EEUU busca otros caminos para incidir en Siria

Washington estudia otras formas de incidir en el desarrollo de la crisis en Siria tras el fallido intento del Consejo de Seguridad de la ONU de aprobar una resolución a favor del cambio de gobierno en ese país de Medio Oriente por uno de unidad nacional.

La revuelta en Siria está por cumplir un año y la continua violencia levó a llamados más fuertes para una intervención internacional que obligue al presidente Bashar al-Assad a dar un paso al costado.

Al principio, el Consejo Nacional Sirio (CNS), que al parecer encabeza la revuelta, se oponía a una intervención extranjera, pero gradualmente fue cambiando de posición hasta considerar que es la única forma de evitar una guerra civil en el país.

La ONU (Organización de las Naciones Unidas) estima que en los enfrentamientos del año pasado murieron por lo menos 5.000 personas.

El CNS divulgó un comunicado llamando a la comunidad internacional "a defender y a hacer algo para evitar el derramamiento de sangre de sirios inocentes", al tiempo que condenó la falta de voluntad de Rusia para poner fin a su sólida alianza militar con el régimen de Al Assad.
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Los intentos de coordinar acciones internacionales recibieron un duro golpe el domingo 5 cuando Rusia y China vetaron una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que proponía a Assad ceder el mando al vicepresidente, Farouk al-Shara, como parte de un proceso hacia un gobierno de unidad nacional.

El Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos comunicó el lunes 6 el cierre de la embajada en Damasco y la repatriación de todo el personal.

Tras los últimos episodios de violencia en Damasco "nos preocupa que nuestra embajada no esté lo suficientemente protegida de ataques armados.

El embajador estadounidense, Robert Ford abandonó la capital siria, pero sigue siendo el representante de Estados Unidos para ese país y su pueblo", reza el comunicado del Departamento de Estado (cancillería).

Las responsabilidades humanitarias de Estados Unidos también estuvieron en el tapete. La legisladora Sue Myrick expuso las formas en las que Washington podría aliviar la profunda crisis que padecen las comunidades de refugiados sirios en las fronteras del país, así como en la propia Siria.

Las duras sanciones contra el régimen sirio, la ruptura de las relaciones diplomáticas y económicas y las nuevas prioridades presupuestales fijadas por Damasco hicieron que se disparara el precio de los alimentos básicos. En algunas zonas del país hay escasez de alimentos, de medicamentos y de electricidad.

Los campamentos de refugiados de Turquía no parecen estar mucho mejor, faltan suministros básicos, además de padecer malas condiciones climáticas.

Armando a los rebeldes

El fracaso de la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU multiplicó los llamados para que Washington tome medidas independientes en Siria e incida en el desarrollo de los acontecimientos en el terreno.

Tras la votación del domingo en el Consejo de Seguridad, la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Rodham Clinton, llamó a la coalición de "amigos de la democracia de Siria" a coordinar esfuerzos para sacar a Assad.

"Trabajaremos con los amigos de la democracia de Siria en el mundo para respaldar los planes pacíficos de la oposición a favor de un cambio", declaró Clinton.

Esa afirmación hizo pensar en la posibilidad de que las potencias occidentales asistieran con armas y entrenamiento a los rebeldes, algo similar al Grupo de Contacto para Libia, que el año pasado ayudó a financiar y armar al opositor Consejo Nacional de Transición.

Todavía no parece que haya ánimo para una participación militar directa, pero muchos gobernantes, como el senador Joseph Lieberman, del Partido Demócrata, llamaron abiertamente a suministrar armas, inteligencia y otro tipo de asistencia militar a los rebeldes sirios, en especial a los desertores del Ejército Libre de Siria.

Preocupación por una intervención

Numerosos observadores están molestos por la creciente militarización del conflicto y muchos consideran que la participación militar de Occidente distorsionaría la naturaleza de la revuelta.

Bassam Haddad, director del programa de Estudios sobre Medio Oriente en la Universidad George Mason, escribió un artículo condenado la forma en que una intervención extranjera socavaría los objetivos originales de la revuelta, generando un acalorado debate entre defensores y opositores de la medida.

En una entrevista con la cadena de noticias qatarí Al Jazeera, Haddad, también cofundador del sitio Jadaliyya, alertó sobre la transformación gradual de la revuelta de Siria, "de un levantamiento interno legítimo contra la dictadura a algo mucho más cínico".

Haddad, entre otros, acusó a Estados Unidos de apoyar la revuelta de Siria en beneficio de sus propios intereses, al tiempo que ignora o socava otros fenómenos similares, por ejemplo en Bahrein y Yemen.

Bashar Jaafari, el embajador de Siria en la ONU, capitalizó el sábado esas contradicciones y preguntó a su par estadounidense Susan Rice por qué no estaba "asqueada" con los numerosos vetos de Estados Unidos protegiendo las operaciones militares de Israel contra Gaza, Líbano y, en general, contra el pueblo palestino.

Rice había declarado sentirse "asqueada de que Rusia y China impidieran que el Consejo de Seguridad cumpliera con su exclusivo propósito".

Las relaciones de Washington con el régimen sirio son delicadas por un asunto oscuro de hace unos años.

Con visos de amenaza para quienes defienden un cambio de régimen en Occidente, Siria habría liberado a Abu Musad al-Suri, presunto cerebro de los atentados del 7 de julio de 2005 en Londres, preso en el marco del programa de detenciones extraordinarias de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus sigas en inglés).

El hecho fue interpretado como una declaración implícita de las consecuencias de abandonar al régimen sirio y un recordatorio de los lazos que mantuvieron ambos países durante la "guerra global contra el terrorismo", lanzada por el gobierno de George W. Bush (2001-2009).

En el marco de la escalada de violencia en Siria y de la disposición del régimen de Assad de recurrir a todas las opciones disponibles para permanecer en el poder, muchos analistas consideran que ese tipo de episodios sugieren que una mayor intervención extranjera solo avivará las brasas de una guerra civil.

"El veto disminuirá la relevancia de la ONU y aumentará las posibilidades de que Siria se hunda en una guerra civil, alimentada por el flujo de armas y la asistencia a todas las partes", escribió Marc Lynch, experto en Medio Oriente de la Universidad George Washington, en su blog foreignpolicy.com tras la votación del Consejo de Seguridad.

"El fracaso de la ONU no pondrá fin a los esfuerzos regionales e internacionales por contener la escalada de brutalidad, pero los empuja hacia otras opciones menos efectivas y hacia canales menos legítimos. Las posibilidades, ya escasas, de un ‘aterrizaje suave’ en Siria, una transición política que ponga fin a la violencia, se acercan a un fracaso rotundo", añadió.

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