goia, la historia de la capoeira como movimiento de base de las comunidades oprimidas de Brasil permite una conexión directa con los palestinos, que soportan la ocupación y el dominio de Israel.
"La capoeira fue creada por esclavos de Brasil, personas oprimidas que se sirvieron de ella para fortalecerse, ganar confianza en sí mismas y así hacer frente a todas las necesidades que se tienen cuando uno vive en condiciones de opresión", explicó Goia.
"El interés está puesto en escapar y en aprender a lidiar con una situación en la que eres el débil. No tienes ningún tipo de arma, solo tu cuerpo. ¿Cómo haces para sobrevivir? ¿Cómo puedes escapar de la opresión?", señaló.