Figuras políticas laicas de Egipto temen que este país se convierta en una «teocracia» tras el arrollador triunfo de los partidos islámicos en la segunda ronda de los comicios legislativos, pero analistas no creen que se produzcan cambios radicales.
El Partido Libertad y Justicia (PLJ), de la Hermandad Musulmana, es el gran ganador de las primeras elecciones legislativas celebradas en este país desde la caída del régimen de Hosni Mubarak. "Aun cuando los partidos islámicos se aseguraron una amplia mayoría parlamentaria, dudo que aprueben leyes que impacten profundamente en la sociedad contemporánea egipcia", dijo a IPS el analista político Mohamed Abo Kraisha, editor del diario estatal Al-Gomhouriya.
En la primera ronda de los comicios parlamentarios, en noviembre de 2011, los islámicos obtuvieron un arrollador triunfo. El PLJ se quedó con 38 por ciento de los votos, en tanto que el Partido Nour, de la rama salafista (integrista) del Islam, obtuvo el segundo lugar con un sorpresivo 24 por ciento.
Una segunda ronda de votación el 14 y el 15 de diciembre arrojó resultados parecidos: el PJL y el Partido Nour recibieron 36 y 29 sufragios respectivamente.
De esta forma, las fuerzas políticas islámicas se quedarán fácilmente con más de dos tercios del parlamento, lo que les garantiza el dominio sobre la futura actividad legislativa del país.
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Los partidos seculares (liberales, izquierdistas y nacionalistas) fueron vencidos claramente en ambas rondas. Una tercera y final se llevará a cabo el 3 y el 4 de este mes, aunque se esperan resultados similares a los anteriores.
La arrolladora victoria electoral islámica trae preocupación a las principales figuras seculares.
Los mayores temores son que un parlamento dominado por religiosos adopte leyes que afecten al lucrativo sector turístico de Egipto, y en particular la actividad en las playas, pues los musulmanes más radicales exigen vestimentas "decentes" a las mujeres.
También temen que impacte negativamente en el sector bancario, que depende del cobro de intereses, algo prohibido en el Islam, así como en las libertades personales y en la comercialización de alcohol.
"Nos van a obligar a usar el hiyab (velo islámico)", dijo una periodista egipcia de 30 años. "Va a ser igual que en Afganistán".
Poco antes de las elecciones, el multimillonario copto cristiano Naguib Sawiris, fundador del partido liberal Egipcios Libres, dijo en una entrevista televisada que este país se arriesgaba a cambiar el régimen de Mubarak por una "dictadura nueva y religiosa".
Pero analistas señalan que estos temores están infundados. Creen que la Hermandad Musulmana, y por extensión el PLJ, tienen demasiada inteligencia política como para adoptar cambios drásticos, particularmente en la actual coyuntura nacional y regional.
"Dudo que un parlamento liderado por el PLJ apruebe una legislación radical que impacte en el turismo, la banca o las libertades personales", dijo Abdel Ghani Hindi, coordinador del Comité Popular por la Independencia de Al Azhar y miembro fundador de la Unión de Jóvenes Revolucionarios, conformada por varios movimientos surgidos en la revolución de enero de 2011.
"Son demasiado inteligentes para esto. No querrán perder la confianza de la población ahora haciendo cambios drásticos. Cualquier cambio que hagan será muy, muy gradual", dijo Hindi a IPS.
Con él coincidió Abo Kraisha, señalando que la Hermandad cuenta con una larga historia política y reputación de pragmatista.
Aunque la organización fue formalmente proscrita por el Estado en los años 50, y se mantuvo así hasta la revolución de enero de 2011, nunca dejó de estar políticamente activa, incluso proveyendo servicios públicos a los egipcios, lo que incrementó su popularidad.
"La Hermandad ha hecho política desde su creación en 1928, y por tanto tiene más experiencia que cualquier otro en el escenario político de Egipto", dijo Abo Kraisha.
"Comprende la dinámica interna y externa demasiado bien como para aprobar una legislación radical que pueda erosionar su amplio apoyo público y proveerle municiones a sus enemigos, tanto a nivel local como internacional", agregó.
"Además, los islámicos aprendieron, en base a experiencias anteriores, que no pueden adoptar cambios radicales sin repercusiones severas", indicó.
También citó el ejemplo del triunfo electoral en 2006 del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) en la vecina franja de Gaza, que motivó un embargo internacional mantenido hasta hoy.
Pero, aunque la Hermandad pueda haber ganado cierta reputación de pragmatismo, es el Partido Nour el que más miedo provoca en los laicos.
"A diferencia de la Hermandad, los salafistas han hecho declaraciones contradictorias sobre varios temas polémicos en los cuales no parecen tener una sola y clara posición", dijo Hindi.
"Algunos líderes salafistas dijeron que no presionarían por grandes cambios, mientras que otros dicen que esos temas requieren de transformaciones radicales", añadió.
Esta falta de consistencia "sigue preocupando a sus críticos", explicó Hindi.
No obstante, Abo Kraisha cree que los partidos salafistas como el Nour no tendrían fuerza suficiente por sí solos para adoptar legislaciones que no sean apoyadas por la más pragmática Hermandad.
"Dudo que los salafistas puedan imponer una legislación al resto del parlamento", dijo. "Podrán tener firmes opiniones sobre ciertos asuntos, pero el PLJ, con más bancas en la asamblea, servirá de influencia moderadora".
Por lo pronto, la Hermandad se ha apresurado a asegurarle a la población egipcia, y a sus muchos detractores, que se abocará a los problemas más acuciantes del país, como la economía y la seguridad, y no a los polémicos como el alcohol o la vestimenta femenina.
"El partido tiene un programa para activar a todos los sectores de la economía nacional, en muy mala situación luego de 30 años de régimen autocrático", señaló Hamdi Gazar, dirigente y miembro fundador del PLJ.
"Esto incluye por supuesto al sector turístico, que ha sido tradicionalmente la principal fuente de divisas de Egipto", dijo a IPS.