Un nuevo libro sobre Thomas Friedman, influyente columnista del diario estadounidense The New York Times, ataca sus posturas neoliberales y lo acusa de racismo, errores de contenido y prejuicios sobre temas que van de la invasión a Iraq al conflicto palestino-israelí.
El libro "The Imperial Messenger: Thomas Friedman at Work" (El mensajero imperial: Thomas Friedman en obra), de Belén Fernández, presenta un completo análisis de uno de los periodistas mejor pagados de este país y tres veces ganador del premio Pulitzer.
Friedman, dice Fernández, "se caracteriza por reducir los complejos fenómenos internacionales a un discurso simplista y a teorías que rara vez se sostienen frente al examen de la realidad".
Fernández, de 29 años, admite que antes de 2009 no estaba muy familiarizada con el trabajo de este columnista de asuntos internacionales. No fue hasta el verano boreal de ese año que decidió analizar la obra de Friedman, luego de leer "una secuencia de artículos ridículos".
Frente a la dificultad para "reunir toda esa incompetencia en un libro conciso", Fernández dividió el contenido en tres temas que la "enfurecieron más", analizando su obra junto a un breve examen de los defectos de los principales medios de Estados Unidos.
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"El mensajero imperial" estudia la obsesión de Friedman por el dominio internacional de Estados Unidos, su actitud hacia el mundo musulmán y árabe, y su especial relación con Israel.
Le tomó apenas un año, trabajando como editora y redactora de Pulse Media, leer tres veces todas las columnas que Friedman escribió desde 1995.
También leyó una selección de sus artículos de acceso gratuito en el archivo de The New York Times, escritos entre 1981 y 1995.
El producto final, escrito en tono incisivo y por lo general sarcástico, ofrece una visión general accesible incluso para los que no están familiarizados con la obra del columnista. Fernández señala inconsistencias de Friedman cuando critica a Israel.
"Sus críticas, por supuesto, están limitadas a exhortar intermitentemente a los israelíes a que reduzcan ligeramente las colonias" judías en territorios palestinos, explicó la autora del libro a IPS.
"Pero no porque se preocupe por las penurias de los no colonos, sino porque quiere evitar una situación en la que los palestinos puedan exigir iguales derechos en una democracia multiétnica", señaló.
Como ejemplo, Fernández citó la defensa de Friedman a la guerra en Iraq "para crear un modelo libre, abierto y progresista en el corazón del mundo árabe-musulmán, con el fin de promover ideas de tolerancia, pluralismo y democratización". Fernández señaló que el columnista escribió esto luego de haber dicho en 2002 que, "a menos que Estados Unidos impulse energías alternativas que reduzcan lentamente el precio del petróleo y obliguen a los países árabes-musulmanes a abrirse y adaptarse a la modernidad, podemos invadir Iraq una vez a la semana y eso no llevará democracia al mundo árabe".
El mismo año, Friedman calificó la invasión de Iraq de "la tarea más importante", aun admitiendo que tendría "un gran costo, si es que puede ser realizable". "Y no me da vergüenza decir que no sé si lo es", añadió entonces.
En el capítulo referido al mundo árabe y musulmán, citó a Friedman concluyendo que la "respuesta corta" por la cual Estados Unidos invadió a Afganistán e Iraq es "porque Pakistán tiene armas nucleares que nosotros tememos y Arabia Saudita tiene petróleo que ansiamos".
Fernández indica además que Friedman nunca se ha visto obligado a retractarse formalmente o al menos corregir sus declaraciones ofensivas y racistas, mientras distrae la atención de la responsabilidad de Israel en la tensión de Medio Oriente y en cambio acusa a los palestinos de "histeria colectiva".
No importa cuál sea la inclinación política del lector, "El mensajero imperial" genera provocativas preguntas sobre la objetividad de los principales medios de Estados Unidos cuando tratan temas relacionados con los intereses económicos y de política exterior de Washington.