Con apoyo de visitantes responsables, que cada vez más eligen alternativas amigables con el ambiente para sus vacaciones, el sector turístico de Sudáfrica apunta a conservar su mayor tesoro, la naturaleza, al tiempo que lucha contra el cambio climático.
La organización Fair Trade in Tourism South Africa (FTTSA, siglas en inglés de Comercio Justo para el Turismo de Sudáfrica) creó un sistema de clasificación verde para el sector, mediante el cual se certifican hospedajes, actividades y atracciones en este país en base a criterios ambientales estándares.
También evalúa prácticas de gestión, socioeconómicas y trabajo en materia de comercio justo.
Los turistas también pueden reservar paquetes de paseos que dejan una mínima huella de carbono, la primera oferta de este tipo en el mundo. "Esperamos que el modelo sea adoptado a escala internacional", señaló la gerenta de certificación de FTTSA, Lisa Scriven, quien contribuyó a crear el concepto, lanzado en noviembre.
El sistema de clasificación verde promueve un turismo responsable e incluye la gestión ambiental, el bajo consumo de agua y energía, evitar desperdicios, impulsa el reciclado, las adquisiciones, el diseño y la construcción amigable, así como el uso mínimo de químicos y pone énfasis en la biodiversidad y en las huertas.
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Para obtener el certificado de preservación del ambiente, la empresa deberá someterse a una evaluación del equipo de FTTSA, así como a la de un panel independiente, constituido por especialistas del sector turístico de Sudáfrica.
Hay 14 secciones de estándares y criterios, cada uno con sub-secciones de acuerdo a la empresa evaluada, explicó Scriven.
El equipo de FTTSA evalúa las inversiones en las instalaciones el propio lugar, como calentadores de agua solares, pero también proyectos fuera del predio, como colaboración con escuelas locales. Además, hacen una evaluación en especie y financiera, que comparan con la facturación de la empresa para ver qué proporción invierte esta en el ambiente.
FTTSA también colabora con el Departamento de Asuntos Ambientales y de Turismo de Sudáfrica (DEAT) y el Consejo de Calificación en Turismo. Cada dos años, se reevalúan las credenciales para asegurarse de que se sigan cumpliendo con los requisitos.
"Se trata de que el turismo respete el ambiente y afecte positivamente el desarrollo económico y social de las comunidades locales", explicó Scriven.
El turismo sustentable se volvió una tendencia, apuntó. "No creo que la gente tome la sustentabilidad como una opción, sino que se volvió una expectativa", añadió.
Uno de los agentes de viajes certificados por FTTSA es Ocean Blue Adventures, en la bahía de Plettenberg, en la provincia de Cabo Oriental. Ofrece un paseo marino orientado a la conservación de ballenas y delfines, y creó la Fundación Orca, que financia proyectos sustentables en la actividad turística, en comunidades pobres y en las escuelas de la zona.
También pide a los visitantes que planten un árbol para contrarrestar la huella de carbono de su viaje.
"Nadie protegía nuestra bahía, los arrecifes, las ballenas ni los delfines que se reproducían aquí. Nos dimos cuenta que teníamos que hacer algo nosotros mismos para que siguiera siendo sustentable", señaló la gerenta general de Ocean Blue, Natasha Lilford.
Cada vez más turistas buscan criterios de comercio justo y amigables con el ambiente en el alojamiento o en el paseo, indicó. "La gente quiere retribuir. Desea poner su dinero en un lugar que sirva a una buena causa y pueda ver la diferencia", explicó.
Con el programa de certificación, Sudáfrica pretende estimular su participación en el mercado turístico global, que en 2008 representó 1,3 por ciento, según estadísticas del DEAT.
El sector turístico deja una cantidad importante de divisas al Estado. En 2010 contribuyó con 354.000 millones de dólares, 7,9 por ciento del producto interno bruto de Sudáfrica, cuando el año anterior solo llegó a 2,7 por ciento.
"El turismo verde es un mercado en expansión en el que la gente dice estoy dispuesta a pagar un poco más, porque quiero viajar sin perjudicar el ambiente", señaló el ministro de Turismo de Sudáfrica, Martinus van Schalkwyk.
"El turismo responsable trata de crear mejores lugares para vivir y visitar. El ambiente natural de Sudáfrica es uno de los mayores recursos, y la industria debe participar de forma activa en su conservación y protección", añadió.
El Programa de certificación de FTTSA apunta exactamente a eso, remarcó Scriven. Promueve un enfoque consciente del turismo que se propone preservar y mejorar el territorio, el agua y el aire, disminuyendo el impacto de los visitantes sobre el amiente.
"Los turistas comienzan a mostrar una actitud responsable respecto de sus planes de viaje", señaló.
Casi 70 hoteles, posadas con alojamiento y desayuno, actividades y empresas de paseos fueron certificados por FTTSA. Es un comienzo, pues hay más de 40.000 hospedajes en el país. "Es apenas una gota de agua en el desierto", reconoció Scriven. "Nos queda mucho por hacer, pero vamos por buen camino", añadió.
Quizá una de las razones de la lentitud de la certificación sea la crisis económica y financiera global, que redujo la cantidad de turistas y obligó a las empresas del sector a ajustarse el cinturón a partir de 2008.
Para lograr la certificación de amigable con el ambiente, los establecimientos turísticos deben hacer una inversión inicial: cambiar bombillas de luz, instalar calentadores de agua solares, plantar especies autóctonas, aislar las ventanas, comprar pinturas menos tóxicas, entre muchas otras medidas. "Es una inversión, pero a la larga ahorrarán dinero por los bajos costos de mantenimiento. También gozarán de un acceso preferencial al mercado", señaló Scriven. "El ambiente y la economía se han vuelto inseparables", remarcó.
La máxima se confirmó para otra empresa certificada por FTTSA, el Bartholomeus Klip Farmhouse, un pequeño hotel en una granja y reserva en Wellington, a una hora en automóvil de Ciudad del Cabo.
Además de gestionar la reserva, que es patrimonio nacional, la empresa transformó las habitaciones y cabañas en edificaciones "verdes".
"Solo usamos agua de manantiales de montaña, instalamos calentadores solares y sistemas de baño sustentables y reciclamos y compramos los alimentos en el ámbito local", señaló la gerenta Lesley Gillett. "A largo plazo vale la pena. Comenzamos a recuperar la inversión inicial", apuntó.