El proyecto de 2,5 millones de dólares para llevar agua a barrios pobres de la capital de Haití fue aprobado en 2006. Cinco años después, siguen viéndose niños y niñas acarreando botellas y baldes por las calles.
El proyecto está casi listo. «A fines de octubre», prometió el financiador. Es diciembre y no ha pasado nada. Aquí ya nadie cree en las promesas.
Haiti Grassroots Watch (HGW) y estudiantes de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad del Estado, investigaron por qué no ha llegado el agua en cinco años.
Pese a que se construyó un depósito de agua nuevo, cañerías y más de una docena de fuentes, la población de los barrios pobres de Debussy y Alto Turgeau todavía debe caminar horas para conseguir el recurso vital. En su peregrinaje diario, adultos y niños, incluso de apenas cinco o seis años, pasan frente a los secos puestos de distribución de agua.
Tercy, un estudiante universitario, vive en Georges, una de las zonas miserables e informales de Turgeau, en una pequeña vivienda de bloques de cemento que comparte con su hermana. Entre sus actividades diarias, el joven, que no quiso dar su apellido, debe despertarse muy temprano para buscar agua antes de ir a la facultad.
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«Debo levantarme a las 5:35 de la mañana para ir a buscar dos galones (más de siete litros) de agua», relató, secándose el sudor del rostro. Solo después de la larga caminata puede bañarse y prepararse para ir a clases.
Emmanuel Lima, con un balde lleno sobre la cabeza, habló del proyecto incompleto. «Será una buena oportunidad para el barrio, pero demoran demasiado en terminarlo».
«En este país quienes están en el poder son demasiado negligentes. No se ocupan de las cosas realmente importantes. Solo quieren enriquecerse», señaló indignado este hombre de 42 años.
Lima y Tercy son dos de cientos de miles de residentes de Puerto Príncipe que deben recolectar el agua en baldes y a menudo pagar por ella.
Dos tercios de la población del distrito capitalino debe comprar agua. Solo 11 por ciento tienen grifos, según información de 2002 del Instituto de Estadística y Procesamiento de Datos de Haití.
El regalo de la Unión Europa
La Unión Europea (UE) dio luz verde en 2006 a un proyecto para llevar agua a Debussy y Turgeau, barrios densamente poblados, con unas 25.000 personas hacinadas en viviendas precarias, muchas ubicadas en barrancos peligrosos.
Los principales elementos del proyecto eran construir un nuevo depósito de agua y conexiones para 19 nuevos puestos de distribución de agua.
La ejecución del plan es supervisada por tres entidades: la UE, que lo financia, el Estado y una organización no gubernamental francesa (ver recuadro).
El costo total de la iniciativa fue de 100 millones de gourdes, equivalentes a 2,5 millones de dólares, informó Benoit Bazin, director de la sección de infraestructura de la UE en Haití. Alrededor de un cuarto de ese monto, unos 625.000 dólares, se destinaron al nuevo depósito.
Los restantes 1,8 millones de dólares fueron para restaurar el tendido de cañerías, a cargo de dos empresas privadas, y para «acompañamiento social», realizado por el no gubernamental Grupo de Investigación y de Intercambios Tecnológicos (GRET por sus siglas en francés).
Maxo Saintil, un profesor que vive en Alto Turgeau, es uno de quienes, más de cinco años atrás, comenzaron a reclamar al gobierno un sistema de agua para aliviar el sufrimiento de la gente.
«La culminación del proyecto será una victoria para nosotros, los iniciadores, y beneficiará a la población que aprovechará el servicio», dijo a HGW.
Pero entre la aprobación del proyecto y el comienzo de los trabajos pasaron tres años. Estos «comenzaron apenas en enero de 2009», recordó. Pero35 meses después siguen sin terminar por múltiples causas.
Obstáculos
La Central Autónoma Metropolitana de Agua Potable (Camep, por sus siglas francesas) no hizo un buen estudio inicial. Estaba «incompleto» y debió rehacerse, explicó Robenson Jonas Léger, coordinador de la Unidad Técnica de Programas de Rehabilitación de la UE.
Ese primer estudio recomendó un depósito de 1.200 metros cúbicos. El costo de la investigación y geotécnica ascendió a poco más de 6.000 dólares.
Camep aprobó el estudio, pero luego cayó en cuenta que no había previsto la posibilidad de un terremoto. El depósito propuesto debía, entonces, tener una ubicación más elevada, y estar apoyado sobre soportes, según Léger.
«Eso fue en 2007, bastante antes del terremoto del 12 de enero de 2010», recordó Léger en su respuesta por correo electrónico a HGW.
El segundo estudio costó el equivalente a 8.500 dólares y quedó terminado el 19 de marzo de 2008, dos años después de la aprobación del proyecto.
Este recomendó reducir la capacidad del depósito, de 1.200 a 900 metros cúbicos para «ajustarse al presupuesto disponible», indicó Léger. Además propuso que fuera ubicado sobre el terreno, lo que es más caro.
La empresa Tecina suscribió un contrato para diseñar y construir el depósito por algo más de 600.000 dólares, o un cuarto del presupuesto total. Pero las obras no comenzaron de inmediato.
«El trabajo se inició un año después de suscrito el contrato», en marzo de 2009, recordó el trabajador social de GRET, Jean Ledu Annacacis. Nueve meses más tarde, en diciembre, según Léger, la obra estaba terminada.
Pero el agua sigue sin correr.
* Este es el primero de dos artículos sobre la distribución de agua a los barrios más pobres de Puerto Príncipe. * Haiti Grassroots Watch está asociada a AlterPresse, la Sociedad de Animación de Comunicación Social (SAKS), la Red de Presentadoras de Radios Comunitarias (Refraka) y emisoras de la Asociación de Medios Comunitarios de Haití.