En 2005 en Asia había 163 millones más de hombres que de mujeres, una cantidad superior al total de la población femenina de Estados Unidos. Ese desequilibrio, al que Occidente pudo haber contribuido, conlleva varios problemas, advierten expertos.
El fuerte crecimiento poblacional de Asia en los años 70 hizo temer al gobierno de Estados Unidos que una ola de inmigrantes de esas latitudes llegara hasta este país, ante lo cual priorizó iniciativas de control de la natalidad en esa región, indicó la especialista Mara Hvistendahl.
La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, el Banco Mundial y otras organizaciones multilaterales comenzaron a volcar dinero para atender lo que se percibió entonces como un problema a combatir.
También se hicieron esfuerzos para legalizar el aborto, no en defensa de los derechos de las mujeres sino como método de control de la población, indicó la autora de "Unnatural Selection: Choosing Boys Over Girls and the Consequences of a World Full of Men" (Selección poco natural: prefiriendo los niños a las niñas y las consecuencias de un mundo lleno de hombres).
Los investigadores observaron que las parejas, en especial en Asia, seguían teniendo hijos en busca del varón. Entonces les pareció obvio que el mejor método para disminuir la tasa de natalidad era que lo consiguieran en el primer intento.
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El hecho coincidió con el desarrollo de las tecnologías de reproducción, en especial la posibilidad de saber el sexo del feto mediante la amniocentesis. Así, médicos del Instituto Todo India de Ciencias Médicas, financiado por los estadounidenses Instituto Rockefeller y Fundación Ford, hicieron experimentos en 1975 con análisis realizados en forma gratuita a mujeres pobres.
Unas 1.000 mujeres con fetos femeninos decidieron abortar, y los médicos proclamaron al aborto selectivo como método de control de la población, narró Hvistendahl.
El aborto selectivo se propagó por China e India en particular. El método contó con el apoyo del entonces presidente del estadounidense Consejo de Población, Bernard Berelson, el científico alemán Paul Ehrlich e, incluso, de mujeres como la exlegisladora estadounidense Clare Boothe Luce.
Pero la profesora de economía Lena Edlund, de la Universidad de Columbia, considera que es una exageración responsabilizar a Occidente de la preferencia sexual del feto en Asia. La tecnología facilitó enormemente una preferencia existente, pero lo más importante fueron las normas culturales y la disposición a rechazar los fetos femeninos.
El desequilibrio de género no es exclusivo de China e India sino que aparece cada vez más en Corea del Sur, Taiwán, Vietnam, Albania, Armenia y otros países del Cáucaso. Un estudio realizado por Gallup en 2011 concluyó que incluso en Estados Unidos los padres prefieren tener hijos varones.
A pesar de las suposiciones, la preferencia sexual no es consecuencia de problemas económicos o de políticas de hijo único. Hvistendahl cree que se trata de una "elección interna".
"El deseo de controlar la reproducción no es todo. Por ejemplo, un día será posible elegir la altura. Como las personas altas suelen estar mejor en la mayoría de las sociedades, es razonable pensar que con el tiempo haya un aumento de niñas y niños con mayor talla. Eso fue, más o menos, lo que pasó con la preferencia por el varón", señaló.
Ahora aparecen las consecuencias. Los varones nacidos en los años 80 en China no encuentran mujeres, indicó Hvistendahl.
En 2013, uno de cada 10 chinos en edad de casarse no encontrará pareja. Se estima que en 2020, en el noroeste de India, entre 15 y 20 por ciento de los hombres se enfrentarán al mismo problema.
"Algunos economistas estadounidenses pronosticaron que a medida que escaseen las mujeres, se volverán más valoradas. Pero lo que pasó es que, en especial las más pobres y en situaciones de riesgo, son consideradas cada vez más como una mercancía valiosa. Es una diferencia crítica", dijo Hvistendahl a IPS.
Para Edlud, es equivocado considerar que el problema es solo la escasez de mujeres.
"La perspectiva masculina es que no hay suficientes mujeres para casarse o tener pareja. La perspectiva femenina está perdida porque, para ellas, el problema es que las reducen a una propiedad producida por los pobres y vendida a hombres ricos", indicó.
"Creo que la corrección del desequilibrio de género atiende el problema de los hombres, que no pueden encontrar pareja, pero no a la preocupación por el bienestar de las mujeres", añadió.
El informe sobre Trata de Personas, realizado por el Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos en 2009, señala el mayor desequilibrio de género en Asia a raíz del aumento de la trata sexual.
Hay una tendencia creciente en ese continente a los matrimonios impuestos, a la prostitución forzada y a los casamientos trasfronterizos, en que las mujeres de zonas pobres son entregadas a hombres de regiones ricas.
Algunas familias pobres de países como Vietnam prefieren tener hijas con la perspectiva de venderlas, lo cual lleva a otro problema, y es que no hay suficientes mujeres para los hombres pobres. Lo que es preocupante, apuntó Edlund, es que esa situación confinará a las mujeres a una permanente "subclase".
La gente pobre "estará mejor con hijas, como en Vietnam, pues se pueden casar con taiwaneses o japoneses o coreanos en vez de tener un hijo que no lo podrán hacer con mujeres vietnamitas porque se van a otro país", explicó.
"Luego tendremos una situación en que los países ricos producirán varones, y las mujeres serán una subclase de los sectores pobres. Creo que es un grave problema", añadió.
Los gobiernos han tratado de atender el problema prohibiendo las ecografías que muestran el sexo del feto, pero, según Edlund, no es lo correcto.
"Los análisis prenatales forman parte de la atención para preservar la salud de la madre y del niño o niña, y es muy difícil prohibir la determinación del sexo del feto. Una vez hecha la identificación, es difícil el aborto selectivo sin prohibirlo totalmente", explicó.
"Creo que estas prácticas son fundamentalmente inefectivas, es posible que envíen una señal, pero creo que es importante analizar las formas en que los padres discriminan a las niñas y tratar de rectificar eso", añadió.