El triunfo arrollador de los partidos islamistas en las elecciones parlamentarias de Egipto despertaron, en algunos ámbitos, temores a un inminente cambio de paradigma en la política exterior de este país del norte de África.
Sin embargo, la mayoría de los analistas descartan la posibilidad de cualquier modificación de rumbo, menos aun en temas delicados como Palestina o el acuerdo de paz de Camp David entre Egipto e Israel. "Un parlamento liderado por islamistas tiene pocas probabilidades de hacer grandes reajustes en política exterior, especialmente en términos del asunto Palestina-Israel", dijo a IPS el analista político Gamal Fahmi, editor gerente del semanario opositor egipcio Al-Arabi Al-Nassiri.
Se define como "islamistas" a grupos o movimientos que tienen como objetivo esencial aplicar en la vida pública y política de un país los preceptos religiosos del Islam.
Las primeras elecciones tras la caída en febrero de 2011 del régimen de Hosni Mubarak (la tercera ronda de votación terminó la semana pasada) consolidaron el dominio musulmán de Egipto en el próximo parlamento.
Según los resultados preliminares, el Partido Libertad y Justicia (FJP), de la Hermandad Musulmana, y el Partido Nour, de la rama salafista (integrista) del Islam, controlarán más de 65 por ciento de la asamblea, lo que les asegurará una influencia sin rival en el ambiente legislativo.
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Cuando comenzaron las elecciones egipcias a fines de noviembre pasado, el ministro de Defensa Civil de Israel, Matan Vilnai, alertó que podrían derivar en "una grave erosión del acuerdo" de Camp David.
Firmado en 1978, el tratado de paz estableció la devolución de la Península del Sinaí (ocupada por Israel en 1967) a Egipto, a cambio del reconocimiento del Estado judío por parte de El Cairo.
Jordania, que firmó su propio acuerdo de paz en 1994, es el único otro país árabe que mantiene relaciones con Israel.
Pero los continuos abusos israelíes contra la población palestina, y la indignación que han desatado en parte del público egipcio, hicieron que la paz instituida por el pacto de Camp David no fuera más que endeble.
Críticos egipcios del tratado también se quejan de que restringe severamente los despliegues militares egipcios en el Sinaí, lo cual impide que El Cairo pueda supervisar y, de ser necesario, proteger la estratégica península.
Como indicio de la sensibilidad del tema, uno de los primeros anuncios del gobierno militar de transición egipcio fue subrayar su "compromiso con todos los tratados y las convenciones internacionales de los que Egipto es signatario", en una obvia referencia a Camp David.
A pesar de su histórica oposición a la política de Israel, la Hermandad Musulmana ha insistido en respetar el acuerdo, aunque no descarta la posibilidad de que ciertos términos puedan ser eventualmente enmendados.
"La Hermandad y el FJP están comprometidos a respetar todos los acuerdos internacionales firmados por Egipto", dijo a IPS el vicepresidente del FJP, Essam al-Arian.
"En cuanto a Camp David en particular, cualquier futura decisión de enmendar el tratado será sometida a un referendo popular", aseguró.
Una encuesta elaborada por la consultora Pew concluyó que 54 por ciento de los egipcios estaban a favor de anular el tratado.
Sin embargo, analistas políticos señalan que la Hermandad Musulmana no tiene intenciones de hacer cambios radicales en política exterior, menos aun en lo que tiene que ver con Israel y Palestina.
"Es la primera vez en la historia de Egipto que los partidos islamistas logran una mayoría parlamentaria, y por tanto tendrán extremo cuidado cuando se trate de mantener su posición", dijo a IPS el analista político Mohamed Abo Kraisha, editor del diario estatal Al-Gomhouriya.
"Probablemente no harán nada que pueda amenazar su base de apoyo popular, ni que realicen cambios que puedan exponer su nueva influencia política ante la amenaza de la interferencia extranjera o la intimidación", añadió.
"Lo último que quiere la Hermandad es un conflicto con Israel", coincidió Fahmi.
Añadió que incluso Hamás (acrónimo árabe del Movimiento de Resistencia Islámica), rama de la Hermandad que ha gobernado la franja de Gaza desde 2007, "mantuvo un cese del fuego con Israel pese a su histórica negativa a reconocer el Estado sionista".
"Su discurso puede volverse más enérgico cuando asumen al poder, pero no harán cambios drásticos en la política exterior", aseguró.
Abdel Ghani Hindi, coordinador del Comité Popular por la Independencia de Al-Azhar y destacado miembro de la Unión de Jóvenes Revolucionarios (conformada por varios movimientos que participaron de las protestas contra Mubarak), subrayó que cualquier cambio sería adoptado en forma gradual.
"La Hermandad puede intentar cambiar la posición egipcia sobre varios temas delicados, como el actual bloqueo sobre la franja de Gaza, pero solo lo hará muy, muy gradualmente", dijo a IPS. "Tendrá mucha cautela de no hacer nada que genere un conflicto con Estados Unidos".
Hindi señaló además que los salafistas, a pesar de su postura ortodoxa y su reputación de línea dura, tampoco darían pasos, al menos en el corto plazo, que puedan amenazar el estatus quo en las relaciones con Israel.
"Los eruditos islámicos (ulemas) que lideran el movimiento salafista están estrechamente vinculados a las dinastías que gobiernan el Golfo, particularmente los sauditas, que son estrechos aliados de Washington", explicó.
"Y, ya que la ascendencia regional israelí representa una prioridad para Washington, dudo que los partidos salafistas, apoyados por los sauditas, hagan algo que impacte drásticamente en las relaciones de Egipto con Israel", afirmó.