KENIA: Hurgadores expuestos a residuos médicos

Para el keniata Collins Otieno, la llegada de un nuevo día es sinónimo de incertidumbre, pues al buscar en los basurales su sustento cotidiano se expone a graves infecciones que podrían costarle la vida.

Muchos hurgadores ignoran los riesgos de contaminación e infección a los que se exponen. Crédito: David Njagi/IPS
Muchos hurgadores ignoran los riesgos de contaminación e infección a los que se exponen. Crédito: David Njagi/IPS
En los cuatro años que Otieno, de 25 años, lleva hurgando en la basura por las calles de Soweto, un asentamiento irregular de Nairobi donde hay muchos centros de salud no autorizados, vio a muchos colegas suyos morir o quedar incapacitados por heridas infectadas.

Este joven alcanza a ganar un promedio diario de unos 300 chelines keniatas (equivalente a tres dólares), que le permiten comprar un paquete de harina de maíz y un puñado de verduras para poder alimentarse durante dos días.

A pesar del tiempo que lleva haciendo esta tarea aún no sabe si ha sido infectado por los residuos hospitalarios que diariamente se encuentra, mezclados con otros desperdicios.

"Una vez encontré un feto muerto", relató Otieno. "Me llevé un gran susto, pero le comenté a un vecino y me ayudó a hacer la denuncia policial. También encuentro jeringas y otros objetos cortantes", añadió.
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Según el médico Linus Ndegwa, responsable del programa de control de infecciones del Centro de Control de Enfermedades de Kenia, se generan por lo menos 500 gramos de residuos médicos por paciente admitido en un hospital, 20 por ciento de los cuales pueden ser infecciosos.

Con el ingreso de unos 7.500 pacientes al mes, el Hospital Nacional de Kenia genera 3.750 kilogramos de desperdicios en ese plazo.

La cifra nacional probablemente sea bastante mayor, pero es imposible saber con exactitud porque no hay un sistema de registro de las instituciones de salud pública, cuanto menos para las clínicas no autorizadas, indicó Ndegwa.

Además es muy difícil estimar la cantidad de residuos hospitalarios que producen los centros de salud ilegales porque las campañas para detectarlas encuentran unos 15 al mes, según la Junta de Dentistas y Profesionales Médicos de Kenia.

Organismos de control atribuyen el hecho a un problema de codicia, corrupción y a que algunos médicos dicen que ganan poco en comparación, por ejemplo, con sus colegas de Sudáfrica, y de ahí el atractivo de encontrar otras fuentes de ingresos.

"Hay clínicas que no tienen autorización y no hay forma de supervisar cómo procesan los desperdicios. Eso significa que utilizan basurales en áreas residenciales", indicó Ndegwa. "Ese es el principal problema", aseguró.

Pero la mala gestión de los residuos hospitalarios no es solo una cuestión de control, aun cuando existe una política que pauta el procedimiento para incinerarlos desde 2008, según el Ministerio de Saneamiento y Salud Pública. Pero las disposiciones apenas lograron su objetivo, en parte porque los ambientalistas consideran que hay una superposición de tareas entre los ministerios.

Algunas de las funciones se repiten, como el desecho de residuos hospitalarios, que fue encomendado a la Autoridad Nacional de Gestión Ambiental, mientras la Secretaría de Ambiente alega que el asunto entra dentro de sus competencias.

Ahí es donde se originan los problemas de implementación de las pautas, según organizaciones no gubernamentales.

Otro problema es que la política estatal hace hincapié en la incineración, un proceso que daña el ambiente, según adverte la Asociación Profesional de Equitación Terapéutica Internacional (PATH, por sus siglas en inglés).

Al quemarse, los residuos emiten substancias, como dioxinas, que pueden causar cáncer, explicó Fred Okuku, de PATH Internacional.

"Estas substancias, además, son contaminantes orgánicos persistentes, es decir que no se descomponen con facilidad y, con ello, contribuyen al recalentamiento global al sumarse a las causas de la reducción de la capa de ozono", apuntó.

La organización Green Belt Movement (GBM) sostiene que la incineración de desperdicios hospitalarios es motivo de preocupación por sus consecuencias para el calentamiento global y no recibe la atención que se merece.

La imposibilidad de rastrear la cantidad de desperdicios hospitalarios incinerados en Kenia por la falta de datos agrava el problema, según Benjaminn Kimani, de GBM.

También es alta la posibilidad de que se liberen hidrofluorocarburos, porque la mayoría de los desperdicios médicos son plásticos, indicó Kunga Ngece, gerente de programa para ambiente y cambio climático de la embajada de Suecia.

Los plásticos también contienen grandes cantidades de clorofluorocarburos, liberados a la atmósfera al descomponerse por acción de la incineración.

La suerte de los hurgadores depende del compromiso de buscar nuevas tecnologías para deshacerse de los residuos tóxicos, previsto en la Ley de Salud Pública.

Una alternativa posible son las autoclaves, según Okuku, que esterilizan desperdicios mediante vapor a una temperatura de entre 121 y 130 grados para matar agentes patógenos.

"Los residuos se dividen luego en una gran cantidad de partes inocuas que pueden desecharse en vertederos públicos", explicó.

También permitirá evitar que cientos de keniatas que hurgan en los desperdicios entren en contacto con sangre y otros fluidos corporales, contaminados con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) o hepatitis B o C presentes en los elementos desechados, puntualizó Daniel Yumbya, de la Junta de Dentistas y Profesionales Médicos de Kenia.

Según la versión actualizada del informe de la Agencia de Protección de Salud, de 2006, una de cada tres personas puede infectarse con hepatitis B, una en 30 con hepatitis C y una en 300 contraer el VIH, causante del sida, por esta causa.

Otieno dice que le debe a Dios su aparente buen estado de salud, porque al igual que otros hurgadores del asentamiento que no utilizan ninguna protección, no tiene ni tiempo ni dinero para hacerse chequeos médicos.

Pero esa supuesta suerte se acabó, al parecer, para Titus, conocido por los otros hurgadores solo por su nombre. Le apareció un edema en las piernas, que es la acumulación de líquido e hinchazón de una parte del cuerpo que puede ser causada por quemaduras en la piel.

Su caso debería servir de advertencia a los 60.000 niños y niñas en situación de calle que frecuentan los basurales de Nairobi y que, según los médicos, están en riesgo real de sufrir graves infecciones.

Además están expuestos al tétanos, alertó P. W. Wanjohi, funcionario del Ministerio de Salud.

El gobierno todavía debe presentar un estudio que detalle la dimensión del peligro, indicó.

"Son niños vulnerables por su corta edad", apuntó Wanjohi. "Muchos de ellos todavía no tienen del todo desarrollado su sistema inmunológico", explicó.

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